En mi uniforme inmaculado y mi gorra
sobriamente sonriendo y entrecano
a mi paso hubieran comentado sobre mi gallardía
mi prestancia ínsita y mi don de gentes
Sereno lobo de mar
con muchos amores y ninguno
De haber yo acatado
ese romántico designio
materno.
Vos
crema de garbanzos
no sos
sopita
y sos mi sopa
preferida
Así es la vida
incluso la mía
(espesa)
aunque es también
—oh, resonancias
fulgores
distorsiones—
sopita.
Se me fueron retirando
los vocativos papi y mami
imperceptiblemente
y ninguna otra palabra ocupó las vacantes
Jamás volví
a llamar a mis padres.
La cucharita que Flavia aferra
dentro del pocillo vacío
es tratada
con la energía cómica
que asoma
ya sus rayos
iluminan
nuestra historia.
Ajustada a su mochila
la nena se va al jardín
caminando
y de la mano de su papá
Volar me gustaría —arguye la nena
viendo algo volar—
pero no soy un pajarito
No —admite su papá
y siguen caminando.
“Desde que se escapó
no duermo tranquila
No sé ahora qué hacer con mis sueños
Me aseguraron que tenía ojos celestes
y que al ser blanco
resultaba
incandescente en la oscuridad.”
Acaso te llamaras solamente Pupé
acaso antes de que la empleada de la veterinaria de la calle Bacacay
te llamara Pupé
te llamabas Pupé
Acaso antes de que el veterinario que había asistido a Boni
cuando Boni se enfermó y luego falleció
te recogiera y vacunara y al tiempo nos tentara
con tu incorporación de gatita de un año a nuestra familia
y nos revelara cómo te llamabas
te llamabas así solamente:
Pupé.
Mi gata actual duda demasiado
¡Vieran cómo duda mi gata!
No dudo de que dude
A veces
inexpresivamente
Yo me muestro expresivo
a veces
cuando ella duda.
Entre los 18 años de mi hija
y los 95 de mi madre
una contienda
de distancias
se me libra.
(2010)
Los huesos están cansados
No hay modo de no estar cansados
aunque haya descanso
Los huesos están exhaustos
Por eso no hay modo de no
estar cansados
aunque haya descanso
Los huesos, además, están hartos
de soportarnos, de tolerarnos
nos odien
o nos amen
Los huesos nos expulsan
suplican que los dejemos ir
Detestan que los retengamos
que los exijamos todavía
“¡No es humano!”, chillan.
(A mi madre)