“Para escribir un poema utilizamos las mismas palabras que usamos para hacer la lista del supermercado” es una frase que suelo decirles a mis alumnos de la preparatoria cuando hablamos acerca de literatura y las funciones del lenguaje.
Para ilustrar escribo en el pizarrón “Mi corazón es la suela de un zapato viejo” y les explico: Esta es una metáfora; a continuación les pregunto: Díganme, ¿qué palabra no conocen? Por supuesto, su respuesta es que las conocen todas.
Entonces, suelo agregar que para hacer literatura usamos las mismas palabras que utilizamos todos los días para comunicarnos con los demás porque no existen diccionarios exclusivos para poetas, no hay palabras especiales para escritores. “Entonces, ¿qué es lo que le da el carácter artístico a las palabras?”, me preguntan ellos.
“La intención con la que usamos el lenguaje y la manera diferente en la que combinamos las mismas palabras de todos los día”, les respondo.
Y entonces les explico que el lenguaje escrito básicamente tiene dos funciones: la formal o comunicativa y la creativa o artística.
En ediciones anteriores de www.agora127.com mencioné que uno de los objetivos más importantes que se plantean en los programas de educación básica para favorecer el desarrollo del ser humano es el de adquirir la capacidad para expresarse por medio del lenguaje escrito.
Asimismo, comenté que es tarea de los maestros enseñar estrategias que permitan a los alumnos adquirir el mecanismo de la escritura y comunicar mensajes claros, precisos y correctos; y que a esto debe agregarse el que los alumnos también sean capaces de expresarse por escrito en forma creativa.
Sin embargo, muchos alumnos de bachillerato tienen inquietudes literarias que nunca han sabido canalizar, pues en sus doce años de escuela obligatoria casi nadie le ha dado demasiada importancia a la escritura libre y creativa. Y escribir a base de pura intuición puede resultar más difícil de lo que parece.
Por esa razón, en esta edición vamos a explorar algunos aspectos relacionados con el desarrollo de la escritura creativa, los cuales forman parte de la respuesta que le doy a mis alumnos cuando me preguntan: “¿Qué es lo que les da el carácter artístico a las palabras?”
Por lo tanto, si vamos a hablar de escritura creativa lo primero que debemos aclarar es a qué nos referimos cuando usamos este término.
Como su propio nombre lo indica, la escritura creativa es cualquier tipo de escritura que se salga de los esquemas que le puedan imponer sus usos comunicativos estándar, por ejemplo en los manuales, en el periodismo, en escritos técnicos o científicos, en libros académicos o en textos legales. Cuando escribimos tratando de buscar un efecto adicional a la mera comunicación, o buscando un punto de originalidad que distinga nuestro texto de otros discursos similares, estamos practicando la escritura creativa.
Esta definición es muy amplia y engloba una gran cantidad de manifestaciones. Tradicionalmente, la literatura ha sido considerada como el mejor exponente de la escritura creativa, incluyendo los tres géneros mayores: poesía, narrativa y teatro. Sin embargo, la escritura creativa se da en muchos más ámbitos de ficción, por ejemplo en los cómics, las novelas gráficas, el cine, las series de televisión o los videojuegos. Otras manifestaciones de la escritura creativa forman parte de lo que se denomina la no-ficción creativa, la cual incluye algunas obras periodísticas como las crónicas, los ensayos, los libros de viajes, las memorias o géneros más modernos como la escritura en blogs y redes sociales.
El término escritura creativa se encuentra asociado muy frecuentemente con la enseñanza de la práctica artística o literaria de la escritura, siendo una traducción del concepto inglés de nombre idéntico: “creative writing”.
Generalmente, la escritura creativa es enseñada en talleres, en los cuales los estudiantes someten su trabajo original a la crítica. Los posibles programas pueden ser bastante variados, comprendiendo aspectos editoriales, de técnicas literarias, sobre géneros, sobre recursos para la inspiración o contra el bloqueo, etcétera.
Pero yo creo que, antes de asistir a un taller, nuestros primeros pasos en el desarrollo de la escritura creativa podemos darlos solos, utilizando algunas herramientas o estrategias básicas.
Mucha gente cree que no se puede enseñar a escribir literatura o que el oficio de escribir de manera creativa no requiere de trabajo por la falsa noción que se tiene de que los escritores hacen todo a puro golpe de inspiración o gracias a un diálogo apasionado con una musa que de pronto baja del Parnaso y convierte al escritor en un puente vivo entre una conciencia superior y una computadora.
Pero esto no siempre es así, ya que las musas suelen ser muy esquivas y caprichosas. La escritura es una actividad que requiere de trabajo y dedicación. En mi experiencia personal podría decir que la “inspiración” es tener una idea previa y escribir a partir de ella siguiendo y aplicando ciertas estrategias de la escritura creativa. O como dijera el cantautor catalán Joan Manuel Serrat: “Si las musas existen, yo trato de que me pillen trabajando”.
La escritura creativa es uno de los tipos de escritura que más les gusta a los estudiantes o aprendices de escritor, no solo porque les permite explorar su imaginación sino también porque les ayuda a estructurar sus ideas y producir textos de los que pueden sentirse satisfechos y en algunos casos hasta orgullosos.
Sin embargo, la escritura creativa también es relativamente difícil de enseñar y presenta desafíos para los profesores, tanto nuevos como veteranos. Afortunadamente, con un poco de esfuerzo, los profesores podemos desarrollar nuestras propias habilidades para enseñar escritura creativa.
Aunque muchos no lo creen, la escritura es un oficio que se puede aprender. Si quieres escribir, puedes hacerlo, pero primero debes conocer las técnicas del oficio de contador de historias. Porque una historia puede adoptar muchas formas: la de un cuento o una novela, sí, pero también la de una conferencia, un anuncio publicitario, una biografía, un blog en internet, etc.
Tomar un curso o asistir a un taller de escritura creativa puede serte muy útil, pero no te convierte automáticamente en un destacado escritor.
Los cursos y talleres no son imprescindibles para aprender a escribir, pero ayudan. Son un buen lugar para que te formes tu propia idea de lo que significa ser escritor y para empezar a crear hábitos y rutinas, para aprender a diseñar un proyecto, probar diferentes formas de trabajo y formarte una perspectiva sobre el negocio editorial, este mundo relativamente inevitable para quienes quieran publicar lo que escriben.
Pero lo que te hace escritor no es asistir a un curso o taller, sino escribir.
Y el primer paso para escribir una historia es… comenzar a escribir. Debes superar los miedos asociados a la creación, liberar la imaginación y conocer las técnicas que te permitirán expresar tu talento (los diferentes usos del lenguaje, la construcción de los personajes, la construcción de la escena, los tipos de narrador, el manejo del tiempo, etc.).
Y como dije antes, yo creo que, antes de asistir a un curso o taller, tus primeros pasos en el desarrollo de la escritura creativa puedes darlos solo; lo que necesitas es un poco de talento, tu imaginación desatada y el conocimiento de algunas herramientas o estrategias básicas.
Con el tiempo y la práctica dominarás las técnicas y llegará el momento en que tu escritura será sumamente creativa.
Quizá después de leer lo anterior te preguntarás: “Todo esto está muy bien, ¿pero qué es lo que le da el carácter artístico a las palabras, cuáles son los primeros pasos que debo dar para desarrollar mi creatividad?”
Bueno, lo primero que puedo decirte es que para aquellas personas que están iniciándose en la escritura creativa y quieren profundizar en los recursos y técnicas de la creación escrita, aprender a redactar implica escribir y leer mucho.
Quizá sugerir la práctica constante de la escritura como una forma de dominar el proceso de composición sea muy obvio, pero es necesario recordar que la escritura es una habilidad y que el procedimiento natural para desarrollarla, como a cualquier otro tipo de destreza, es la práctica constante. Esta brinda antes que nada experiencia, es decir, conocimiento de primera mano sobre los obstáculos más frecuentes en el acto de escribir y también sobre los recursos, estrategias y técnicas más fructíferas, aquellas que nos han permitido salir de nuestros apuros y bloqueos.
Escribir con frecuencia es el equivalente del entrenamiento en las actividades deportivas: no solo prepara y acondiciona nuestro cuerpo y nuestra mente, sino que, a su vez, nos proporciona el estado propicio para un desempeño satisfactorio. En síntesis, mejora tu escritura escribiendo.
Leer mucho es otra de las actividades que acompaña al aprendizaje de la escritura creativa. La necesidad de leer para escribir no se agota en la simple tarea de conseguir datos, de adquirir información para convertirnos en conocedores de un tema. La lectura mejora nuestra escritura, ya que a través de ella nos ponemos en contacto con enfoques y perspectivas de análisis, modos de tratar los temas, estilos de escritura y usos del lenguaje, todo lo cual estimula y ensancha nuestra imaginación. En este sentido, más que una manera de conseguir datos o hechos, a través de la lectura formamos los modelos que guiarán nuestra propia manera de escribir (en la edición 10 de www.agora127.com hablé acerca de que debemos leer como escritores).
Leer un gran autor y hacer un esfuerzo por imitarlo dan un impulso enorme a nuestra forma de escribir. Ahora bien, no se trata de plagiar un estilo o de suprimir nuestra identidad para parecernos a otro, pero la imitación puede ser una técnica excelente para comenzar nuestro camino en el desarrollo de la escritura creativa. Indudablemente, poco a poco irás encontrando tu propia voz, tu propio estilo, tu manera personal de decir las cosas.
En otras palabras, mejora tu escritura leyendo: toma un buen libro y aprende de él: pregúntate qué estrategias siguió el escritor, cómo enlazó las diferentes partes de su texto, qué lenguaje utilizó, en qué tono lo hizo, cómo vinculó todo esto a su propósito final.
Otra recomendación importante para desarrollar la escritura creativa es jugar con las palabras, usándolas de manera diferente, combinándolas de manera innovadora para obtener resultados sorprendentes… y por qué no, más hermosos. Para lograrlo debemos tomar en cuenta la polisemia de las palabras y utilizar algunas figuras del lenguaje o recursos literarios.
A continuación veremos algunos de estos recursos y herramientas que nos ayudarán a estimular nuestra imaginación y a desarrollar nuestra escritura creativa.
Como dije al principio: “Para escribir un poema utilizamos las mismas palabras que usamos para hacer la lista del supermercado”; por lo tanto, para comenzar este apartado debemos enfocar la expresión escrita desde dos perspectivas:
En su función comunicativa usamos el lenguaje de manera directa, sencilla y clara. Este es el tipo de lenguaje que usamos todos los días para comunicarnos con los demás.
En su función artística usamos el lenguaje de manera indirecta, más elaborada y ambigua. Este tipo de lenguaje lo usamos cuando hacemos literatura.
El primer tipo de expresión escrita se relaciona con el aprendizaje de tareas específicas, como escribir cartas, llenar formularios, tomar notas, hacer resúmenes, escribir un informe o una reseña. Estos escritos deben someterse a ciertos mecanismos del lenguaje establecidos, respetando principios y formas, manejo de técnicas y convenciones.
El segundo tipo de expresión apunta a algo más personal de cada uno, a la libertad, a dar rienda suelta a la imaginación y a la capacidad creadora.
Ya sabes que para hacer literatura usamos las mismas palabras que utilizamos todos los días para comunicarnos con los demás. Pero tal vez vuelvas a preguntarte: ¿Qué es lo que le da el carácter artístico a las palabras?
En el español todas las palabras tienen dos niveles de significación: el denotativo y el connotativo.
El nivel denotativo indica o expresa el significado real de los objetos. Por ejemplo: gato = animal del género felino que hace miau.
En cambio el nivel connotativo sugiere otros posibles significados de esos mismos objetos. Por ejemplo: gato es una herramienta para levantar el coche; pero también puede ser un sirviente, un juego, un símbolo, etc.
De todo lo anterior podemos deducir que en el español todas las palabras son polisémicas, es decir, una misma palabra tiene muchos significados diferentes (del griego, polis = muchos; sema = significado).
Un poeta, por ejemplo, cuando escribe un poema toma en cuenta todos los posibles significados de una palabra, es decir, toma en cuenta la polisemia de las palabras y enriquece esos posibles significados con el uso de figuras de lenguaje.
Las herramientas de un albañil son: la cuchara, el cajón, la pala, el pico, el metro, etc., y con ellas construye o le da forma a las casas. Las herramientas de un carpintero son: el martillo, la regla, el serrucho, la garlopa o cepillo, etc., y con ellas construye o le da forma a los muebles. Las herramientas de un escritor son las figuras de lenguaje, ya que con ellas construye o le da forma a un poema, un cuento, una novela, etc.
El objetivo principal de la literatura es la belleza del lenguaje (no confundir con temas cursis o historias rosas). Cuando un escritor está interesado por un tema o por algún objeto tiende a darle más realce y esplendor a sus palabras, para que su forma de expresión resulte más creativa y más hermosa. Para lograrlo, el escritor debe usar ciertas figuras de lenguaje también llamadas lenguaje figurado o lenguaje tropológico.
Lenguaje figurado es aquel en el que se emplean ciertas formas de expresión que embellecen o realzan la manifestación de las ideas o de los sentimientos, apartándose así de un lenguaje más sencillo y directo.
A las figuras de lenguaje también se les llama tropos (del griego tropos que significa giros) ya que con el lenguaje figurado le damos giros a las palabras en cuanto a su significado original.
Las figuras de lenguaje o tropos son los que cambian o juegan con el significado de las palabras dando a estas un sentido distinto al original, pero ese giro tiene alguna relación con dicho sentido original. Es decir, se traslada el sentido directo de una palabra a otra para expresar o sugerir nuevas posibilidades de significado.
Como puedes ver, el lenguaje figurado o tropológico, es decir las figuras de lenguaje, es lo que nos permite ser más creativos utilizando las mismas palabras que usamos todos los días para comunicarnos con los demás.
Si a ti te gusta escribir, a continuación te presento algunos de los tropos o figuras de lenguaje más comunes para que los uses la próxima vez que te den ganas de expresar por escrito tus ideas o tus sentimientos y lo hagas de manera más creativa.
Bueno, estas son algunas de las figuras literarias más comunes, las cuales pueden ayudarte a que tu escritura sea más creativa. No están todas las que son, existen muchas más, algunas de ellas puedes consultarlas en https://www.milejemplos.com/lenguaje/categoria/figuras-literarias o en https://www.unprofesor.com/lengua-espanola/figuras-literarias-mas-comunes-con-ejemplos-1717.html. Si escribes en cualquier buscador “figuras literarias”, “figuras retóricas”, “tropos” encontrarás un buen número de páginas, no todas muy recomendables, por cierto.
En pocos casos escribir bien es un don natural, generalmente escribir de manera creativa es algo que debe aprenderse, por lo que otras recomendaciones prácticas que pueden ayudarte a desarrollar tus habilidades de escritura creativa son las siguientes:
Como dije antes, aprender a redactar de manera creativa es un desafío que implica escribir mucho, pero si lo enfrentamos de manera cotidiana nos daremos cuenta de que podemos superarlo. En otras palabras, la práctica constante nos ayudará a sembrar en nosotros mismos la confianza.
El desarrollo de la expresión escrita debe dar pie a una expresión libre y plena. Pero también debe velar por la adquisición de ciertos principios y técnicas para escribir de forma correcta.
Cualquier escrito es una forma personal y única de expresión y contiene siempre algo de creatividad, incluso en tareas que aparecen como instrumentales. Algunos escritos pueden ser mucho más creativos que otros, pero cuando una persona se esfuerza para poner sus ideas en una hoja de papel —ya sea un cuento, una carta, un informe, un poema— está siendo creativo.
Lo importante es que los dos tipos de expresión escrita (funcional y creativa) se fusionen y se enriquezcan mutuamente. Esto contribuiría a lograr una expresión escrita más plena y completa… Y más creativa.
Debemos tener presente que aprender a escribir de manera creativa es una actividad que reclama de toda nuestra atención: aprender a escribir de manera creativa no consiste en una simple manipulación de signos y palabras, no es exactamente como aprender a usar un desarmador, aprender a escribir a máquina o a andar en bicicleta; escribir de manera creativa nos obliga a utilizar todas las cosas que sabemos e imaginamos; nos impulsa a dejar volar la totalidad de nuestro ser simbólico; nos desafía a engrandecer nuestra humanidad.
Pero debes estar consciente de que aprender el oficio de escritor no es cosa de un día, ni siquiera de unos meses, en algunos casos puede implicar años: es una carrera larga que requiere de un desarrollo paciente. Pero que eso no haga morir tu pasión por la escritura.
Querido lector, si llegaste hasta aquí supongo que se debe a que en más de una ocasión te has visto tentado a plasmar tus ideas y tus sentimientos en la pantalla de un dispositivo electrónico o en un pedazo de papel (o tal vez ya lo hiciste); ojalá que la próxima vez que lo hagas pongas en práctica estas recomendaciones. Ten presente que solo se aprende a nadar aventándose al agua, es decir, solo hay una manera de aprender a escribir: escribiendo.
¡Aviéntate!
Pd. Por cierto, ¿ya descubriste qué es lo que le da el carácter artístico a las palabras?
María Izquierdo
ERRE | Taylor
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Toni Catany
Andrés Guzmán Díaz
Luis Octavio Vázquez
Tere Acosta
Patricia Bañuelos
Beth Guzmán
Raúl Caballero