Caifán Fernández Dolores García Pérez
El escritor hace uso de las palabras, juega con ellas, idea e inventa una realidad para conducirnos y atraparnos en su territorio. El pintor hace gala de su pericia para multiplicar tres colores, de esa manera nos muestra, estampados sobre la tela, el papel o cualquier otra superficie que se preste para ello, los colores de su temperamento, la gama de tonos que acompañan su alegría o la escala de grises que pueblan su tristeza. El músico se ayuda de su sensible oído para afinar su instrumento, sus manos se deslizan de arriba abajo por el largo mástil; pisando las cuerdas logra sacar tonos que suenan a través de su caja. La mano hábil rasguea con calma las seis cuerdas que en conjunto lograrán despertar el sentimiento del escucha.
Entre todos ellos, los creadores, existe uno que se apoya en todos los demás, así como los anteriores también se apoyan en él. Generalmente los vemos en las bodas y fiestas de familia, llamados para inmortalizar los instantes felices, el clímax de la relación personal. Ellos son los fotógrafos, los que están en primera línea atrapando expresiones, buscando ángulos, encuadrando escenas, buscando elementos para lograr una composición que logre plasmar el instante, ese instante que quizás solo él pudo ver.
La experiencia y un largo proceso de aprendizaje, de estudio, aunque no siempre el estudio es avalado por alguna institución. Esto no les impide predecir en fracción de segundos lo que a continuación vendrá, con la mirada fija observa; con las manos sobre la cámara mueve instintivamente los controles que él cree le ayudarán a registrar la imagen que compone en su mente.
Todo este conjunto de normas que con el tiempo se van volviendo innatas al ejecutarlas, es uno de los motivos que me acercó a la fotografía, las infinitas posibilidades de combinación de ese mágico triduo: velocidad, apertura y sensibilidad. El motivo más importante de dedicarle gran parte de tiempo a esta magia se debe al gusto y placer de observar la naturaleza, desde el macrocosmos hasta un gran paisaje de 360 grados, observar cómo la luz juega contra la sombra, cómo la sombra vive gracias a luz.
La presente obra hace manifiesto de ese placer, y de un elemento constante en mi fotografía que espero lo descubra el lector.