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Lo llamaremos por el numerito

Rolando Revagliatti Argentina

Personajes A
          Soldado de la Primera Guerra Mundial
          Pelirroja
          Niño
          Niña
          Diplomático
          Jesuita
          Rabino
          Hippie
          Hippie embarazada
          La sin piernas
          Mandrake, el mago
          Rubia
          Literata
          Sencilla
          Adolescente voluptuosa
          Gánster voluminoso
          Joven “Pato-Vica”
          Viejito
          Ángel

Personaje B
          Vendedor de espirales

Personajes C
           Secretaria 1
          Secretaria 2
          Secretario

Escenario
          Decorado
Sala de espera.

  1. Dos puertas: una en lateral izquierdo con un cartelito dibujado que dice: “El Baño”; la otra en lateral derecho con un cartelito dibujado que dice: “El Hall para Entrega de los Numeritos”. (En el centro del decorado hay una puerta dibujada con un cartelito también dibujado que dice: “El”.)
  2. Sillas y sillones.
  3. Varios ceniceros de pie ubicados en proscenio.
  4. Revistero con revistas y diarios en diversos idiomas.
  5. Reloj enorme colgante que al comenzar la representación indica las 11:35 horas y al concluir las 16 horas.

Consideraciones sobre los personajes
Soldado de la Primera Guerra Mundial: Con uniforme de la Primera Guerra Mundial. Flaquito. 45 años.
Pelirroja: Pelirroja. Mucho busto. 40 años.
Niño: Moreno. Lindo. 9 años.
Niña: Rubiecita. 8 años.
Diplomático: Alto. Elegante. Canoso. Fuma en pipa. Portafolios negro. 50 años.
Jesuita: Sotana acorde. 40 años.
Rabino: Barba acorde. 40 años.
Hippie: Cabellera larguísima. Barba rala. Ojotas. Bajo. 20 años.
Hippie embarazada: Bella. Rulos. Anillos y collares. 18 años.
La sin piernas: No tiene piernas. Cabellera que le llega al suelo. Se traslada en una plataforma con rueditas. 30 años.
Mandrake, el mago: Como Mandrake, el mago.
Rubia: Platinada. Hermosa. Usa pantalones. 40 años.
Literata: Se pone y se saca los anteojos. 50 años.
Sencilla: Cabello corto. Usa pantalones. 35 años.
Adolescente voluptuosa: Rutilante. Cinturita. Alta. 15 años.
Gánster voluminoso: Corpulento. Bigotes. Anteojos oscuros. Traje cruzado a rayas. Sombrero. Zapatos amarillos. 45 años.
Joven “Pato-Vica”: Bajo. “Físico-Culturista”. Remera. Pantalón ajustadísimo. Sandalias. Carterita. Muñequera. Anillo en el índice. No fuma. 25 años.
Viejito: Esmirriado. Barba blanca que le llega a las rodillas. Cabellera blanca muy larga. Anteojos de muchísimo aumento. 90 años.
Ángel: Todo de blanco. Alas y maletín blanco. Anteojos con el marco y los vidrios blancos. Mechón blanco en la cabellera castaña. No fuma. 40 años.
Vendedor de espirales: Simpático. 25 años.
Secretarias 1 y 2: Muy altas. Sutil uniforme. Atractivas. 20 años.
Secretario: Muy alto. De frac. Buen mozo. 35 años.

Indicaciones y salvedades

  1. Los personajes “A” —excepto el Viejito— desde que son advertidos por el espectador permanecen con un papelito de un mismo color con un número impreso, en la mano o más o menos a la vista —un ojal, un anillo, sobre la oreja, un cierre relámpago.
  2. Cuando en el texto esté indicado que entran o salen deberá entenderse que lo hacen por puerta de lateral derecho.
  3. Muchos personajes fuman. Vuelcan las cenizas y apagan los cigarrillos en los únicos ceniceros existentes en el ámbito; absolutamente ningún personaje intenta aproximar a sí alguno de dichos ceniceros.
  4. Deberá entenderse que, aquí y allá, a lo largo del transcurso, Personajes A no especificados en el texto, mantienen entre sí diálogos áfonos; que otras charlas, o pedidos de fuego, o incidencias no detalladas, ocurren simultáneamente a las instancias descritas, y que de esos otros diálogos pueden oírse algunas risas ocasionales.
  5. En rigor, muchas instancias son trozos, tramos, trechos, porciones de una totalidad no descripta; las hay ya iniciadas y las hay truncas.
  6. El texto de la instancia XXI ha sido extraído del libro de W. R. Bion, Experiencias en grupo (Editorial Paidós, 1974, pág. 47).
  7. Los textos de las instancias XXII y XXV han sido extraídos del libro de Ronald D. Laing, Nudos (Editorial Sudamericana, 1973, págs. 21 y 25).
  8. Decidida en el texto la división en “instancias” y su numeración, es cierto que algunas de esas numeradas instancias, en realidad, son la segunda parte, la continuación de una instancia anterior.

Se abre el telón. Luz en resistencia que aumenta. El Soldado de la Primera Guerra Mundial y la Pelirroja están sentados, no inmediatamente al lado el uno de la otra. En proscenio, el Niño recorta fotos de una revista picaresca con una tijerita.

I
Soldado de la Primera Guerra Mundial - Pelirroja

Soldado de la Primera Guerra Mundial (a la Pelirroja, quien se hace la indiferente). “¡Quién fuera teniente coronel!”, suspiraba un teniente coronel. (Pausa.) “Si yo tuviera un batallón”, suspiro yo. “Aquel que conoce el origen de las cosas, conoce también su disolución”: Buda. (Pausa.) “Tal vez la comprometo. ¿Es por eso?” Alguien nos mira. “¿Alguien nos mira? Dígamelo, se lo suplico”, quejumbroso. (Pausa.) “Hoy tengo salida”, comunico. (Pausa.) “El laberinto es un espacio sin tiempo”. Mío no es. “¡Oh, mi muy y tanto más!...” (Pausa.) “Los sonidos acortan el tiempo. Los silencios lo alargan...”, sentenció J. A. M. Merloo, en fin. (Pausa.) “¿Es por el uniforme?... ¿Usted cree que soy solo el uniforme?”, dudo. “¿Qué pretendo, estar bien?, si hoy es domingo”. Eso fue ayer: y estaba acuartelado. “La vida es juego y es lucha. Si el juego te aburre y la lucha te cansa, estás perdido”. Está todo perdido. No y no. “Es mejor escarmentar en cabeza ajena”. Está todo. (Deja de dirigirse a la Pelirroja.) “Una charla entre yo solo, conmigo”, recapacito. “Él la necesitaba a ella para seguir ignorándose”, me distancio. (Pausa.) “Su nombre es la marca de unas mercaderías acaparadas para nadie”, temo, o mejor: prefiero. “Solo se tienen buenas razones para cometer atrocidades”: mío. “¿A la crueldad?... Eterna mujer... Lo siento: no tengo verdaderamente ninguna propensión avizorable”. ¡Mirá qué estilo! Soy más bueno que el pan.

II
Niño - Soldado de la Primera Guerra Mundial - Pelirroja

El Niño, ajeno a su derredor, comienza a canturrear. Progresivamente lo hará con mayor vigor. El Soldado de la Primera Guerra Mundial y la Pelirroja lo observan, inmóviles.

Niño. “No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te bese,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te hurgue,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te incite,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te restañe,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te hostigue,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te alimente,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te robe,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te escamotee,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te vitoree,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te trepe,
No quiero dejar de pronunciar el silencio cuando te disemine,
No quiero dejar, por fin, de pronunciar el silencio cuando impunemente te abandone!”

Pausa.

III
Soldado de la Primera Guerra Mundial - Pelirroja

Soldado de la Primera Guerra Mundial. “Por uno solo conozco a los demás”: mi amigo Virgilio. “A resultados grandes por vías estrechas”, pobre de mí, pobre de muy pobre de mí. Una tras otra. “¡Oh, triste tonto!” “El Bien es a veces molesto”: Kafka. “El Diablo es puro (se dirige a la Pelirroja) porque solo quiere el Mal”: Maritain. “Yo no soy sino por ellos, que no son nada si no lo son por mí”: Jean Genet. “La muerte corre el peligro de ser el conocimiento de mi vergüenza”: Jean Genet. “El amor es desesperación”: Jean Genet. (Deja de dirigirse a la Pelirroja.) Inconmovible. Tan inconmovible que estoy.

IV
Secretaria 1 - Niña - Niño - Pelirroja - Soldado de la Primera Guerra Mundial - Diplomático

Entra la Secretaria 1 acompañando a la Niña.

Secretaria 1. “Por acá”, dicen que diga.

Niña. “Muchas gracias”, corresponde.

La Secretaria 1 sale. La Niña queda de pie mirando al Niño, quien no advierte su ingreso. El Soldado de la Primera Guerra Mundial y la Pelirroja observan al Niño y a la Niña. La Niña con timidez se adelanta en dirección al Niño, quien sigue ensimismado. La Pelirroja mira al Soldado de la Primera Guerra Mundial, sin advertir este que es mirado. La Pelirroja se sienta más cerca del Soldado de la Primera Guerra Mundial. Por puerta de lateral izquierdo entra el Diplomático, quien observa a todos detenidamente, los que, excepto el Niño, a su vez, lo observan. El Diplomático se sienta entre el Soldado de la Primera Guerra Mundial y la Pelirroja.
Pausa
.

V
Pelirroja - Diplomático - Soldado de la Primera Guerra Mundial

Pelirroja (al Diplomático). “¿Usted cree que es una fechoría, que se soporta?” Eso lo leí: un escritorzuelo.

Diplomático. Yo leí que... “no”. Y que mi país “se adscribe a la tensión”. Tensión, y no goce.

Pelirroja. “Sí, pero ¿hasta cuándo? ¿Hasta dónde se puede? ¿Y usted sabe para qué?”, me acoso. Ya ve: me urjo.

Diplomático. “Traigo órdenes, señorita”. Eso supongo.

Pelirroja. Pero no es muy efectivo. “Pronto habrá una escisión”. Usted dirá: “Estamos preparados”. Pero no debidamente preparados.

Diplomático. ¿Vio cuando no puede hacer nada porque le pasa todo?...: la parálisis. Usted me diría: “Está mintiendo. Lo descubro en su cara, está escrito en su frente”.

Pelirroja. Hay países amigos.

Soldado de la Primera Guerra Mundial. ¿Y quién lo dice?

Pelirroja. ¡Oh!...

Pausa.

Soldado de la Primera Guerra Mundial. ¿Y quién lo dice?

Diplomático. Lo leí.

VI
Niño - Niña

La Niña se ubica al lado del Niño. El Niño la advierte, le sonríe. (Se iniciarán entre los niños jugueteos eróticos con extremadísima paulatinidad. El Niño es el activo, al principio, en esos jugueteos.) (A partir de esta instancia, las indicaciones que involucren a todos, exceptuarán a los niños.)

VII
Secretaria 2 - Jesuita - Rabino - Secretaria 1 - Hippie - Hippie embarazada

Entra la Secretaria 2 acompañando al Jesuita.

Secretaria 2. Dicen que diga: “Tome asiento”, dicen que diga.

Jesuita. Lo sabía. “Para mayor gloria de Dios”. “Voy con Él”.

La Secretaria 2 sale. El Jesuita se sienta. Entra la Secretaria 2 acompañando al Rabino.

Rabino (al Jesuita). ¿Le pisé los talones?

Jesuita. No creo. Siéntese.

Secretaria 2. Eso mismo. No lo dije. Debiera.

El Rabino se sienta al lado del Jesuita. La Secretaria 2 sale, al tiempo que entra la Secretaria 1 acompañando al Hippie y a la Hippie embarazada.

Secretaria 1. “Por acá”, dicen que diga.

Hippie y Hippie embarazada. Bien.

Secretaria 1. Gracias.

Hippie embarazada. “Haz bien y mira bien”.

El Hippie y la Hippie embarazada se sientan al tiempo que la Secretaria 1 sale.

VIII
Rabino - Jesuita

Rabino. El sistema de esa muchacha no es escandaloso. Vino a verme. Yo observaba una jaula vacía. Me sentía otro que decía: “No sé a dónde ir”. Metí los dedos entre las rejas. Nadie me miraba. Lo que hacía no estaba mal.

Jesuita. ¿El sistema consiste?... El sistema de que me habla...

Rabino. ¿¡El sistema!?

Jesuita. Sí, claro.

Rabino. Perdón. Ella me cuenta que se queda fuera la más de las veces. Ella me cuenta que se queda fuera frente a ellos. Que no se perturba. Que les ve la hilacha. Que no se ve su hilacha. No le importa que todos los hombres quieran lo mismo: le molesta advertirlo; no la entretiene el juego. Se impide fascinarse. Siempre están “in fraganti” frente a ella.

Jesuita. ¿Y bajo algún efecto?...

Rabino. No sabe con qué ayudarse.

Jesuita. Y está desesperada.

Rabino. Me contó que ni siquiera está desesperada. Pero es evidente que lo está. Se seca.

Jesuita. Derivemelá. No la entretiene el... Así que no la entretiene el...

Rabino. No.

Jesuita. Ya sabe.

Rabino. ¿Cómo?

Jesuita. Y...

IX
Secretario - La sin piernas - Pelirroja

Se oye un campanazo al tiempo que entra el Secretario acompañando a La sin piernas.

Secretario. Dicen que diga: “La llamaremos por el numerito”, dicen que diga.

La sin piernas. Muy amable. “Ponte de rodillas y creerás”: Pascal. (Es trasladada hasta alguna ubicación entre dos asientos por el Secretario, quien la empuja por los hombros.) Muy amable. “Un amigo es alguien con quien se complacería en cometer una fechoría”: Gide.

Pelirroja (sobresaltada). ¡¿Fechoría?!...

Secretario. Es mi trabajo. Y es poco. Faltaba más. Dispense.

El Secretario va hacia la puerta en lateral derecho. Se detiene. Va hasta el revistero. Toma una revista. Se la alcanza a La sin piernas.

La sin piernas. Muy amable.

Secretario. Dispense.

X
Secretaria 2 - Mandrake, el mago

El Secretario sale al tiempo que entra la Secretaria 2 acompañando a Mandrake, el mago.

Secretaria 2. Dicen que diga: “Tome asiento”, dicen que diga.

Mandrake, el mago. Ah, muy bien. (Saca un papel de su galera.) Para usted sola. Sin nervios. (Sonríe.) Bueno, para que quede en administración. (Acaricia la mejilla de la Secretaria 2.) Beodosvaldo y Curdamparo. Buscados. (Le entrega el papel.) Son pareja.

Secretaria 2. “No se preocupe”, dicen que diga también. Y sobre todo: “Tome asiento”, dicen que sobre.

Mandrake, el mago, regocijándose con el nerviosismo de la Secretaria 2, amplía aún más su sonrisa cuando esta se equivoca.

Mandrake, el mago. Mire que no tengo copia.

La Secretaria 2 sale. Mandrake, el mago, la mira irse. Observa detenidamente a todos los demás. Se sienta al lado de La sin piernas.

XI
Jesuita - Rabino

Jesuita. Monógamo.

Rabino. ¿Monógamo? ¿Qué? ¿Qué monógamo? ¿Cómo monógamo?

Jesuita. Monógamo.

Rabino. ¿Monógamo? ¿Seguro?

Jesuita. ¡Monógamo, monógamo!

Rabino. Pero...

Jesuita. ¡Le digo que es así!

Rabino. Es que...

Jesuita. ¡Sssssssstttch! ¡Monógamo!...

Rabino. Es que usted no quie...

Jesuita. ¡Dije monógamo y basta!

Rabino. Si yo le dijera...

Jesuita. ¿¡Pero por qué me contradice!? ¡Monógamo!

Rabino. Es que no se trata, en realidad, de...

Jesuita. ¡Qué intolerante!

Rabino. Pero una apertura... En los tiempos que corren...

Jesuita. ¿Usted me oye? ¿Qué dije?

Rabino. Triangular. Con número tres.

Jesuita. ¡Monógamo, histérico!

Rabino. Con respeto. No, nada de bigamia. Si usted no me deja hablar... Es otro criterio. Otro. Otro.

Jesuita. ¿Yo no dije monógamo?

Rabino. Dijo.

Jesuita. ¿Y entonces?

Rabino. Son pruebas. El criterio de triangularidad.

Jesuita. ¿Triangularidad? ¿Qué? ¿Qué triangularidad? ¿Cómo triangularidad?

XII
(La sin piernas - Niño - Niña)
Mandrake, el mago - Pelirroja

La sin piernas se traslada hasta un cenicero y arroja el cigarrillo. Mandrake, el mago, se sienta al lado de la Pelirroja. La sin piernas da un par de vueltitas alrededor de los niños, observándolos con gran curiosidad. Sin abandonar la revista sale por puerta de lateral izquierdo.

Mandrake, el mago. Disculpe, señorita... ¿Usted sabe qué revelarse es con “ve” corta?...

Pelirroja. Eeeehhh... ¿Con “ve” corta?... Eeeehhh... Es... Es ese revelarse que no es labial, con “ve” de víbora; si usted dice “bíbora” con “be” larga, sería una víbora buena... y mansa... y maternal: una “bíbora” con “be” de buena.

Mandrake, el mago. ¿Pero las víboras no son maternales?... No son maternales con nosotros, que no somos sus hijos, pero habrán de ser maternales con sus hijos.

Pelirroja. Eeeehhh... Y son víboras con “ve” corta con nosotros. (Pausa.) Eeeeeehhhhh... ¿Usted tiene predilección por los ofidios?...

XIII
Secretaria 1 - Rubia - Literata - Sencilla

Entra la Secretaria 1 acompañando a la Rubia, la Literata y la Sencilla.

Secretaria 1. “Por acá”, dicen que diga.

La Rubia se sienta próxima al Diplomático. La Literata y la Sencilla se ubican una al lado de la otra. La Secretaria 1 dado que ninguna de las tres le agradece, ni siquiera gestualmente, las mira desconcertada. La Secretaria 1 sale.

Literata (con papeles sobre su falda). ¿Mi obra?

Sencilla. Sí.

Literata. ¿Mi obra literaria? Ooohhh... Es muy vasta.

Sencilla. ¿Narrativa?

Literata. Sí... Ooohhh...: cuentos, unas pocas novelas, algún ensayo, conferencias, poesía maldita, poesía y teatro. Básicamente. ¿Pero usted me conoce?... Un guion para cine... en fin... chistes, fotonovelas...

Sencilla. ¿Esas son bases, no? ¿Municipal?...

Literata. ¿Eh? Ah, sí. Ya tengo escritos unos cuantos. Puedo participar.

Sencilla. ¿En qué?...

Literata. Inédito. Teatrofiado.

Sencilla. ¿Qué unos cuantos?

Literata. Títulos, mi querida. A ver si le suenan: “Banquete necrofílico y el menú es papá”; otro: “Al salir le estiro la mano para saludarlo, me da un beso”. Sí, largo. Ooohhh... Pienso en una tetralogía...

Sencilla. ¡Hhhumm!

Literata. “No hay mejor ciego que el que no quiere ver”; “Soñar cuesta”. Otro: “Siempre se necesita alguien que perdone”; “Caracteristericona”; y otro: “Lo bueno sí es breve”.

Sencilla. Brillante.

Literata. ¿En serio?

Sencilla. ¡Brillante!

Literata. ¿En serio?

Sencilla. ¡Pero sí!... Hace mucho que no oigo piezas tan ingeniosas. Son humorísticas, patéticas... Yo no sé cómo se puede...

Literata. Sí, algunos se admiran.

Sencilla. Alegórica. Le dirán que es un venero inagotable.

Literata. Ooohhh...

Sencilla. A mi esposo le va a encantar cuando le cuente que la conocí. A él le hubiese gustado conocerla. Se lo pierde por no acompañarme. Nosotros somos gente sencilla: lectores, espectadores... No alternamos con artistas.

XIV
Secretario - Adolescente voluptuosa

Se oye un campanazo al tiempo que entra el Secretario acompañando a la Adolescente voluptuosa.

Adolescente voluptuosa. ¡Bueno, gracias!...

Secretario. Dicen que diga: “La llamaremos por el numerito”, dicen que diga.

Adolescente voluptuosa. ¡Bueno, gracias!...

La Adolescente voluptuosa queda mirando al Secretario, quien —no instantáneamente— hace ademán indicando que puede sentarse. La Adolescente voluptuosa se sobresalta, sonríe y obedece. El Secretario la mira hasta que se sienta. El Secretario sale.

XV
Rubia - Diplomático

Rubia. Hoy me cuesta vivir. Es que nada es claro ni suficiente. Yo la oigo a mi hermanita, que todo lo cuestiona; pero ella cuestiona y combate, es distinto. Yo cuestiono para adentro, soplo para adentro; no chupo ni mastico. (El Diplomático la escucha con atención.) Quisiera que me abolieran. Pero no crea que siempre. (Pausa.) No crea que no lo tomo en cuenta. Es que cuando una está así... El sinsentido no da resuello. Una cree que, en realidad, nada tiene sentido nunca. ¡Somos tan provisorios!... ¿No le parece? (El Diplomático hace un gesto ambiguo.) Mire: yo me desespero esperando; me abarroto. No siempre tocan la tecla que me suena. Siento temor. Y envidia. Una profunda envidia. (Pausa.)

Diplomático. ¿Y tiene más hermanas?

Rubia. Ataca los claros. Dice lo que piensa. ¡Ahhh, mis otras hermanas posibles! Sí, tengo más hermanas. Hay que precaverse. Recién lo conozco.

Diplomático. Señora, soy un diplomático.

XVI
Secretaria 2 - Gánster voluminoso - Joven “Pato-Vica”

Entra la Secretaria 2 acompañando al Gánster voluminoso y al Joven “Pato-Vica”, quienes entran conversando.

Secretaria 2. Dicen que diga: “Tomen asiento”, dicen que diga.

Gánster voluminoso (al Joven “Pato-Vica” ). Eso de andar celoso de los maridos es un mal asunto. No me embarco. Las mujeres al final...

Joven “Pato-Vica” (a la Secretaria 2). Está bien, no se moleste.

El Gánster voluminoso y el Joven “Pato-Vica” sin dejar de hablar van a sentarse. La Secretaria 2 sale.

Gánster voluminoso. Las mujeres al final se quedan con sus recuerdos. Inclusive con el de uno.

Joven “Pato-Vica”. Creo que soy muy susceptible.

Gánster voluminoso. Inclusive. Y mirá que de esto sé un rato largo. Se procuran metas imposibles. El orden no hace la felicidad. Ni el orden ni el progreso hacen la felicidad. ¡Las mujeres!... Hay que convencerse.

Joven “Pato-Vica”. Me opongo a ese sentimiento. Pero no tengo alcance conmigo. Me hace desdichado. Yo no sería mi amigo.

Gánster voluminoso. No sabés cuánto daría. Pero es necesario reconocerlo. Como dice el refrán: “Lo que no sé por dónde entró, no sé por dónde salió”.

Joven “Pato-Vica”. No me pregunte cómo lo hago. Uno nunca sabe estas cosas. O a mí me pasa: cuando trato de contarlas se desvirtúan, se deshacen. Desaparezco detrás de lo que cuento, y lo que cuento, imagínese, no se sostiene.

Gánster voluminoso. Es una comedia obvia. ¡Ellas!... Cuando quieren de vos más el jodido. ¿Quién quiere actuar? ¿Vos querés actuar?... Y sin embargo, cualquier acto te representa. ¡Vivir, vivir!... ¡Después me vienen con vivir!... Con que vivir es atreverse, con que vivir es arriesgar... Todo el mundo. Con que vivir es averiguar de qué se trata.

Joven “Pato-Vica”. Y a mí me mataría ser reconocido. No salgo... no salgo... Pero no puedo evitar la lucha. Tampoco.

Gánster voluminoso. Todo el mundo. “Tengo miedo del deseo que tengo de morir”. ¡Rumano loco, Ionesco! Por eso te prevengo: tomo una posición y la fortalezco.

Joven “Pato-Vica”. Es un camino muy largo, muy largo... Extenúa.

Gánster voluminoso. ¡Entienden de asfixia, nada más! ¡Arbitrarias!

Todos miran al Gánster voluminoso.

Joven “Pato-Vica” (con ademán). Baje la voz...

XVII
La sin piernas - Hippie - Hippie embarazada

Por puerta de lateral izquierdo entra La sin piernas. Va hacia el Hippie y la Hippie embarazada. Les muestra algo de la revista.
Diálogo áfono.

Hippie embarazada. ... táctil ...

Diálogo áfono.

La sin piernas. ... Dios proveerá ...

Diálogo áfono.

Hippie. ... jactancia ...

Diálogo áfono.

La sin piernas. ... rudimentos ... cama camera ...

Diálogo áfono.

La sin piernas. ... no obstante ...

Diálogo áfono.

Hippie embarazada. ... “El inconsciente es el cuerpo”: Lacan ...

Diálogo áfono.

La sin piernas. ... el horario ...

Diálogo áfono.

Hippie. ... Todo depende de lo que uno haga con lo que se le haga a uno” ...

Diálogo áfono.

Hippie. ... la ilusión ... anónima ...

Diálogo áfono.

XVIII
Vendedor de espirales - Los demás

Entra el Vendedor de espirales con un bolso. Rápidamente entrega un espiral contra mosquitos a cada uno de los presentes, menos a Mandrake, el mago y a La sin piernas, quienes se niegan a recibirlo. El Vendedor de espirales se ubica de espaldas a la puerta de lateral izquierdo, y con un espiral en una mano se dirige a todos.

Vendedor de espirales. Damas y caballeros: Siento interferir por un lapso, finalmente, corto, a los efectos de presentar a vuestra distinguida consideración, directamente del importador al usuario, aquello que tenéis a bien evaluar en este instante, y del que solo por discreción me permito no resaltar sus fines últimos, la índole de su conveniencia, puesto que es ya extendidamente sabido cuánto no irrita ni perturba, y que en términos de eficacia es garantido, así como reconocido su prestigio en países del mundo que lo adoptaron sin reservas, y de lo cual hemos adquirido información merced a publicaciones nacionales e internacionales especializadas y a órganos en ininterrumpido contacto con un público inteligente que no desdeña, sino que por el contrario, procura esa información pertinente y respetuosa en lo que hace a una cada vez mayor amplitud de miras en órdenes que nos atañen principalmente, y que hoy y ahora tengo la satisfacción de ofrecer a ustedes a la irrisoria suma de un dólar, o peseta, o franco suizo, o rupia, o florín, y que como si fuese poco, viene acompañado por otros nueve, y que a quien me lo solicite, cordialmente paso a entregar.

El Vendedor de espirales —puesto que ninguno le compra— recoge los espirales diciendo al tomar cada espiral: “Gracias”, una vez, y “Muchas gracias”, otra. Ya guardados en el bolso todos los espirales, y de espaldas a la puerta de lateral derecho, vuelve a dirigirse a todos:

Vendedor de espirales. Agradezco a ustedes la atención dispensada y me retiro, no sin antes formular sensatamente la siguiente pregunta: “¿Es donde están y como están, donde realmente quieren estar como están?”

El Vendedor de espirales queda observando la repercusión de su pregunta. Los demás se atisban, se miran.

El Soldado de la Primera Guerra Mundial se incorpora a medias, y recupera su posición anterior.

La sin piernas se traslada hacia una nueva ubicación. Enseguida hace otro tanto la Adolescente voluptuosa.

Cambia de sitio el Jesuita. Luego el Rabino.

Simultáneamente lo hacen el Gánster voluminoso y el Diplomático.

(El Vendedor de espirales inicia una sonrisa que ampliará paulatinamente, y que no abandonará mientras permanezca.)

La Rubia se incorpora; corrige algún detalle de su indumentaria; camina sin desatender la acción anterior; sale por puerta de lateral izquierdo.

El Joven “Pato-Vica” inicia una acción de traslado, y sin que la haya concluido, Mandrake, el mago, inicia otra.

El Hippie y la Hippie embarazada cambian entre sí sus lugares.

(Algunos personajes cambian no solo de lugar físico, sino que, también, de actitud.)

El Soldado de la Primera Guerra Mundial se dirige hacia la Literata y la Sencilla, y se detiene frente a ellas. La Sencilla se incorpora. El Soldado de la Primera Guerra Mundial se sienta en el lugar abandonado por la Sencilla. La Sencilla se dirige primero hacia un sector, vacila, vacilando se dirige hacia otro, y se sienta.

La Pelirroja inicia una acción de traslado, y sin que la haya concluido, inician un nuevo traslado, el Joven “Pato-Vica”, quien vuelve a sentarse en su primera ubicación, y la Adolescente voluptuosa.

La Literata inicia una acción de traslado al tiempo que entra la Rubia por puerta de lateral izquierdo. El Soldado de la Primera Guerra Mundial se sienta en el sitio dejado por la Literata. La Rubia se sienta en el sitio dejado por el Soldado de la Primera Guerra Mundial.

(Debe entenderse que no son estos los únicos traslados posibles, ni que la sucesión descripta sea inalterable. Inclusive podría optarse por algún otro desplazamiento, aun después de la desaparición del Vendedor de espirales.)

El Vendedor de espirales sale.

XIX
¿Todos?

Simultáneamente se inician conversaciones áfonas. Al cabo de un lapso algunas conversaciones se interrumpen.

XX
Rabino - Adolescente voluptuosa

Rabino. Llevaba una capa raída y sucia, de color que alguna vez fue blanco. Y un sombrero de ala ancha que, desde luego, alguna vez fue moda. Y era cortés en el trato, y cauto, y hasta delicado, tanto, como aquellos a los que algunas veces se los reconocía caballeros.

Adolescente voluptuosa. ¡Bueno!...

Rabino. Sí, pero se ve que ya no era de este mundo; de este, que alguna vez fue mundo. Perdí con él más que un hermano. Él me lo recordó. Solo su rostro. ¡Su rostro!... Que alguna vez fue hermoso.

Adolescente voluptuosa. ¡Bueno!...

XXI
Sencilla - Rubia - Pelirroja - Soldado de la Primera Guerra Mundial - Joven “Pato-Vica” - Diplomático

Sencilla. La semana pasada pasé un momento desagradable. Estaba haciendo cola para entrar al cine cuando sentí una sensación tan rara como nunca. Realmente, pensé que me desmayaría o algo por el estilo.

Rubia. Qué suerte tiene de haber ido al cine. Si yo pudiese ir al cine sentiría que no tengo de qué quejarme.

Pelirroja. Sé lo que la señora quiere decir. Yo también me siento así, solo que yo hubiese tenido que abandonar la cola.

Soldado de la Primera Guerra Mundial. ¿No probó inclinarse? Esto hace que la sangre vuelva a la cabeza. Creí entender que usted se sintió desmayar.

Sencilla. No era desmayo, precisamente.

Rubia. Siempre he pensado que el hacer ejercicio es muy bueno. No sé si esto será lo que quiere decir el señor.

Pelirroja. Yo creo que hay que usar la fuerza de voluntad. Eso es lo que me preocupa; yo no tengo nada de voluntad.

Joven “Pato-Vica”. Me ocurrió algo similar la semana pasada, solo que no estaba haciendo cola. Estaba sentado tranquilamente en mi casa cuando...

Diplomático. Tiene suerte de poder estar sentado en su casa, tranquilamente. Si yo pudiera hacerlo, consideraría que no tengo nada que me preocupe.

Pelirroja. Yo puedo sentarme tranquilamente en casa, muy bien, pero lo que me preocupa es que nunca soy capaz de salir a ninguna parte. Si usted no se puede quedar en casa, ¿por qué no va al cine o algo así?...

XXII
Hippie embarazada - Hippie.

Hippie embarazada. Me molesta que estés molesto.

Hippie. No estoy molesto.

Hippie embarazada. Me molesta que no te moleste que yo esté molesta porque vos estás molesto.

Hippie. Y a mí me molesta que te moleste que no me moleste que te moleste que yo esté molesto, cuando no lo estoy.

Pausa.

Hippie embarazada. Me juzgás mal.

Hippie. No te juzgo mal.

Hippie embarazada. Me juzgás mal al pensar que me juzgás mal.

Pausa.

Hippie. Perdoname.

Hippie embarazada. No.

Hippie. Nunca te voy a perdonar que no me perdones.

XXIII
La sin piernas - Gánster voluminoso - Jesuita - Mandrake, el mago - Los demás - Viejito

Diálogo áfono entre La sin piernas, el Gánster voluminoso y el Jesuita. De pronto, muy sonrientes, hacen ademanes y gestos amplios hacia Mandrake, el mago, quien sonriendo también, hace gestos de negación, hasta que se oye:

La sin piernas. ¡Aunque sea uno, pero bueno!

Gánster voluminoso. Todos son buenos. ¡Uno, don Mandrake!

La sin piernas. ¡Sí, uno!

Jesuita. Aproveche la audiencia.

La sin piernas. ¡Es volver a vivir!

Gánster voluminoso. ¿Qué, es un problema de cachet?

Mandrake, el mago. No, por favor.

Jesuita. ¡El que usted quiera!

La sin piernas. Seguro que a toda esta gente le gustaría.

Gánster voluminoso. ¡Dele, anímese!

La sin piernas. ¡Sí!

Mandrake, el mago. No sé si hay quorum...

Gánster voluminoso. ¡Eeeehh!, si no va a haber quorum para usted...

Jesuita. ¿Qué dice, señor Mandrake?

La sin piernas. Sí, cómo no va a haber. Ya va a ver...

Mandrake, el mago. Voy a probar uno, en todo caso.

La sin piernas. Sí, Mandrake, lo que prefiera.

Jesuita. Imagínese, para nosotros...

La sin piernas. Es para verlo en acción.

Gánster voluminoso. Espere, no se preocupe... (Se acerca a los demás.) El señor Mandrake, el mago, nos va a hacer... (Dirigiéndose al Jesuita.) Mejor usted, padre.

Jesuita. El señor Mandrake, el mago, a nuestra solicitud, accede a hacernos uno de sus maravillosos trucos; y... bueno, descontamos la unanimidad...

Soldado de la Primera Guerra Mundial. ¡Sí, por supuesto, muy agradecidos!

Adolescente voluptuosa. ¡Bueno!...

Sencilla. ¡Ay, sí, muy bien!

Literata. ¡Fantástico!...

Diplomático. Él es también un diplomático. A su manera.

Rubia. No sabía que él era...

Sencilla. ¡Y mi marido se lo pierde!...

Mandrake, el mago se incorpora y apresta. Gran expectativa.

Mandrake, el mago. Bien, para esta prueba necesito de ustedes que no hablen ni respiren. Vamos a parir. Que no pestañeen ni se miren. (Se saca la galera, se concentra, hace pases mágicos.) “¡El corazón del cuerpo de afuera y el corazón del cuerpo de adentro!” (De golpe disminuye la luz, hasta penumbra.)

Los demás. ¡Ooooohhhhh!... (Vuelve la luz.)

Mandrake, el mago (con ademanes). “¡No una flor con pétalos de flor: una flor con pétalos de flores!” (De golpe disminuye la luz, hasta penumbra.)

Los demás. ¡Ooooohhhhh!...

Mandrake, el mago (con ampulosidad). “¡Restos diurnos!”

Oscuridad total. Pausa. Se ilumina como hasta antes de decrecer. En lateral derecho hay un nuevo personaje: el Viejito. Pausa. Todos miran al Viejito y se miran entre sí.

Mandrake, el mago. ¿Para qué pedí silencio?

Soldado de la Primera Guerra Mundial. ¡Muy bien!...

Joven “Pato-Vica”. Tengo una curiosidad...

Gánster voluminoso. Sin abusar.

Literata (a Mandrake, el mago). Después quisiera hablar con usted.

Adolescente voluptuosa. ¡Bueno!...

Hippie embarazada (al Hippie): ¿Viste?

Sencilla. ¡Qué moderno!

Rubia. ¿Uno solo?

Hippie (a la Hippie embarazada). Vi.

La sin piernas (a la Rubia). Sí.

Mandrake, el mago. Me voy a sentar.

Joven “Pato-Vica”. Señor...

Mandrake, el mago. Total...

Joven “Pato-Vica”. Mandrake...

Pelirroja. Lo felicito.

Rubia. Lo felicito. Yo también.

Diplomático (a la Rubia). ¿Y ese viejito?...

Sencilla. ¡Qué amor!

Rubia. ¿Será?...

Gánster voluminoso. ¡Y es el más famoso!

Rabino (al Jesuita). Estas cosas...

Jesuita (a Mandrake, el mago). Sinceramente...

Soldado de la Primera Guerra Mundial. (a Mandrake, el mago). Sí, yo comparto.

El Viejito comienza a caminar. Tropieza con los pies de la Pelirroja. Mira desde cerquísimo el rostro de la Pelirroja. Mira a otros, aunque no en todos los casos el rostro, siempre aproximándose mucho. Los demás, en silencio, se hacen discretos gestos, algunos sonríen. El Viejito cesa su rastreo al encontrar un asiento desocupado. Se sienta. Pausa. Todos miran al Viejito, quien con parsimonia busca y rebusca en sus bolsillos, hasta extraer, por fin, un “numerito” como el de los demás. Se irá adormeciendo.

XXIV
¿Todos?, excepto el Viejito

Simultáneamente se inician diálogos ya ocurridos a lo largo de la representación. Al cabo de un lapso algunas conversaciones se interrumpen, otras continúan áfonas. (Solo prosigue fónicamente el diálogo que supuestamente iniciado en esta instancia, conforma el de la siguiente instancia XXV.)

XXV
Hippie - Hippie embarazada

Hippie. Lo malo con vos es que me tenés envidia.

Hippie embarazada. Lo malo con vos es que pienses eso.

Pausa.

Hippie. Nunca reconocés mis méritos. No podés soportar la idea de admitirlos.

Hippie embarazada. En eso te equivocás. No podés soportar la idea de que no me importen.

Pausa.

Hippie. Además, no podés dejar de proyectar. La frígida sos vos.

Hippie embarazada. No lo era cuando te conocí. (Pausa.) Al menos podemos ser amigos.

Hippie. Desde luego. En ningún momento he dejado de ser amigo tuyo.

XXVI
Literata - Mandrake, el mago

Literata. ¿Duele?

Mandrake, el mago. ¿Si duele?

Literata. Sí. Debe doler.

Mandrake, el mago. No es tanto el dolor, sino que sangra.

Literata. Pero impresiona.

Mandrake, el mago. Desde luego. Si uno es impresionable...

Literata. Yo pensé que...

Mandrake, el mago. Y en el momento duele un poco; pero es un dolor sonoro, porque uno siente que le abren la cabeza.

Literata. ¿Y ellos se salpican?

Mandrake, el mago. Y, sí. Imagínese. Ahora, que, cicatriza rápido.

Literata. A usted le quedó muy bien.

Mandrake, el mago. Me quedó lo mejor que se puede. Y le aseguro que me era imprescindible.

Literata. ¿Por su trabajo?

Mandrake, el mago. Y... las presentaciones... Es una técnica relativamente nueva.

Literata. ¡Perfecto le quedó!

Mandrake, el mago. Mejor si tomara sol.

Literata. ¿No toma?

XXVII
Secretario - Ángel - Los demás

Siendo las 15:30 horas se oye un campanazo al tiempo que entra el Secretario acompañando al Ángel, sin los anteojos puestos.

Secretario. Dicen que diga: “Lo llamaremos por el numerito”, dicen que diga.

Ángel. ¿Toda esta gente?

Secretario. Toda. Dispense. (Dirigiéndose a los demás.) “¿Es donde están y como están donde realmente quieren estar como están?...”

El Secretario sale. El Ángel se encamina hacia los niños abriendo su maletín blanco y sacando de allí una gran sábana blanca con la que los cubre, al tiempo que los demás —excepto el Viejito— abandonan rápidamente sus lugares y ocupan otros. El Hippie y la Hippie embarazada cambian entre sí sus lugares. La Sencilla se incorpora y va hacia un asiento desocupado que la Rubia ocupa antes. Vuelve hacia el asiento que acaba de dejar, pero la Adolescente voluptuosa lo ocupa antes. Queda de pie. El Ángel se sienta y se coloca los anteojos. Es observado disimuladamente por los demás. La Adolescente voluptuosa y la Rubia se incorporan, caminan hacia la puerta de lateral izquierdo, salen. La Sencilla se sienta en el sitio dejado por la Rubia.

XXVIII
Soldado de la Primera Guerra Mundial - Pelirroja

Soldado de la Primera Guerra Mundial (a la Pelirroja, que se hace la indiferente). ¿Lo que a usted le molesta es el humanismo de los humanistas, verdad?... “¿El uniforme complica mis intenciones?”, dígamelo. No me sorprendería, no es la primera vez. “Deme una chance, sea buena”, esbozo. Con qué ansias me lustraría estas pesadas botas... (Pausa.) “Asentado sobre mi sombra su pie desposeído”. Por ahí no va. “El amor es un problema de hormonas”: M. Bunge. No y no. Todo infructuoso. Hay algo en mí que... Creí que antes, usted... ¿Recuerda?... Porque de pronto, fue un segundo... Mire, le juro... Ya sé: no se debe jurar. Preferiría que no lamente el haberme conocido. Ayer estuve acuartelado. (Pausa.) No y no. (Deja de dirigirse a la Pelirroja.) No tengo más. “No te des por vencido...” No tengo más. No sé qué es lo que no sé, ni sé qué es lo que no entiendo. Desvencijado. Des... cuajeringado. Quejoso. No y no. Y no y sin embargo, sí. (Se dirige a la Pelirroja.) Yo le cedería la pared. La protegería. A mi lado estaría libre y resguardada. Nada de pegoteo. Yo, no. Usted como usted. (Pausa.) ¿Cómo es ahora?... ¿Cómo?... Ahora... ¡Siento por usted tanta propensión! Puedo... (La Pelirroja evidencia interés por el Soldado de la Primera Guerra Mundial.) Disculpe. Es que estas horas cerca suyo... Compartiendo. Mire, no lo tome a mal... Su perfume... ¡Qué bien casados su perfume y usted!... ¿Tiene nombre?... Me gustaría saber su nombre. Aunque no me permita nombrarla. En voz alta. Señora o señorita. Solo para mí.

Pelirroja. Graciela.

Soldado de la Primera Guerra Mundial. Graciela.

Pelirroja. ¿Y usted?

Soldado de la Primera Guerra Mundial. ¿Yo?... ¿¡Usted me pregunta!?

Pelirroja. ¿Cómo se llama? ¿Tiene nombre? ¿Cómo se dejaría llamar por mí?

Soldado de la Primera Guerra Mundial. Guido.

XXIX
Ángel - Diplomático - Jesuita - Adolescente voluptuosa - Rubia - La sin piernas - Sencilla - Hippie - Hippie embarazada - Joven “Pato-Vica”

El Ángel se incorpora. Vuelve a sentarse. Se estremece. El Diplomático tose. El Jesuita se masajea una pierna. Por puerta de lateral izquierdo entran la Adolescente voluptuosa y la Rubia. Se sientan una al lado de la otra. La sin piernas quema la hoja de un diario con el cigarrillo. La Sencilla se come las uñas. El Hippie y la Hippie embarazada miran él hacia un lado, ella hacia el otro. El Diplomático se suena la nariz. El Joven “Pato-Vica” se aprieta las sienes con las manos.

XXX
Rabino - Joven “Pato-Vica”

Rabino. Llevaba una capa raída y sucia, de color que alguna vez fue blanco. Y un sombrero de ala ancha, que, desde luego, alguna vez fue moda. Y era cortés en el trato, y cauto, y hasta delicado, tanto, como aquellos a los que algunas veces se los reconocía caballeros.

Joven “Pato-Vica”. Creo que soy muy susceptible.

Rabino. Sí, pero se ve que ya no era de este mundo; de este, que alguna vez fue mundo. Perdí con él más que un hermano. El me lo recordó. Solo su rostro. ¡Su rostro!... Que alguna vez fue hermoso.

Joven “Pato-Vica”. Es un camino muy largo, muy largo... Extenúa.

XXXI
Secretario - Secretaria 1 - Secretaria 2 - Los demás

Se oye un campanazo al tiempo que entran el Secretario, la Secretaria 1 y la Secretaria 2. La Secretaria 1 trae un pincho de escritorio. La Secretaria 2 toma por orden de ingreso a la sala de espera, cada uno de los “numeritos” y los clava en el pincho que sostiene la Secretaria 1. El Secretario observa los ceniceros, el revistero, etc. Toma de las manos de La sin piernas el diario, y lo coloca en el revistero. Toma de las manos del Jesuita una revista, y la coloca en el revistero. El Ángel se aproxima al Secretario y le habla al oído, haciendo gestos de desagrado. Los demás, excepto el Viejito que continúa dormido, se incorporan y salen. Entre los últimos en hacerlo, están Mandrake, el mago, La sin piernas, la Pelirroja, el Soldado de la Primera Guerra Mundial, y el Ángel, quien camina sin dejar de hablarle al oído al Secretario, imperturbable, el que sale también.

Soldado de la Primera Guerra Mundial (hacia los niños debajo de la gran sábana). “¡Las comas también se cantan!”: ¡Goyeneche!

Las Secretarias 1 y 2 apagan luces y salen. Un haz de luz ilumina al Viejito dormido y a los niños moviéndose debajo de la gran sábana. Luz en resistencia que decrece.

Telón.


Jumb14

El culpable

Fernando Sorrentino Argentina


Jumb15

Peripecia

Jorge Fábregas


Jumb16

Busca imposible

Andrés Guzmán Díaz


Jumb17

El vuelo

Rubén Cárdenas


Jumb18

La Janis, la Janis

Raúl Caballero


Jumb19

Klimt y Manet

Paulina García González


Jumb20

Vuelo de orquídea

Amaranta Madrigal


Jumb21

Herencia

Rubén Hernández Hernández


Jumb22

Jim Morrison, poeta

Julio Alberto Valtierra


Jumb23

25 palabras

Luis Rico Chávez


Jumb24

Poemas

Paulina García González


Jumb4

Piedras

Fulgencio M. Lax España


Jumb12

Minificciones

Eva Medina España