Esta exposición presenta 26 obras pertenecientes a la colección particular más importante de arte moderno mexicano. En ella, María Izquierdo es un pilar fundamental.
La muestra está dividida en tres grupos temáticos: Los retratos y autorretratos, La vida cotidiana y La vida en la intimidad. En ellos se podrá descubrir cómo la artista percibía la vida con un toque melancólico —que deja ver a lo largo de sus paisajes áridos—, su gusto por el arte popular, la nostalgia por las costumbres del campo, su visión sobre la intimidad de un hogar, lo que para ella era la mexicanidad y las ideas que tenía sobre la sociedad de su tiempo.
Izquierdo estudió en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, fue la primera artista mexicana que presentó una exposición individual en los Estados Unidos, además, tuvo grandes exhibiciones en varias ciudades de Latinoamérica y su amigo Antonin Artaud, poeta francés, quedó tan enamorado de sus obras que llevó consigo algunas para darlas a conocer en Francia.
Su pintura, genuinamente mexicana, es libre y fiel a su interpretación y estilo. Con pinceladas sueltas y cargadas de pigmento creó imágenes que reflejan, en apariencia, una aproximación inocente hacia las cosas.
Nace María Cenobia Izquierdo Gutiérrez en San Juan de los Lagos, Jalisco, en 1902. Durante su infancia, emigra a la ciudad de Aguascalientes. Posteriormente, se traslada a Saltillo. En 1927 inicia su primer periodo creativo. De las obras de esta época, destacan los retratos de sus seres queridos, las composiciones de naturalezas muertas, las vistas de paisajes y las representaciones de caballos, animales que serán una constante dentro de su producción.
Al año siguiente emprende de manera formal su educación artística e ingresa a la Escuela Nacional de Bellas Artes —la antigua Academia de San Carlos— en la Ciudad de México. Conoce a Rufino Tamayo, con quien mantiene una relación sentimental y establece una influencia plástica recíproca.
Presenta una exhibición en el Art Center de Nueva York (1930), hecho que la convierte en la primera pintora mexicana en tener una muestra en Estados Unidos. Participa en la exposición Twenty Centuries of Mexican Art en el Museum of Modern Art de Nueva York (1940).
En 1943 expone sus obras, de manera individual, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Dos años después se le propone la ejecución de un mural de más de 200 metros cuadrados dentro del edificio que alberga al Gobierno del Distrito Federal. No obstante, por comentarios que realizaron en su contra Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, se le retira la encomienda.
Sus piezas son expuestas junto a pinturas de Frida Kahlo, Diego Rivera y Rufino Tamayo. Los óleos elaborados en esta época (1946-1947) son de los mejores de su trayectoria por su impacto visual y por los juegos de perspectiva que sugieren.
En 1948 un coágulo se aloja en su cerebro y le provoca una parálisis en el lado derecho del cuerpo. A pesar de su condición, continúa pintando con la mano izquierda. En sus últimos años elabora alrededor de una veintena de cuadros, legado estético que sobresale por su variación en la paleta de color. Se deteriora aún más su salud y fallece el 2 de diciembre de 1955.