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Piedras

Fulgencio M. Lax España

Cuando los niños recién nacidos se convierten en una
mercancía robada que alimenta las cuentas corrientes,
la humanidad baja un escalón más hacia la oscuridad
de las conciencias.

Personajes

          Enfermero 1
          Enfermero 2
          Mujer sola
          Sor María
          Doctor
          Coro de embarazadas (formado por maniquíes)


Dos Enfermeros descargan carretillas llenas de cadáveres de niños recién nacidos. Los van clasificando según sus extremidades. La montaña es tan alta que se pierde en el infinito. La Mujer sola grita pero en silencio. Nadie la oye.

Ningún actor abandonará la escena aunque no esté participando en la acción. En los laterales habrá unos bancos en los que permanecerán sentados. Todo está a la vista del público.

Enfermero 1. Todas las nubes son grises. Por aquí todas las nubes son grises.

Enfermero 2. De un gris-gris inconfundible.

Enfermero 1. Con solo mirarlo sabe uno enseguida que las nubes son grises.

Enfermero 2. O que no son grises, pero eso es algo que se sabe de inmediato. Basta con mirarlo y se sabe de inmediato. (Siguen descargando.)

Mujer sola. Todas las nubes son grises. Una brisa que apenas supone una caricia y noto el calor de las gotas de sangre que resbalan por mis manos. Vuelvo a caminar. La sangre asoma por entre las uñas y no me detengo. No me detengo. Todo está muy lejos y no puedo ver el horizonte. Siento mucho miedo. Todo está muy lejos y muy oscuro. No puedo ver el horizonte.

Enfermero 1. El horizonte siempre está muy lejos.

Enfermero 2. Muy lejos y muy oscuro.

Enfermero 1. Como si fuera de noche.

Enfermero 2. Tan oscuro como si fuera de noche.

Enfermero 1. Pero nosotros aquí tenemos luz.

Enfermero 2. Para poder trabajar. Tenemos luz para poder trabajar.

Enfermero 1. Y para no tener miedo.

Enfermero 2. Con miedo, miedo no se puede trabajar bien y nosotros cumplimos con nuestra obligación, por eso siempre trabajamos bien.

Enfermero 1. Aquí hacemos la clasificación para el reparto.

Enfermero 2. Llegan, los vemos, los estudiamos y hacemos el reparto.

Enfermero 1. Digan lo que digan las madres.

Enfermero 2. Y los padres.

Enfermero 1. Porque siempre hay nuevas madres y nuevos padres.

Enfermero 2. Y se cierra el expediente.

Los Enfermeros se dedican a separar las cabezas, los brazos y las piernas de los cuerpos de los bebés y hacen montones homogéneos sobre una plataforma que avanza de una forma rudimentaria. A esta tarea, en silencio, se une la Mujer sola mientras se va quebrando ante continuos golpes de viento.

Enfermero 1. Menos mal que todos tienen el mismo tamaño y el número de montones es muy reducido.

Enfermero 2. Menos mal.

Enfermero 1. La cabeza a un lado y los brazos a otro.

Enfermero 2. Eso, los brazos a otro. Apunta, apunta, que no se nos pase nada.

Mujer sola. Que no se nos pase nada ni nadie. Que todos tengan su nombre bordado en una lista larga, muy larga para que luego los recuerdos puedan habitar en la memoria.

Enfermero 1. Eso es, el cuerpo a un lado y las piernas a otro.

Enfermero 2. Eso, las piernas a otro. Dos montones para cada uno.

Enfermero 1. ¿Te has preguntado alguna vez qué ocurriría si además tuviéramos que hacer los montones por el tamaño?

Mujer sola. ¿Por el tamaño?

Enfermero 2. ¿Tamaño de qué?

Enfermero 1. De la cabeza, del tronco y de las extremidades.

Por la puerta del fondo, de espaldas al fin del mundo, entra la procesión de embarazadas guiadas por Sor María. La Mujer sola se une al desfile al igual que los Enfermeros. En todos los rincones puede escucharse el clamor fúnebre del cortejo. Los ejes de las ruedas chirrían y los huesos se van astillando uno a uno. El Coro de embarazadas quedará en espera guardando los laterales. A partir de aquí, Sor María se sentará siempre y estará contando fajos de dinero mientras no participe en la acción.

Mujer sola. Me miro las manos y no veo nada. La oscuridad es un velo tan denso que no me deja ver nada. Como una venda. Como una cabeza acuática en medio de un océano, todo desaparece. Apenas cierro los ojos y creo que estoy soñando. Quizá un llanto. Un grito desesperado. Un bebé. Una nube blanca allí, a lo lejos.

Enfermero 1. Todas las nubes son grises. Por aquí todas las nubes son grises.

Enfermero 2. De un gris-gris inconfundible.

Enfermero 1. Con solo mirarlo sabe uno enseguida que las nubes son grises. Si fueran de otro color lo sabríamos pero, por aquí, todas las nubes son grises.

Enfermero 2. (Sacando una tabla de colores.) Yo llevo siempre una tabla de colores para saber de qué color son las nubes.

Mujer sola. ¿De colores? ¿Ha dicho usted una tabla de colores?

Enfermero 2. Sí, una tabla de colores.

Mujer sola. ¿De qué color es el color rojo que usted lleva?

Enfermero 2. ¿Rojo? ¿Ha dicho rojo?

Enfermero 1. Sí, ha dicho rojo.

Enfermero 2. (Buscando en su tabla de colores.) No. El color rojo no lo llevo.

Mujer sola. ¿Y el azul? ¿Lleva usted el color azul? El azul es mi color preferido.

Enfermero 2. No. El azul tampoco.

Mujer sola. Entonces, qué colores lleva usted en esa tabla.

Enfermero 1. Eso. ¿Qué colores llevas en esa tabla?

Enfermero 2. El gris. Llevo el color gris. Por aquí, las nubes, son todas de color gris, por eso llevo solo el color gris.

Mujer sola. Un camino largo lleno de nubes de color gris.

Enfermero 1. Y como el camino no cambia nunca… Siempre hacemos el mismo recorrido para terminar en el mismo sitio.

Enfermero 2. Así no nos perdemos.

Enfermero 1. ¿Pero y si nos hemos perdido y no nos hemos dado cuenta?

Enfermero 2. Entonces da lo mismo porque mientras no nos demos cuenta nos dará igual estar perdidos o no.

Mujer sola. Es un camino largo y no me detengo. Una rata insaciable bebe la sangre de mis rodillas. Le siguen otras y otras. Todo mi cuerpo se llena de ratas que beben la sangre de mis rodillas. No me detengo. Quieren beber de mis pechos y noto sus lenguas ásperas. Tengo los pezones hinchados. Todo está muy lejos y muy oscuro.

Enfermero 1. Eso es el horizonte, que está muy oscuro.

Enfermero 2. Y muy lejos. El horizonte está muy lejos.

Enfermero 1. Tenemos que buscar un horizonte que esté más cerca.

Enfermero 2. (Mirando atentamente a la lejanía.) Pues yo no encuentro ninguno. Estoy mirando y no encuentro ninguno.

Enfermero 1. (También mira atentamente a la lejanía.) Vaya, pues yo tampoco veo ninguno.

Mujer sola. ¿Puedo mirar yo también?

Sor María irrumpe en la escena. Todos quedan inmóviles ante el paso firme del rey de los depredadores.

Sor María. (Cogiendo a la Mujer sola para disponerla al parto.) Que alguien traiga agua para dar de beber al sediento y de comer al hambriento. Que alguien traiga el agua. Son mujeres pobres, de familias pobres y sin misericordia. Sin compasión. Sin piedad y sin alma. Sin fe en Jesucristo nuestro señor. (Se arrodilla y reza. Todos la acompañan temerosos menos el Doctor, que espera impaciente. El vendaval levanta los tejados.)

Dios te salve, María
llena eres de gracia
el Señor esté contigo
bendita tú eres entre todas la mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Todos. Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
amén.

Sor María. Dios te salve, María
llena eres de gracia
el Señor esté contigo
bendita tú eres entre todas la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús

Todos. Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
amén.

Sor María se sienta a un lado y de un maletín saca varios fajos de billetes que se dispone a contar.

Mujer sola. ¿He gritado? Si he gritado ha sido de miedo.

Enfermero 1. ¿Ha gritado?

Enfermero 2. Temperatura por debajo de los 37 grados. Sin fiebre.

Mujer sola. ¿He vuelto a gritar? Si he gritado ha sido de miedo.

Enfermero 2. ¿Ha vuelto a gritar?

Mujer sola. Si he gritado ha sido de miedo y de soledad. Y de vacío. He gritado de vértigo. De mucha soledad. De mucho vacío. Todo está oscuro y vacío. Ahora todo está vacío. ¿Cómo he podido gritar?

Enfermero 1. Eso me pregunto yo. ¿Cómo ha podido gritar?

Enfermero 2. ¿Cómo ha podido gritar?

Mujer sola. De la única forma que se puede dar un grito desgarrado.

Enfermero 1. ¿Desgarrado?

Enfermero 2. ¿Ha dicho desgarrado? ¿Cómo es un grito desgarrado?

Mujer sola. Dejando que las palabras hagan equilibrios en las cuerdas vocales sin caer en el abismo.

Enfermero 1. Pero gritar, gritar y hacerlo de esa manera no es algo que ocurra así, de forma natural.

Enfermero 2. De forma natural hay pocas cosas que ocurran así como así. Y menos poder gritar sin más.

Enfermero 1. Y sin menos.

Enfermero 2. Eso, y sin menos.

Mujer sola. Tanto silencio mientras el asfalto hierve. No me detengo. Vuelven los golpes y vuelvo a mirar, pero no veo a nadie. Mis pechos están hinchados. Mi vientre señala una dirección. El color blanco dibuja contornos al final del túnel.

Sor María. (Levantando la cabeza de su atento trabajo.) Se está poniendo de parto. Preparen el quirófano y avisen al doctor.

Enfermero 1. Habrá que traer más vendas.

Enfermero 2. Las mujeres embarazadas gastan siempre muchas vendas.

Enfermero 1. Hay que vendarlo todo: los tobillos, las rodillas.

Enfermero 2. El bajo vientre.

Enfermero 1. Y el alto. No te olvides del alto vientre, junto con las manos y los pechos. Todo hay que vendarlo bien.

Enfermero 2. Todo. Y la boca. También hay que vendar la boca para que no se salga el aire.

Enfermero 1. Ni las palabras. Para que no se salga el aire ni las palabras.

Enfermero 2. Eso, para que no salga nada de nada.

Enfermero 1. Si se le sale el aire y las palabras estamos perdidos, por eso hay que vendarlo todo.

Enfermero 2. Las mujeres embarazadas gastan muchas vendas.

Enfermero 1. Yo vendo, tú vendes, él vende.

Sor María. ¿Hay vendas suficientes?

Enfermero 1. ¿Del verbo vendar o vender?

Sor María. ¿De cuál va a ser?

La Mujer sola, acompañada de los enfermeros y Sor María, recorre un largo y oscuro pasillo convertido en el túnel del olvido. El Coro de embarazadas forma la procesión a lo largo del túnel. Sor María cierra el acuerdo de venta del bebé con un matrimonio en una memorable escena dramática. Los Enfermeros 1 y 2 son ahora un matrimonio.

Sor María. (Hablando con un matrimonio formado por los dos enfermeros. Representan una función de teatro.) ¿Quién hará de madre?

Enfermero 1. Él.

Enfermero 2. Yo.

Enfermero 1. Él tiene mucho más sentido maternal y sabe lo que es ser madre.

Enfermero 2. Yo soy un actor que siempre hago de madre. He representado a las grandes madres de la Historia.

Enfermero 1. Es una gran actriz. Yo soy más intuitivo.

Sor María. Bien, estos son los papeles.

Enfermero 2. ¿Entonces yo hago de madre?

Enfermero 1. Y yo de padre.

Sor María. Pónganse estas ropas. (Le entrega una falda al Enfermero 2.) Y usted, vístase de padre. Este es su vestuario. (Le entrega una chaqueta y una corbata al Enfermero 1.) La escena comienza cuando ustedes vienen a verme angustiados porque quieren ser padres y quieren adoptar a un niño.

Padre (Enfermero 1). Yo preferiría una niña.

Madre (Enfermero 2). Esto ya lo hemos discutido en casa y hemos decidido que sea un niño.

Padre (Enfermero 1). Ya, pero siempre he preferido una niña. Tú sabes que las niñas son siempre una alegría en la casa.

Madre (Enfermero 2). Y los niños.

Padre (Enfermero 1). Eso es verdad. Y los niños. Pero una niña…

Sor María. Eso no lo elegimos nosotros. Es cosa de la divina providencia.

Madre (Enfermero 2). Podría ser niño y niña.

Sor María. Los hijos cuestan mucho dinero y esfuerzo para mantenerlos. Todo depende de hasta dónde estén dispuestos a llegar. En esta función solo quieren uno, pero ya veremos en los ensayos si hay posibilidad de alguno más. Todo depende.

Madre (Enfermero 2). ¿De qué depende?

Sor María. Del esfuerzo. Comencemos, que ya está todo preparado. ¿Trajeron el dinero?

Mujer sola. No quiero dormirme y hago un esfuerzo tremendo por mantener los ojos abiertos. Tengo un sueño que se repite una y otra vez: camino por entre piedras cubiertas por un asfalto que hierve. Camino por entre piedras puntiagudas. Camino por entre piedras resbaladizas. Un día. Y otro día, y otro día. El tiempo. Siempre al final gana el tiempo. Mis caderas transporte, mis caderas recipiente, mis caderas de mármol. Noto cómo el asfalto abraza mis tejidos y me abrasa. Los pasos se hacen lentos. Todo me sangra. Color negro. Color gris. Color gris-negro oscuro y silencioso. La Mujer monja pone sus pulgares en mis pupilas. Noto la presión. Las estrellas dibujan caminos serpenteantes que brillan hasta dejarme ciega. No logro ver nada. Las nubes son grises. Gris oscuro. Negro. Sin parpadeos. El asfalto lo cubre todo.

Aplausos entusiastas.

Padre (Enfermero 1). ¡Una gran actriz!

Madre (Enfermero 2). Encomiable, encomiable.

Padre (Enfermero 1). Me ha llenado de una emoción infinita.

Madre (Enfermero 2). No he podido contener las lágrimas. Qué gran trabajo en el escenario, qué gran trabajo. ¡Qué interpretación!

Padre (Enfermero 1). Hará escuela. Ha sido memorable.

Madre (Enfermero 2). Habrá ido a una Escuela de Arte Dramático.

Padre (Enfermero 1). Hará Historia.

Madre (Enfermero 2). Historia de Arte Dramático.

Padre (Enfermero 1). Será protagonista del mundo.

Madre (Enfermero 2). De un mundo dramático.

Sor María. Muy bien, muy bien. Esta escena ya está montada. Ahora cada uno a su trabajo, no podemos estar todo el día con tanto teatro. ¿Ha llegado el doctor? ¿Está todo preparado? En el momento en el que llegue el doctor quiero que me avisen. Esta mujer está ya de parto y tengo a una familia que son los candidatos perfectos.

Mujer sola. ¿He gritado? Si he gritado ha sido de miedo. Y de soledad. Y de vacío.

Enfermero 1. ¿Ha gritado?

Mujer sola. He gritado de vértigo. De mucha soledad. De mucho vacío. Todo está oscuro y vacío. Ahora todo está vacío ¿Cómo ha podido ocurrir?

Sor María. (Que se ha puesto unos manguitos y una visera para seguir contando dinero. Cuenta fajos de billetes mientras los enfermeros siguen amontonando a los bebés muertos.) Los caminos del señor tienen direcciones infinitas. Paciencia, mucha paciencia. Y resignación. Piensa en la Virgen María que también dio a luz a un hermoso bebé. Fue a su llegada a Belén. María y José buscaron un lugar para pasar la noche y, como todo estaba completo, se refugiaron en un establo. José hizo unos montones de paja y construyó una cama para su esposa. Esa misma noche nació el Niño Jesús. Y desde entonces la Virgen María es la madre de todas las madres. Ahora tienes que descansar y dormir un poco. Seguro que la bendita providencia le dará un papá y una mamá a este hermoso niño que va a nacer.

Mujer sola. (Con una angustia infinita.) ¿Un papá? ¿Una mamá? ¿Y yo? Yo soy su mamá. Está aquí dentro. Yo soy su mamá.

Sor María. (Continúa contando dinero.) Lo sé, lo sé. Sigue descansando. Me refería a otros padres y a otras madres. Hay tantas madres por el mundo que no pueden ser madres pero que darían lo que fuera por serlo, que algunas veces nos comportamos de una forma muy egoísta.

Mujer sola. Yo soy madre y doy mi vida por lo que llevo aquí dentro.

Sor María. Lo sé, lo sé. Descansa y no te alteres. Todas las madres están dispuestas a sacrificarse en silencio. Descansa tranquilamente que la Virgen María y yo rezaremos por ti. Ahora duérmete que necesitas descansar.

Los enfermeros continúan con el trabajo de amontonar y clasificar bebés desmembrados. Sor María se dispone a contar billetes.

Enfermero 1. En esta partida han llegado brazos muy defectuosos.

Enfermero 2. ¿Brazos defectuosos?

Enfermero 1. Sí, muy defectuosos.

Enfermero 2. ¿El izquierdo o el derecho es el brazo defectuoso?

Enfermero 1. Pues ahora que lo dices… De frente es el derecho pero de espaldas es el izquierdo.

Enfermero 2. A los bebés se les mide siempre de espaldas, por eso es el izquierdo.

Enfermero 1. Pues en esta partida ha venido toda la mercancía boca arriba, así es que habrá que apuntar que es el brazo derecho.

Enfermero 2. Por eso vienen con defecto. Apunta: brazo derecho defectuoso. Codo vuelto treinta grados sobre el eje de giro.

Enfermero 1. Eso es por la alimentación.

Enfermero 2. ¿Por la alimentación?

Enfermero 2. Sí, por la alimentación. Si no hay una buena alimentación es normal que salgan con brazos defectuosos. U otra parte del cuerpo, como es el tronco y otras extremidades.

Enfermero 1. ¿Y otras extremidades? ¿Qué otras extremidades?

Enfermero 2. Las piernas. Las piernas son las otras extremidades.

Entra el Doctor.

Doctor. ¿Cuánto un bebé? ¿Cuánto? ¡Qué venga Sor María! (Sor María no se ha movido del escenario y continúa contando dinero.)

Enfermero 1. Sor María está llegando.

Enfermero 2. Está llegando ahora mismo. Las tareas de designio divino son infinitas.

Enfermero 1. Y las que no también.

Enfermero 2. Los bebés dan tanto trabajo...

Enfermero 1. Nosotros también tenemos mucho trabajo.

Doctor. ¿Está todo preparado? ¿Está el quirófano en orden? ¿Está la madre en su sitio? Me refiero a la madre verdadera, como la madre de nuestro señor Jesucristo. Amén.

Enfermeros 1 y 2. Amén.

Sor María. (Se levanta de la mesa donde está contando dinero.) Amén. Ya tenemos a una pareja que ha entregado el dinero y están dispuestos a formar una familia como manda la Santa Madre Iglesia.

Doctor. Entonces puede dar a luz. Es el momento del alumbramiento y de la felicidad. Aún recuerdo al primer niño que traje al mundo. Fue un cúmulo de emociones muy emocionantes. ¿Constantes?

Sor María. Todo correcto. Está todo correcto.

Doctor. La corrección es la excelencia de nuestro trabajo. Siempre al servicio del futuro y de la familia. Sobre todo de la familia.

Sor María. Y de los niños.

Doctor. Y de los niños y de las niñas. Si está todo listo, entonces apunte. Hora de la muerte: las 00:00

Enfermero 1. Yo llevo las 00:01.

Enfermero 2. Y yo las 00:012.

Enfermero 1. Ese reloj no funciona. Tiene las manecillas paradas.

Enfermero 2. No es un reloj de manecillas. Es digital. Mira los números.

Enfermero 1. Pues los números no se mueven. Están pintados.

Enfermero 2. No es cierto. El tiempo no puede estar pintado. Se va moviendo y moviendo y moviendo. Mira cómo cambia la hora. Mira bien.

Enfermero 1. Es verdad. Se mueve. Se mueve. No le había prestado atención.

Enfermero 2. ¿Ves? Hay cosas que van pasando y pasando y nosotros no nos damos cuenta porque pensamos que pasan sin más.

Enfermero 1. Sin más, sin más no sé. A veces cuesta trabajo estar pendiente de todo.

Enfermero 2. El reloj siempre da la hora exacta.

Enfermero 1. Pero esa hora es la hora del martes pasado.

Enfermero 2. Hoy no es martes.

Enfermero 1. Hoy es martes pero no el de la semana pasada. Hoy es el martes de esta semana.

Enfermero 2. ¿Estás seguro?

Enfermero 1. Seguro.

Enfermero 2. Pues mi reloj dice que la hora de hoy es la de un día de la semana.

Enfermero 1. Por mucho que se mueva el tiempo mi reloj nunca se equivoca. Es de una maquinaria que hoy es imposible encontrar. La de hoy es la hora exacta que yo he dado.

Sor María. Silencio. Silencio. Aquí los niños se mueren con la hora que lleva el doctor, que para eso estudió medicina.

Doctor. Gracias madre, gracias. Es usted de una gran ayuda. La medicina es la madre de todas las ciencias porque es la vida y la muerte, la enfermedad y la salud, el silencio y el grito. Si un médico dice que estás muerto no puedes llevarle la contraria. Y si dice que estás vivo, que estás recuperado, que no estás enfermo, te levantas de la tumba y andas.

Sor María. Con la voluntad del Señor. Siempre con la voluntad del Señor.

Doctor. Y con tu espíritu. Amén. Continuamos. ¿Causas?: insuficiencia cardiaca.

Enfermero 1. ¿De la madre o del niño?

Sor María. Del niño, del niño. El muerto es el niño.

Enfermero 2. O de la niña, porque podría ser una niña.

Sor María. Pero es un niño porque los padres adoptivos quieren un niño.

Doctor. Y querrán que en un futuro hable, corra, crezca y se reproduzca.

Sor María. Sí.

Doctor. Entonces es un niño y no hay más que decir porque ha hablado la ciencia.

Enfermero 1. (Al oído del Enfermero 2.) Pues yo creo que es una niña.

Enfermero 2. Yo también pero no quiero disgustar a nadie. Además, creo que el bebé ha nacido muerto.

Enfermero 1. ¿Que el bebé ha nacido muerto?

Enfermero 2. Y la madre también.

Enfermero 1. ¿Y la madre también? ¿Y cómo lo sabes?

Enfermero 2. Lo sé porque oí cómo lo decían.

Enfermero 1. ¿Lo decían? ¿Quién lo decía? ¿Quién? Porque si están muertos poco habrán podido decir.

Enfermero 2. Fue antes de morir. Mucho antes. Oí cómo la madre decía que si a su hijo le pasaba algo ella se moriría.

Enfermero 1. ¿Su hijo? Pero a lo mejor es una hija.

Enfermero 2. Estoy seguro de que si es una hija ella hubiera dicho lo mismo.

La Mujer sola abre sus entrañas y las muestra al mundo. Luego vendrá el silencio, el abandono y la distancia. Los enfermeros suben a la mujer a un potro quirúrgico muy rudimentario. El Coro de mujeres embarazadas, junto a los enfermeros y a la Mujer sola, forman un cortejo hasta que la dejan instalada.

Mujer sola. ¿Vendrá pronto el doctor?

Enfermero 2. Seguramente. Esto solo es el almacén. Si la han traído aquí por algo será.

Enfermero 1. Esto es solo el almacén. Siéntese usted y espere. Aquí no nos molesta y así estará acompañada. Nosotros tenemos que seguir con nuestro trabajo. Siéntese usted y espere. No para de llegar mercancía. Unos están mejor que otros, pero no deja de llegar mercancía.

Enfermero 2. Eso, siéntese usted y espere. El mundo está lleno de niños de todas las clases, por eso es difícil hacer una clasificación.

Enfermero 1. Es muy difícil hacer una clasificación.

Enfermero 2. Los hay altos y bajos.

Mujer sola. ¿Ha dicho usted altos y bajos?

Enfermero 1. Y gordos y flacos.

Mujer sola. ¿Y gordos y flacos?

Enfermero 2. Rubios y morenos.

Enfermero 1. Listos y menos listos.

Enfermero 2. Niños vivos y niños muertos.

Mujer sola. ¿Vivos y muertos? ¿Ha dicho usted vivos y muertos?

Enfermero 1. Eso es. Estos son los que traen aquí.

Mujer sola. ¿Cuáles? ¿Los vivos o los muertos?

Enfermero 1. Los traen a todos y aquí los clasificamos.

Enfermero 2. Nosotros los clasificamos y nos encargamos de los muertos.

Enfermero 1. Por eso los clasificamos según la cabeza, el tronco y las extremidades.

Mujer sola. ¿La cabeza, el tronco y las extremidades?

Enfermero 2. La cabeza a un lado, el tronco a otro, las piernas a un lado y los brazos a otro.

Enfermero 1. A este lo pondremos con los vivos.

Mujer sola. ¿Es mi niño?

Enfermero 1. Un momento, un momento. A lo mejor es una niña.

Enfermero 2. Parece que respira.

Enfermero 1. ¿A ver?

Enfermero 2. Y parece que quiere decir algo.

Enfermero 1. ¿Que quiere decir algo? No sé. A veces los muertos hacen sonidos extraños.

Mujer sola. ¿Dice mamá? Si dice mamá es mi niño.

Enfermero 2. Mira, abre los ojos y quiere reírse.

Enfermero 1. ¿Reírse?

Mujer sola. Es un bebé muy simpático.

Enfermero 1. ¿De qué va a querer reírse?

Enfermero 2 . Vete tú a saber. Los niños viven en un mundo incomprensible para nosotros.

Enfermero 1. Entonces habrá que llevarlo corriendo a los brazos de su madre, porque si está vivo no tiene que estar aquí.

Enfermero 2. Su madre, su madre. Habrá que hablar con Sor María para que nos diga quién es su madre. En estos niños no está tan claro.

Enfermero 1. Si han pagado, han pagado. No hay más que hablar. Una madre que paga es una madre que paga.

Enfermero 2. Hay madres que pagan con la vida.

Enfermero 1. Pero otras madres no.

Enfermero 2. Entonces hay que entregarlo al flujo económico que nos hace grandes y libres.

Enfermero 1. Es una bendición que desde pequeñitos vengan al mundo aportando recursos.

Enfermero 2. Una bendición. Una bendita bendición.

Mujer sola. ¿Es niño o niña?

Enfermero 1. Niño o niña, eso es algo que dirá la vida. Uno nunca lo sabe con certeza hasta que no llega el momento y se puede hacer una radiografía.

Enfermero 2. Eso, hasta que llega el momento. Yo, cuando era niño, pensaba que era una niña hasta que me descubrieron que era un niño. Y ahora soy un hombre hecho y derecho que lleva a una niña dentro.

Enfermero 1. O a un niño. Los niños-niños nunca se sabe bien si son niños o niñas. Los adultos vamos confundiendo una a una las cosas que no nos corresponden.

Mujer sola. Tengo la garganta llena de nanas que están esperando para salir. Se amontonan y se empujan. Se pisan, se destrozan. Y yo solo puedo gritar.

Enfermero 1. No se quede usted con cosas dentro, luego es más difícil la recuperación.

Enfermero 2. Muy difícil. No se puede garantizar una recuperación al cien por cien. Lo dicen los médicos.

Enfermero 1. Ni al doscientos por cien.

Enfermero 2. Ni al tres mil o cuatro mil por cien.

Enfermero 1. Ni al diez mil o veinte mil por cien.

Doctor. (Entrando y prestando atención a la conversación.) Eso traducido en euros, ¿cuánto es?

Sor María, que ha estado contando dinero todo el tiempo, se incorpora a la acción.

Sor María. Es una cantidad importante.

Doctor. Importante, importante... ¿De cuánto estamos hablando?

Sor María. Nada es suficiente como para atender a los designios de la Santa Madre Iglesia. Hay tantos sitios a donde mirar, tantas mujeres pecadoras que traen al mundo niños que no van a tener una familia...

Enfermero 1. Y niñas.

Sor María. Y hay tantas familias que tienen la necesidad de un niño.

Enfermero 2. O de una niña.

Doctor. Y para eso estamos nosotros. ¿Pero de cuánto estamos hablando? (Sor María se acerca al oído y le dice una cifra escandalosa.). ¡Muy bien, muy bien! Vengan mujeres descarriadas, mujeres solas, mujeres embarazadas, con marido, sin marido. Mujeres embarazadas, ese es el camino. Que vengan todas las mujeres embarazadas a todas las horas del día. Sin dormir, sin descanso, con jornada completa y de forma continua. Las madres entran por aquí y los niños salen por aquí.

Enfermero 1. Eso es una puerta de entrada y una puerta de salida.

Enfermero 2. Como una puerta giratoria.

Sor María. De eso nada. Es la ciencia que se organiza a la perfección. Y el doctor es un gran científico.

Doctor. Gracias, madre. Gracias. Sus palabras honran mi trabajo y mi dedicación. ¡Bueno, a ver! ¿Dónde está esa mujer que va a dar a luz inmediatamente? Ahora mismo. ¡Madre! Vaya preparando a la familia para recoger al bebé de sus sueños. Me siento afortunado al poder dar a luz a una nueva criatura que viene al mundo para dar felicidad cristiana. Es muy doloroso el nacimiento de un niño muerto. Una familia sin recursos, una madre desorientada, una mujer sin camino. Un bebé sin fortuna. Su madre nunca lo superará, pero la vida es la vida y nosotros, con resignación cristiana, vamos dando pasos camino de la vida eterna.

Enfermeros 1 y 2. Amén.

Sor María. ¡Es usted un santo! Una eminencia. Venga, que tenemos que continuar. (Vuelven a los ensayos.) ¿Quién era el padre?

Enfermero 1. Yo.

Enfermero 2. Yo.

Doctor. Imposible, imposible, en una familia como debe ser no puede haber dos padres. Eso es imposible. Va contra natura. Es como si los dos quisieran ser madres.

Enfermero 1. O padres.

Enfermero 2. Eso. O padres.

Doctor. Un padre y una madre, que es lo que manda la Naturaleza.

Enfermero 1. Yo hacía de padre. Este es mi papel.

Enfermero 2. Pero podríamos cambiar. Yo siempre hago de madre.

Sor María. Si hacía de madre tendrá que seguir haciendo de madre. Póngase el vestuario adecuado.

Doctor. Una madre es una madre y no se puede cambiar así como así.

Mujer sola. ¿Ha dicho usted la palabra madre? ¿Y mi hijo? ¿Ha sido niño o niña?

Sor María. Siéntese, siéntese. A usted le toca hacer de público y no puede intervenir. No interrumpa los ensayos porque vamos muy retrasados y tenemos el estreno encima.

Enfermero 2. ¿Entonces yo no puedo ser el padre?

Sor María. El papel qué dice.

Enfermero 1. En el mío dice que soy el padre.

Enfermero 2. Y en el mío la madre.

Sor María. Pues empezamos. Doctor, ¿usted está preparado?

Doctor. Adelante, adelante.

Sor María. (Comenzando la escena.) Pasen ustedes por aquí, pasen y siéntense. Por fin la divina providencia les ha traído un niño.

Los enfermeros se cambian de vestuario y son ahora la Madre y el Padre para representar la escena.

Madre (Enfermero 2). ¿Un niño?

Sor María. Un hermoso bebé que crecerá en una familia y tendrá un hermoso futuro.

Padre (Enfermero 1). ¿Y qué futuro le espera? Porque el bebé traerá un futuro.

Doctor. Mi querido amigo, un pasado, un futuro y un presente de subjuntivo. La vida está llena de verbos que utilizamos de forma equivocada. El futuro es un tiempo que ahora importa poco. ¿Trajeron el dinero?

Sor María. (Interrumpiendo la escena.) Así no, doctor. Así no. Con más tacto. Déjeme a mí y fíjese bien. Luego repita. (Interpretando.) ¿Y qué nombre le van a poner? ¿Trajeron el dinero? (Al doctor.) ¿Ve? Ahora usted.

Doctor. ¿Trajeron el dinero?

Mujer sola. Un momento, un momento. ¿De qué niño están hablando?

Sor María. Ahora no. Usted solo ha de aplaudir y gritar “¡bravo! ¡bravo!”

Doctor. Eso. ¡Bravo! ¡Bravo!

Madre (Enfermero 2). ¡Bravo! Memorable. Ha sido una función memorable.

Padre (Enfermero 1). Muy emocionante.

Madre (Enfermero 2). Y memorable. Muy memorable.

Padre (Enfermero 1). Creí que no iba a poder dejar de llorar. Ha sido enternecedor.

Madre (Enfermero 2). Muy enternecedor. El papel de Madre está bordado. ¡Cuánta profundidad!

Padre (Enfermero 1). Es una actriz del método.

Doctor. Tendrá un papel difícil en la vida, pero lo resolverá como una gran profesional.

Sor María. El estreno será un éxito inolvidable.

No dejan de caer flores sobre el escenario y el reparto se funde en un entusiasmado saludo. Los enfermeros se quitan el vestuario de Padre y Madre.

Mujer sola. ¿Y ya terminó todo? ¿Así, sin más? ¿Y mi bebé? ¿Y mi niño? ¿Dónde está mi niño?

Doctor. Cómo nos engaña el teatro. Con tanto realismo es normal que haya confusión.

Enfermero 1. ¿Esto es teatro?

Enfermero 2. Teatro, teatro, no sé, pero si es teatro no me parece que sea teatro del bueno.

Enfermero 1. Es que teatro del bueno hay muy poco. Casi no queda por ningún sitio teatro del bueno.

Enfermero 2. Con tanto realismo y tan realista, que parece que las imágenes se van a salir del cuadro. Así es normal que no haya teatro del bueno.

Sor María. Estos son los momentos más difíciles. Hay que aceptar el fallecimiento incomprensible de quien viene de nuevo al mundo. Nosotros hemos hecho todo lo que hemos podido.

Mujer sola. ¿Todo?

Sor María. Todo. Ahora solo nos queda rezar y tener fe. Mucha fe.

Mujer sola. Pero yo le oí llorar y la enfermera me lo puso en mis brazos y usted, doctor, me dijo que era un hermoso niño.

Doctor. ¿Yo dije eso? A veces por consolar a la madre… No siempre el final es feliz. Así es la vida.

Sor María. Hay que tener fe. Y resignación. Mucha resignación.

Mujer sola. Resignación, fe y silencio. Vidrios en forma de estrellas circulan por mi garganta. Apenas un grito. Oigo risas y carcajadas. Más risas y más carcajadas. El cordón umbilical dibuja en el aire una silueta. El llanto de un niño y mis rodillas hundidas en el asfalto. Se silencian todas las nanas mientras las ratas chupan hambrientas de mis pezones hinchados.

Enfermero 1. Hay mujeres sin suerte.

Enfermero 2. Sí, sin ninguna suerte.

Enfermero 1. Por mucho que lo intenten, no hay forma. Vinieron al mundo sin ninguna suerte.

Enfermero 2. Es verdad. Sin ninguna suerte.

Enfermero 1. Ahora habrá que decírselo y enseñarle a su bebé muerto.

Enfermero 2. ¿Muerto? ¿Has dicho muerto?

Enfermero 1. He dicho muerto. Lo ha dicho el doctor, lo ha dicho Sor María y están las evidencias de que el bebé no respira.

Enfermero 2. ¿No respira?

Enfermero 1. No respira ni nada de nada, pero de eso hace ya un tiempo. Lo dijo el doctor.

Enfermero 2. ¿Lo dijo el doctor? Pues yo lo he visto tan alegre saliendo por la puerta en los brazos de su madre.

Enfermero 1. De aquí entran y salen padres y madres con niños y sin niños a todas horas.

Enfermero 2. Pues yo lo he visto.

Enfermero 1. ¿De su madre? Imposible. Su madre está sumida en un profundo dolor y se quedó sin brazos.

Enfermero 2. Se quedó sin brazos sumida en un profundo dolor. (Pausa.) Pues yo la he visto.

Enfermero 1. ¿La has visto?

Enfermero 2. La he visto. Y al padre también lo he visto.

Enfermero 1. ¿Al padre también?

Enfermero 2. Sí. Al padre también.

Enfermero 1. ¿En qué dirección estabas mirando? Porque si hubieras hecho caso al doctor mirarías en la dirección verdadera y el bebé estaría muerto. Pero has mirado en la dirección incorrecta y crees que el bebé está vivo y lo que has visto es una deformación cóncava de la realidad, que no es otra que el bebé está muerto, la madre está desolada y nosotros tenemos que enseñarle el cadáver.

Enfermero 2. ¿El cadáver? Yo no he visto el cadáver del bebé por ningún sitio.

Enfermero 1. Uno de estos es el cadáver. Juntamos la cabeza, el tronco y las extremidades y ya tenemos uno. Así de fácil.

Enfermero 2. ¿Así de fácil? Es verdad. Es así de fácil. No sé en qué estaría yo pensando y hacia dónde he dirigido la mirada que lo he visto todo cóncavo y convexo.

Enfermero 1. Más cóncavo que convexo.

Enfermero 2. Un efecto óptico irrepetible.

Mujer sola. Se silencian todas las nanas mientras las ratas chupan hambrientas de mis pezones hinchados.

Enfermero 1. Muy doloroso. Esta situación, para una madre, es muy dolorosa.

Enfermero 2. De un dolor insuperable. Lo repite una y otra vez. Lo repite desde que la conozco.

Enfermero 1. Se repite una y otra vez que suceden estos hechos inevitables.

Enfermero 1. Las madres repiten su dolor hasta la eternidad.

Enfermero 2. Ella no es madre porque no tiene un bebé.

Enfermero 1. Fue madre por unos instantes, pero ahora ya no lo es.

Enfermero 2. No lo es. Pero fue una madre fugaz, como un relámpago que lo ilumina todo y luego todo queda oscuro. Muy oscuro.

Mujer sola. Y en silencio.

Enfermero 1. Eso, y en silencio.

Mujer sola. Y llena de vacío. Las madres siempre estamos al final del trayecto aunque todo esté siempre por comenzar. Me acompaña la soledad y aún no he podido cogerlo en mis brazos. Y después de la soledad viene el silencio y luego la nada. Apenas un recuerdo que se escapa en la memoria contra la que lucho para no olvidar ni un minuto de una vida que no ha sucedido. Y me lleno de mucho vacío.

Enfermero 2. Eso. Llena de mucho vacío.

Mujer sola. Y de mucho miedo.

Enfermero 1. Eso es el horizonte, que lo oscurece todo y nos hace guardar silencio.

Enfermero 2. Es verdad. El horizonte lo oscurece todo en silencio, por eso está tan lejos, para que no podamos hacer nada.

Mujer sola. Apenas un recuerdo que se escapa en la memoria contra la que lucho para no olvidar ni un minuto de una vida que no ha sucedido. Romperé todos los horizontes y no será suficiente el silencio ni el vacío. No será suficiente el miedo ni el vértigo. Las madres siempre estamos al final del trayecto aunque todo esté siempre por comenzar.

Enfermero 1. Habrá que consultar al doctor si ha tomado la medicación.

Enfermero 2. Delira a cada momento.

Enfermero 1. Delira y dice cosas incomprensibles.

Doctor. La realidad es siempre incomprensible.

Enfermero 2. Eso es. Incomprensible.

Enfermero 1. El dolor es tan grande que se pierde la noción de la realidad.

Enfermero 2. Perder así a un ser querido produce un dolor muy grande.

Enfermero 1. Sí.

Enfermero 2. ¿Habrá tomado la medicación?

Doctor. La medicación es cada ocho horas después de haberse alimentado bien y de pasar el control exhaustivo que necesita una mujer que ha dejado de ser madre por un hecho tan terrible como es el fallecimiento de su hijo recién nacido.

Enfermero 2. Un diagnóstico impecable.

Enfermero 1. Es el doctor.

Doctor. Le tomaremos el pulso. Que venga Sor María. Necesitaré una mano experta.

Enfermero 1. Estará trabajando.

A Sor María la vemos ajena a la escena y contando dinero.

Doctor. Con tanto trabajo no quisiera que cayera enferma. Esta clínica depende de ella. Es el pilar más sólido de este proyecto solidario, cristiano, familiar, social y no sé cuántas cosas más. Aún así ha de venir rápido. Ya es suficiente con que haya muerto el niño. Solo faltaba que falleciera también la madre.

Enfermero 2. ¿Falleció el niño?

Doctor. ¿En qué dirección miraba usted?

Enfermero 2. Con tanto trabajo de clasificación no sé hacia dónde estaría mirando, pero le prometo que de ahora en adelante miraré en la dirección que tengo que mirar.

Enfermero 1. Eso es, en la dirección correcta sin desviarnos ni un milímetro.

Enfermero 2. Ni un milímetro bien medido.

Se incorpora a la escena Sor María.

Sor María. (Señalando hacia un lugar perdido.) Esa es la dirección hacia la que hay que mirar.

Enfermero 1. (Mirando con atención.) Correcto. Hacia allí es hacia donde yo estoy mirando.

Enfermero 2. (Mirando, también, con atención.) Pues yo, por mucho que me fijo no veo nada.

Enfermero 1. Fíjate bien y concéntrate.

Enfermero 2. Estoy concentrado.

Enfermero 1. Más concentrado todavía.

Sutilmente Sor María le pasa unos billetes para que los haga llegar al Enfermero 2.

Enfermero 2. Pues es verdad. Si estoy más concentrado todavía lo veo todo más claro. Estoy de acuerdo. Esa es la dirección correcta.

Enfermero 1. Correcta, correcta.

Sor María. Un asunto resuelto.

Enfermero 2. Totalmente resuelto. Por mí, está totalmente resuelto.

Enfermero 1. Y por mí.

Sor María. Entonces, si el doctor dice que está recuperada y hay que darle el alta, ni una palabra más.

Doctor. ¿Yo he dicho eso?

Sor María. Sí, lo ha dicho. Y como es médico su palabra es la ley. Estos son los documentos que ha de firmar la madre que ha perdido a su hijo.

Enfermero 2. ¿Ha perdido a su hijo?

Sor María. Y estos son los papeles de la familia que ha encontrado a un hijo, por la gracia de Dios. Última escena. Pónganse el vestuario. ¡Luces de ensayo! Yo daré el pie de entrada. Todos preparados.

Enfermero 2. ¿Yo tengo que hacer otra vez de madre?

Mujer sola. ¿Y yo? ¿Solo tengo que aplaudir? ¿Hacia dónde miro? Yo soy la madre que ha perdido al niño pero no tengo papel en esta función.

Sor María. ¿Cómo dice eso? Usted hará de público. Vamos, vamos. Ocupe su asiento, que vamos a empezar.

Mujer sola. Lo oí llorar y el doctor me dijo que era un hermoso bebé.

Doctor. ¿Yo dije eso?

Sor María. (Leyendo la obra de teatro que están representando y dando el pie para que comience la última escena.) ¡Empezamos! El padre y la madre salen contentos del hospital con el niño en los brazos. Ahora son una sagrada familia.

Madre (Enfermero 2). Mira cómo me mira. Sabe que soy su madre.

Padre (Enfermero 1). ¿Y a mí? ¿Me mira?

Madre (Enfermero 2). Los bebés, cuando miran, miran siempre a la madre.

Mujer sola. (Lentamente comienza a caminar en dirección hacia un horizonte quebrado. Hacia un lugar que todos, menos ella, saben que no existe.) ¿Puedo mirar yo? Yo también soy una madre que camina por una masa de asfalto hirviendo. Voy rompiendo horizontes y veo que ese niño me mira como los niños miran cuando conocen a quien miran.

Sor María. ¡Por favor! Silencio en el público.

Mujer sola. Y esas enormes montañas de recuerdos desmembrados que apenas dormirán en la memoria, despertarán un día y romperán la oscuridad de todos los horizontes. Y el silencio. Y ahuyentarán el miedo y volverá la luz.

Padre (Enfermero 1). ¿Entonces ya somos una familia?

Sor María. Como manda la Santa Madre Iglesia.

Madre (Enfermero 2). Y yo ya soy madre.

Doctor. Hemos tenido que trabajar duro, pero es un logro para la sociedad que haya familias con tanto futuro.

Poco a poco nuestros personajes se van agrupando en el centro de la escena formando una foto familiar. La única que queda fuera de la foto es la Mujer sola.

Mujer sola. (Va repitiendo el texto. No deja de caminar sin moverse del sitio.) Recorreré todos los caminos por los que tenga que caminar hasta encontrar la mirada que voy buscando. Recorreré todos los caminos por los que tenga que caminar hasta encontrar la mirada que voy buscando. Recorreré todos los caminos por los que tenga que caminar hasta encontrar la mirada que voy buscando.

Sor María. (Cuando todos están situados y pisando el texto de la Mujer sola.) Y poco a poco va haciéndose el oscuro mientras la Mujer sola camina hacia un horizonte que no conoce.

Mujer sola. (Va repitiendo el texto hasta que se llega al oscuro en el escenario. Poco a poco su voz se irá yendo con la luz. No deja de caminar.) Recorreré todos los caminos por los que tenga que caminar hasta encontrar la mirada que voy buscando. Recorreré todos los caminos por los que tenga que caminar hasta encontrar la mirada que voy buscando. Recorreré todos los caminos por los que tenga que caminar hasta encontrar la mirada que voy buscando.


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