Por los días en que trataba de materializar esta divagación literaria, falleció el Antipoeta Nicanor Parra. La posibilidad de honrar humildemente su memoria acabó con las dudas que tenía respecto a desempolvar mis manuales literarios. Triste y casual resultó la relectura del ensayo “Antiliteratura” del escritor y crítico chileno Fernando Alegría,1 quien la define en los siguientes términos:
A partir de estas premisas, Fernando Alegría, realiza la categorización de la antiliteratura en tres grandes géneros:
Fernando Alegría establece que Nicanor Parra marcó rumbos definitivos: “Hablando de trampas, concibe el mundo moderno como una monumental cloaca para cazar ratas y hombres. […] Parra hace una previa ordenación y síntesis de vicios, crímenes, mentiras, hipocresías, estafas […] ha tenido que llevar la antipoesía a sus extremos”.
Este pequeño homenaje a Nicanor Parra incluye textos de autores cuyo espíritu antipoético trasciende épocas y lenguajes; en esta ocasión presento una breve antología de poemas escritos originalmente en inglés, pero traducidos al español. No obstante su traslado a otra lengua es posible concebir en su estructura la demolición de las formas, la anulación de las fronteras entre géneros, pero ante todo ofrecen una imagen irreverente de la condición humana.
*
La importancia de Benjamin Jonson para la literatura inglesa durante la época renacentista se ve superada, tan sólo, por William Shakespeare. Jonson destacó principalmente como dramaturgo, aunque también incursionó en la poesía y en la crítica literaria. La sátira es el elemento recurrente en su producción teatral. En el poema que he seleccionado, Jonson exalta la fragilidad, luminosidad, colores y texturas de la naturaleza antes de ser arruinadas al contacto con lo terrenal.
¿Has visto florecer una lily radiante
antes de haber sido tocada por manos toscas?
¿Has admirado la nieve mientras cae
antes de ensuciarse en el suelo?
¿Has sentido el pelaje de un castor
o el plumaje de un cisne?
¿Has olido el botón de un rosal
o un nardo al fuego?
¿Has comido de un panal de abejas?
¡Qué blanca, qué suave, qué dulce es!
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La poesía de John Donne ha trascendido épocas, su estilo y poética aún están vigentes. Transformó su estilo y estableció una lírica que cimentó la poesía conversacional característica de la literatura inglesa. De acuerdo con Patricia Garland Pinka:3 “Donne sustituyó líneas melifluas por una voz narrativa cuyo vocabulario y sintaxis reflejan la intensidad emocional de confrontación cuyas métrica y música verbal se ajustan a las necesidades de la situación dramática particular. Una consecuencia de esto es la franqueza del lenguaje que electrifica su poesía madura. ‘Por amor de Dios, amarra tu lengua, y déjame amar’, comienza su poema de amor ‘La canonización’, hundiendo al lector en medio de un encuentro entre el locutor y un oyente no identificado”.
Antes que exhale mi postrer suspiro,
Permíteme que formule, noble Amor, ciertas mandas:
si ven, mis ojos se los dono a Argos,
mas si son ciegos, Amor, te los cedo;
a la fama mi lengua, a los ministros mis oídos;
a las mujeres, o a la mar, mis lágrimas:
hasta este día, Amor, a servirle a ella
me enseñaste: a la que veinte siervos tenían;
a nadie debo dar, pues, salvo a quien tenga ya con creces.
Obsequio mi constancia a los planetas;
mi verdad a la corte y a quienes ahí viven;
mi candor y franqueza a los jesuitas.
A los bufones paso mi rumia melancólica.
Mi silencio a cualquiera que haya viajado al extranjero.
Heredo mi dinero a un capuchino:
Amor, con tus mandamientos me enseñaste
a amar donde el amor es muy mal acogido;
a dar a quienes para recibir están mancos.
Doy mi fe a los católicos de Roma;
todas mis buenas obras a los cismáticos
de Ámsterdam. Mis mejores modales,
mi cortesía, a la universidad.
Doy mi modestia a los soldados rasos;
compartan mi paciencia los tahúres:
tú me enseñaste, Amor, al obligarme
a amar a quien mi amor estima indigno de ella,
a colmar de regalos a esa que los desdeña.
Mi reputación dejo a quienes fueron
mis amigos, mi esmero, a mi adversario.
Mi incertidumbre cedo a los escolásticos,
mis achaques y excesos, a los médicos;
a la Naturaleza, cuanto compuse en verso.
A mis compinches mi ingenio heredo:
tú, Amor, cuando me hiciste adorar a quien antes
infundió en mí este amor, me enseñaste
a otorgar como un don lo que restituía.
A aquel por quien doblan ya las campanas,
denle mi vademécum; mis volúmenes
de consejos morales entrego al manicomio;
mis medallas de bronce a quienes viven
faltos de pan; mi lengua inglesa
a quienes andan por el extranjero.
Tú, Amor, al hacerme amar a una
que cree su amistad favor idóneo
para amantes más jóvenes, haces mi don desproporcionado.
Nada más doy. Empero
el mundo desharé al morir, pues amor muere también.
Tus bellezas entonces no tendrán más valor
que el oro de las minas donde nadie lo extrae;
y todos tus encantos serán igual de útiles
que un cuadrante de sol en un sepulcro.
Amor, tú me enseñaste, cuando me hiciste amar
a aquella que, a los dos, a ti y a mí, nos tiene en el olvido,
a idear y ejercer esta única manera de anular a los tres.
*
Nada nuevo puedo aportar a los miles de millones de palabras que se han escrito sobre Shakespeare y su obra; sólo me queda ofrecerte, caro lector, la sombría descripción de la naturaleza humana en este soneto de su autoría:
Cansado de todo esto, por la muerte clamo,
ver al mérito nacer mendigo,
y la escuálida nulidad alegremente adornada,
y la fe más pura traicionada miserablemente,
y el dorado honor atribuido innoblemente,
y la casta virtud prostituida brutalmente,
y la recta perfección inicuamente afrentada,
y la fuerza mutilada por el poder corrompido,
y el arte amordazado por la autoridad,
y la locura –con aire doctoral- oprimir al talento,
y la sencilla lealtad mal llamada simpleza,
y el esclavo bien servir al capitán mal;
cansado de todo esto, de todo esto quisiera yo estar lejos,
salvo que, al morir, dejaré solo a mi amor.
*
La influencia de William Blake sigue vigente en la cultura del siglo XXI y abarca todas las disciplinas en las que incursionó: poesía, pintura, grabado y filosofía. Ginsberg consideraba a Blake como el primer poeta de la generación beat y precursor de la contracultura: “No hay duda, Blake es el poeta de la modernidad, el primer visionario que anticipa las catástrofes de la sociedad tecnocrática. Blake es el espíritu que se le aparece a Allen Ginsberg una noche de 1948 —mientras leía sus Songs of Innocence and Experience (1789)— para transmitirle las esencias de su poema universal, Howl (1956), explicándole que existe un Molloch que quiere acabar con las mejores mentes de su generación, que es preciso reivindicar la imaginación y acabar con los monstruos de la industrialización”.6
La piedad no existiría
si no hiciéramos a alguien miserable;
la Misericordia no tendría lugar
si todos fuesen tan felices como nosotros.
El miedo compartido trae paz,
hasta que crecen los amores egoístas.
Entonces una trampa se urde en la crueldad y lanza con cuidado sus señuelos.
Se posa con temores sagrados
y riega la tierra con lágrimas;
entonces la humildad extiende las raíces bajo sus plantas.
No tarda en alzar sobre su cabeza la lúgubre sombra del misterio;
y el gusano y la mosca
se alimentan de ese misterio.
Luego crece en el árbol el fruto del engaño,
rojo y dulce al paladar,
y el cuervo teje su nido
bajo su sombra más espesa.
Los dioses de la tierra y el mar
observaron todo buscando ese árbol,
pero vana resultó la búsqueda:
crece uno dentro de cada cerebro humano.
*
Si Blake anticipó las catástrofes de la sociedad moderna, Poe las vivió en carne propia. Basta con dar lectura a la biografía escrita por Julio Cortázar para darnos cuenta de lo triste y tormentosa que fue su existencia de principio a fin: “En un intervalo de lucidez, parece haber preguntado si quedaba alguna esperanza. Como le dijeran que estaba muy grave, rectificó: ‘No quiero decir eso. Quiero saber si hay esperanza para un miserable como yo’. Murió a las tres de la madrugada del 7 de octubre de 1849. ‘Que Dios ayude a mi pobre alma’, fueron sus últimas palabras”.
Tu alma, sobre la tumba de piedra gris
yacerá a solas con sombríos pensamientos;
nadie, en toda esa intimidad,
penetrará en la delgada hora de tu secreto,
sé silencioso en esa quietud,
la cual no es soledad,
los Espíritus de los Muertos,
de quienes te precedieron en la Vida,
te rodearán en la Muerte,
y enlazarán con sombras, tu quietud;
la Noche, límpida tan clara, se oscurecerá,
y las estrellas nos arrebatarán su brillo
desde sus altos tronos en el Cielo,
con su luz de esperanza para los mortales,
pero sus esferas rojas, apagadas,
en tu hastío tendrán la forma de Fiebre y Llamas,
y te reclamarán para siempre.
Ahora son pensamientos que no desterrarás,
ahora son visiones casi desvaneciéndose;
de tu Espíritu no pasarán jamás,
como la gota de rocío muere sobre la hierba.
La brisa, aliento de Dios, es inmóvil,
y la niebla sobre la colina
sombría, sombría, y a la vez intocable,
es una Señal y un Símbolo.
¡Cómo se extiende sobre los árboles,
misterio de Misterios!
*
En estos tiempos míseros y violentos en donde la cifra de víctimas de la violencia del hombre contra sus semejantes aumenta cada segundo, comprobamos la sombría y macabra vigencia del siguiente poema de Whitman:
Quiero ahora referir lo que contaban en Texas cuando yo era un muchacho
(no me refiero a la caída de Álamo,
nadie pudo escapar para contar sobre la caída de Álamo,
ciento cincuenta hombres siguen mudos en Álamo),
es la historia del asesinato a sangre fría de cuatrocientos doce jóvenes.
Al batirse en retirada se atrincheraron en un hueco cuadrado del terreno,
con su impedimenta a guisa de parapeto,
novecientas vidas del enemigo que los rodeaba, nueve veces su número, fue el precio que cobraron por anticipado,
cayó herido su comandante, perdieron las municiones,
ofrecieron una capitulación honorable, recibieron las condiciones firmadas y selladas
entregaron las armas y se volvieron prisioneros de guerra.
Eran la gloria de los guardabosques, incomparables como jinetes, incomparables como tiradores,
sin rivales para el canto, para el amor,
magnánimos, turbulentos, generosos, hermosos, altivos y afectuosos,
sufridos, tostados por el sol, vestidos con el traje libre de los cazadores,
ninguno de ellos tenía más de treinta años.
En la mañana del segundo lunes los sacaron en grupos y los asesinaron; fue a principios de un verano espléndido,
la faena comenzó a eso de las cinco de la mañana y acabó a las ocho.
Ninguno obedeció la orden de arrodillarse,
algunos hicieron un esfuerzo descabellado e inútil
por arrojarse sobre sus asesinos;
otros permanecieron de pie, erguidos, impávidos,
algunos cayeron en seguida,
heridos en la cabeza o en el corazón,
los vivos yacían confundidos con
los muertos,
los mutilados y despedazados se revolcaban en el polvo,
los que llegaban después los veían allí,
unos pocos, agonizantes, intentaron huir
arrastrándose,
fueron rematados a bayonetazos y culatazos,
un niño de diecisiete años se asió de su asesino
hasta que dos de sus compañeros vinieron a liberarle,
lo despedazaron entre los tres
y se bañaron con la sangre del niño.
A las once comenzó la cremación de los cadáveres;
tal es la historia del asesinato de cuatrocientos doce jóvenes.
*
Dickinson nos ofrece, en este breve poema, una profunda reflexión sobre la relación entre el hombre y dios. La interlocutora se encomienda a dios para buscar alivio; pero no es escuchada, intensificando su sentimiento de miseria y abandono.10
Es claro — que recé
¿y a Dios le importó?
le importó tanto como si un pájaro
en el aire — golpeara con su pata
y gritara dame —
razón — vida
que no hubiera tenido — sin ti
más piadoso hubiera sido
en la tumba de átomo dejarme —
alegre, aniquilada, dichosa y muda —
en lugar de esta penetrante miseria.
*
En la misma tesitura que la del poema de Dickinson, Robert Louis Stevenson explora en el siguiente otra faceta del misticismo: la redención a través del castigo divino:
Si he titubeado más o menos
en mi gran tarea de felicidad;
si he jugado mis cartas durante toda mi vida
y no he mostrado un glorioso rostro matinal;
si los rayos de felices ojos humanos
no me han conmovido; si los matinales cielos,
los libros y mi alimento, y la lluvia del verano
sobre mi sombrío corazón se derramaron en vano:
Señor, dame tu fuerza
para que despierte mi tosco espíritu,
o, si soy demasiado obstinado, Señor,
elije Tú, y antes de que este espíritu muera,
dame un dolor tan penetrante o una culpa tan atroz
que reviva mi muerto corazón.
*
Pound es un ejemplo claro de antipoeta: vanguardista e innovador de la estructura del poema y del lenguaje mismo; su vida personal no estuvo exenta de situaciones extremas; acusado de fascista, antisemita, traidor a la patria y al final diagnosticado como esquizofrénico. Fue encarcelado y confinado a una clínica psiquiátrica. Pound legó a la humanidad una de las obras literarias más importantes de la historia. Iniciador de las literaturas de vanguardia del siglo XX fue, además, precursor y maestro en el uso del verso libre (la versión del poema presentado es de Javier Calvo).
Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.
Hablad contra la opresión inconsciente,
hablad contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablad contra las ataduras,
id a la burguesa que se está muriendo de tedio,
id a las mujeres de los barrios residenciales,
id a las repugnantemente casadas,
id a aquellas cuyo fracaso está oculto,
id a las emparejadas sin fortuna,
id a la esposa comprada,
id a la mujer comprometida.
Id a los que tienen una lujuria exquisita,
id a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
id como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
id con vuestro filo contra esto,
reforzad los sutiles cordones,
traed confianza a las algas y tentáculos del alma.
Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.
Id a los adolescentes a quienes les asfixia la familia…
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.
Salid y desafiad la opinión,
id contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Id contra todas las clases de manos muertas.
*
El premio Nobel a Bob Dylan, de acuerdo con el argumento de la academia sueca, de haber creado “nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición americana de la canción” permitiría considerar como expresión de la poesía aquellas canciones en lengua inglesa de autores como Jim Morrison y Bruce Springsteen:
Un niño nació en el Sendero de los Apalaches.
Al cumplir seis meses de edad había pasado tres encarcelado
con sus piececitos descalzos y en pañales asaltó un banco
lo único que dijo fue: “Amigos, mi nombre es Forajido Pete.
Soy Forajido Pete, ¿pueden escucharme?”
A los veinticinco años robó un pony Mustang
montado en ella cabalgó y cabalgó alrededor del paraíso
padre Jesús, soy un asesino, un ladrón y un forajido
donde me detengo siembro el dolor
soy Forajido Pete, ¿puedes escucharme?
dejó una estela de lágrimas a lo largo del país
por donde pasaba las mujeres lloraban y los hombres morían.
Cierta noche lo despertó el augurio de su muerte
ensilló su pony y cabalgó profundo hacia el oeste
se casó con una chica navajo y sentó cabeza
mientras veía caer la nieve apretó contra el pecho a su hermosa hija
soy Forajido Pete, ¿puedes escucharme?
Desde oriente montando un semental irlandés
llegó el cazarrecompensas Dan
su corazón latía acelerado y ardía en la necesidad de atrapar a su presa
encontró a Pete pescando plácidamente en un río; sacó su pistola y le apuntó
Dan dijo: “Pete, crees que has cambiado, pero no es así”.
Amartilló su arma, jaló el gatillo y gritó: “¡Comencemos!”
Pete sacó un cuchillo de su bota, lo lanzó y atravesó el corazón de Dan
mientras yacía en su propia sangre y agonizaba baja el sol Dan sonrió y
susurró a Pete en el oído: “No podemos deshacer todo lo que hemos hecho”.
Eres Forajido Pete, ¿puedes escucharme?
Durante cuarenta días con sus noches Pete cabalgó sin parar
llegó a la cima congelada de una montaña, ahí descansó
miró volar un halcón sobre las cumbres desiertas; deslizándose por las laderas
llegó hasta un precipicio y clavó sus espuelas profundamente en el costado del pony.
Cuentan que Pete y su pony se desvanecieron mientras caían al vacío
otros cuentan que aún yacen congelados en la cumbre de la montaña
una joven navajo se baña en el río, su piel es muy blanca
trenza su cabello con tiras de las chaparreras de Pete
Forajido Pete, ¿puedes oírme?
1 El ensayo está incluido en la compilación, coordinada por César Fernández Moreno, América Latina en su literatura. México, Siglo XXI Editores, 1988.
2 “Have You Seen the Bright Lily Grow?” Benjamin Jonson. Versión de Ramón Valle Muñoz.
3 Educadora y académica norteamericana en el ámbito de la lengua inglesa americana. Colaboró como reportera en periódicos de Atlanta y Los Ángeles. Publicó en 1983 el libro This Dialogue of One: The Songs and Sonnets of John Donne. El fragmento citado proviene del artículo escrito para la Enciclopedia Británica y puedes consultarlo de manera íntegra en https://www.britannica.com/biography/John-Donne.
4 Donne, John. Poesía erótica. Canciones y sonetos de John Donne (1572-1651). Versiones de José Luis Rivas. Editorial Aldvs. México. 2005.
5 Numerado como 66, forma parte de la colección de 154 poemas publicados originalmente en 1609. Al ser del dominio público, las reediciones y traducciones alrededor del mundo son innumerables. La versión que aquí se presenta es una traducción de Pablo Mañe Garzón. Los sonetos. Ediciones 29. Barcelona. 1993.
6 Alexis Racionero Ragué. “William Blake: del despertar de la imaginación a la Generación Beat”. En http://www.pliegosuelto.com/?p=12774.
7 “The Human Abstract”, publicado en la antología de 1794: Canciones de inocencia y experiencia (Songs of Innocence and of Experience).
8 “Espíritus de los muertos” (Spirits of the Dead) —titulado originalmente “Visitas de los muertos” (Visits of the Dead)— Edgar Allan Poe (1809-1849). Publicado en la antología de 1827: Tamerlán y otros poemas (Tamerlane and Other Poems) y reeditado en 1829 en la colección Al Aaraaf, Tamerlane y otros poemas menores (Al Aaraaf, Tamerlane, and Minor Poems).
9 Versión de Francisco Alexander incluida en la antología ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Mondadori. Madrid. 1998.
10 Sin título, versión de Silvina Ocampo, incluido en la antología 60 poemas. Emily Dickinson. Mondadori. Madrid. 1998.
11 Traducción de Txaro Santoro y José María Álvarez, incluida en Cantos de viaje. Mondadori. Madrid. 1998.
12 “Outlaw Pete”. Bruce Springsteen. La cancion aparece en el disco Working on a Dream (2009). Versión de Ramón Valle Muñoz.
Julio Alberto Valtierra
Julio García Ventureyra Argentina
Veselko Koroman Croacia
Fotografía
Itzel Rico
Antonio Marts
Exposición en el MUSA
Dibujos
Pintura
Donovan Urzúa Santiesteban
Esmeralda Rodríguez