Las atracciones más emocionantes son entre
dos opuestos que nunca se encuentran
En diciembre de 2015 el pintor Víctor Hugo Pérez le propuso a su colega Juan Carlos Macías trabajar un par de piezas de dibujo al alimón; así podrían dialogar las dos maneras gráficas de los artistas, ambos ubicados dentro de una visualidad referencial o figurativa y practicantes sui generis de expresionismos marcados por la deformación y la estilización en el imaginario.
En ese entonces, no vislumbraban que lo que comenzó como un juego / desafío entre amigos, daría lugar a una temporada de producción muy consistente que se prolongaría por más de dos años, hasta febrero de 2018.
En la primera etapa de producción trabajaron con modelos en vivo y con algunas referencias fotográficas; apostaron por formatos medios y se enfocaron en temas simples: personajes situados en foros o en espacios neutros. Esta primera fase representó una oportunidad para confrontar estilos y procedimientos creativos.
En el transcurso del otoño de 2016, los artistas hicieron una revisión autocrítica del proceso, tomaron nuevas decisiones e hicieron ajustes en las reglas del juego colaborativo: eligieron el carbón como técnica central y comenzaron a trabajar en formatos grandes; por otro lado, acordaron —de forma natural— que las mujeres serían las protagonistas de su trabajo. Tras una consideración de que la palabra fémina se relacionaba, en el tiempo, con la palabra hembra, resolvieron titular así el proyecto. En ese momento, la elección del título no implicaba postura alguna en relación con los debates de género, acerca de la corrección política, a propósito de la realidad contemporánea o en términos de la discusión de los contextos de la dinámica social.
Desde el punto de vista de la elaboración temática, es posible afirmar que Hembras derivó también en un juego de “paráfrasis y homenajes” (de acuerdo con las propias palabras de Macías y de Pérez), a sus autores predilectos: Picasso, da Vinci, Miguel Ángel, Rembrandt, El Bosco, Manet, Balthus, Goya, Jiři Anderle. Y, en un nivel muy interesante, la naturaleza de la colaboración los llevó a glosarse mutuamente: Víctor Hugo Pérez realizó una versión propia de una pieza de Juan Carlos Macías y viceversa.
Traer al presente la estrategia de la producción colaborativa, representó una serie de cuestionamientos para los artistas; en primer lugar, se preguntaron hasta qué punto serían incompatibles o disonantes sus sensibilidades, hábitos laborales, visiones y discursos; en segundo lugar, tuvieron que esforzarse para programar con precisión sus respectivos tiempos, de manera que los proyectos personales y el proyecto de colaboración no se obstaculizaran entre sí. La respuesta a estos cuestionamientos quedaría evidenciada por el poderoso cuerpo de la obra producido.
