A Antonio Neri lo conozco desde el lejano (para los tiempos que corren) 1997, cuando lo tuve inscrito en un curso de Literatura en la Preparatoria 7. En esas fechas resultó ganador del concurso FIL Joven en el género de poesía. Desde entonces ya se percibían los temas que hasta su último libro, Revolución groovy, serían recurrentes en sus textos: la irreverencia hacia las convenciones, el desenfado en el uso del lenguaje, que no rehúye del empleo de ciertos términos cuando el verso lo exige, la burla y la ironía que muestra lo grotesco, ridículo o caricaturesco de ciertas situaciones o momentos.
Por diversas circunstancias he seguido su trayectoria, principalmente porque desde aquellos sus años estudiantiles, las afinidades mutuas establecieron lazos afectivos y de amistad que han ido consolidándose al paso de los años. No solo es autor de libros como Cuerpo roto, Playas underground o Vertebración del silencio, sino que además ha participado como compilador algunas obras (El viento y las palabras. Renovación poética de Jalisco) en las que abre espacios para jóvenes que, de otra manera, no tendrían manera de dar a conocer sus trabajos literarios.
Esta labor de promoción continúa y adquiere mayores dimensiones en su labor como profesor de la Preparatoria 20 de la Universidad de Guadalajara, en el Departamento de Comunicación, pues no solo dedica su tiempo a la enseñanza, sino que además, entre otras cosas, promueve y fomenta la creación entre los bachilleres. De ello queda constancia por los dos encuentros de escritores preparatorianos, que el año anterior reunió a jóvenes de una docena de preparatorias de la Universidad de Guadalajara.
En la presente edición de www.agora127.com el lector puede constatar, por sí mismo, las peculiaridades de la poesía de Neri. Aunque se trata, desde luego, de una pequeñísima muestra, el atisbo a estos textos permite reconocer la voz poética de su autor.
