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¿Tutor o burócrata?

Luis Rico Chávez

La Benemérita Subjefa del Área de Tutorías se queja ante el Benemérito Subjefe Superior:

“¡Ése Luis Rico es un perezoso!” (y es probable que hubiera utilizado un calificativo más ofensivo, pero yo que soy decente lo censuro). El Subjefe levanta las cejas, se soba el mentón y responde, enfático: “Es correcto”.

Y la Subjefa continúa su retahíla: “Le solicité el formato P2-TR/ON-A2 -9669-Bis y me contestó que lo había extraviado… Claro, en el desorden de papeles que tiene… Pero, ¿sabe qué?”, añade cruzando por encima del espacio del escritorio que la separa del Subjefe, su voz en un susurro: “Para mí que no lo quiso llenar… como si fuera mucho esfuerzo contestar 44 páginas”. El Subjefe, elevando aún más las cejas y bajando la mirada, asiente.

“No quiere corretear a los alumnos para que llenen su expediente, entreguen su foto y proporcionen su pedigree. No se puede trabajar con alguien tan desconsiderado. ¿Y qué cree? Cuando le pedí que llenara en línea el documento que nos mandaron de SEMS primero me dijo que sí (yo creo que para darme el avión) y al poco rato me lo encuentro tan campante y me dice con todo descaro: ‘No voy a llenar un archivo de Excel de 184 hojas’. ¿Qué quiere, entonces cómo piensa registrar los 24 rubros de cada uno de sus 48 alumnos? Ah, y se queja de que el expediente parece el currículum de un aspirante a la NASA”.

“No”, concluye muy satisfecho el Subjefe: “No le vamos a dar constancias”.

Y claro, no me dieron constancias. Aunque para lo que me sirven. Al final la benemérita comisión no me acepta las tales constancias aunque vayan firmadas por el mismísimo Benemérito Rector.

Decidí no participar en el programa de Tutorías porque ha perdido su esencia, si es que alguna vez tuvo una. Este asunto tiene todos los defectos de nuestra educación, más otros añadidos:

  1. A los profes nos exigen tiempo (gratis) del que no disponemos. Los contenidos temáticos nos ahogan, nunca es posible cubrir a cabalidad un programa, porque aparte de la sobrecarga de información (sí, todavía se estila esto, las competencias son...) se deben considerar las suspensiones, los puentes, las pachangas y las diarreas de los involucrados. ¿En qué momento, entonces, podemos dedicar tiempo a labores de tutorías?
  2. Además de nuestras labores inherentes (preparar clases y material, atender nuestra carga horaria, revisar tareas y actividades extraclase...) debemos llenar formularios, tablas, informes, entregar papeles, papeles y más papeles que lo único que hacen es atentar contra nuestro medio ambiente. ¿Dónde queda toda la información que de diferentes instancias nos solicitan? ¿Cómo han ayudado a mejorar el rendimiento escolar y el desempeño académico?
  3. Nos exigen una especialización que estamos lejos de dominar, y los cursos que se sacan de la manga y diseñan sobre las rodillas ayudan poco en este sentido. Digo, si ni a veces estamos capacitados para el área a la que dedicamos gran parte de nuestra vida... ¿qué decir del asunto éste de ser tutor?
  4. Y hay que reconocerlo, el interés de nuestras autoridades no va más allá que el del llenado del expediente, el de engordar las cifras con las que se quiere fingir que contamos con una educación de calidad.

Sí, por cualquier lado que se le mire, este asunto de las tutorías presenta muchas aristas. A mí me parece que con el nuevo modelo educativo solo se busca maquillar los problemas, ponernos a llenar informes, formularios, cuestionarios y no sé cuántas cosas más que más que profesores o tutores, nos convierten en burócratas.

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