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Filosofía para ser feliz

La idea de libertad de ser docente en la sociedad datoísta

Juan Manuel Ortega Partida

Profesor de Tiempo Completo de la Escuela Preparatoria 7,
Universidad de Guadalajara
Los profanos creen que la economía consiste en campesinos cultivando
trigo, obreros fabricando ropa y clientes comprando pan y calzoncillos.
Pero los expertos ven la economía como un mecanismo para acopiar datos
sobre deseos y caprichos, y transformar esos datos en decisiones.
Harari

Resumen

No quiero ni siquiera saber quién se pregunta acerca del orden o desorden que impera en la sociedad poscovid; en lo que respecta a la era del aprendizaje activo, lo importe es el microestudio con microtítulos que nos certifican competencias para la vida, sin saber si son duras o blandas. Sobrevivir al ritual de la modernidad posmoderna, de datos e indicadores de eficiencia al gusto de algunos trepadores de sueños de la alta gestión administrativa, es lo importante.

Crear, procesar y regularizar la toma de decisiones a partir de los datos es lo de hoy, la nueva pero vieja regla del juego para tomar decisiones. El asunto que aquí se presenta en la representación ética por un mundo mejor, la nueva expresión de dar todo lo mejor de ti, sé feliz, pero al mal tiempo buena cara, bienvenida la inteligencia digital, con mucha memoria, aunque sea artificial, es en parte lo que nos caracteriza como sociedad indolente.

El procesamiento de datos por todos los usuarios de la red es imprescindible en la modelación de la sociedad a la que aspiramos, aunque no lo tengamos presente; es la razón instrumental lo que nos perfilará como una sociedad gobernada por la razón. El colectivo o enjambre es lo que nos permitirá, como individuos de la masa social digital, desmediatizar la movilización colectiva. No hay de otra, el reto es el empoderamiento, la red también se personaliza al gusto de los usuarios adictos a la nube, una nueva forma de aislamiento, pero es también una forma de ser feliz.

Palabras clave: Big data, cansancio, ética, inteligencia artificial, humor.


Introducción

En las escuelas nos preparamos para la buena vida, el aula es el jardín de las dudas, los rituales administrativos de la administración escolar son los deleites de los funcionarios de los que dependen su salario, directivos que se afanan en que hagamos del servicio educativo un esquema competitivo de humor radiante, pero sobre todo de reunir indicadores como parte de la nueva escuela mexicana, que retoma las viejas formas de hacer y pensar la educación al servicio del mercado, una constante oscilación entre la risa y el agotamiento.

Llueva, truene o relampaguee o, si se prefiere la versión instruida, la toma de decisiones sobre el regreso a clases presenciales que no es regreso, se toman con los datos de la ciencia. En la sociedad actual se vive con miedo al contagio, pero también se vive en la zozobra de ser víctima de personales y de externas presiones por ser eficiente.

El teletrabajo es parte de la precariedad y la expresión de la indolencia de algunos. La vida es una constante carrera de obstáculos donde la racionalidad impone el sentimiento de amenaza y de reemplazo, si no cumples o te expresas cansado, temeroso o desorientado, entonces se te ofrece la salida decorosa de listas de espera, sillas o simplemente colchón. Las pifias son exhibidas en tendederos que alimentan la ironía y el desdén.

La vida con humor consiste en obrar con sensatez, es racionalizar, relatar y redactar la vida en forma maliciosa, con elocuencia, a efecto de evitar el enfrentamiento. Es saber estar en el mundo, la estrategia para seguir vivos y con la proclama de la felicidad como estandarte de realización, negación y afirmación, el mundo actual y lo que en él ocurre, es lo mejor de los mundos posibles. Pero es también de lucha por la libertad como primer objetivo y principio ético para la dignificación de los sin poder.

El campo específico es el de docencia en el nivel universitario de educación media superior. Los trabajadores académicos en general vivimos condenados a dar indicadores de eficiencia y productividad, pero a su vez, de reproducción y certificación, de reconocimiento y falsificación. La actitud recomendada es la de ser sabio, de sugerir con toque de aceptación y no de vulnerabilidad, donde todo es posible hasta no hacer nada para salir ganado.

Placer y provecho. El docente es un actor de una obra de teatro con capítulos siniestros, pero también brillantes, donde lo importante será vivir cómodamente y sin enfrentamientos los embates de la burocracia oportunista de elogios y buenos tratos.


Evidencia o serás evidenciado

En la cultura de los big data, todo consiste en registrar, subir y con un clic compartir, el observador que no era observado en la sociedad del poder se pasa a la de vigilar y castigar de Foucault, ahora en todos recae el observar, es la forma simple de liberación de un dato, de transparentarlos y dar evidencia de que se es transparente.

En la cultura de documentar el proceso educativo se planea el tiempo de efectividad de una acción, donde la racionalidad de la intervención debe ser expuesta, esto es, puesta en el marco de una acción consciente, trabajar los contenidos y la actuación de los que intervienen en el proceso de educativo, debe ser caracterizado y consumado en un dato de inicio, desarrollo, cierre y evaluación.

El problema es que esa racionalidad de informes y planes de todo tipo se paga con tiempo de vida, estar a la altura de ese esquema que, dicho sea de paso, no ha sido medido por las instancias oficiales, se ha transformado en un ritual de recreación forzosa, donde no hay disfrute, en todo caso un cierto sinsentido de tarea concluida sin el disfrute de la conclusión.

La expresión “sé feliz” es parte del discurso arrogante de un explotador, donde no le importa lo que sea para que el otro, el subordinado, cumpla con el indicador de calidad, eficiencia y productividad y se atiende el ritual de entregas por entregar lo solicitado, sea el diseño de una actividad, el informe de lo realizado, el control de quién y en qué calidad-calificación lo ha entrega, o lo que le sea requerido a modo de construir un nuevo dato o indicador.

En este sentido y con bastante humor, se ha hablado de una escuela formativa, donde a cada momento se pide entrega de datos en el formato solicitado, la experiencia educativa se ha reducido a la acumulación de formatos, nuestras experiencias formativas en la virtualidad son documentadas en razón de la sospecha de que lo planeado no se ejecutó, o bien, de contar con la evidencia para rebatir el argumento que pudiera sugerir que el docente no trabajó y no atiende la demanda de atención requerida por un estudiante.

En la lógica neoliberal de obtención del máximo beneficio está estrechamente relacionado con el tiempo en el que un trabajador está al servicio del patrón, el tiempo es fundamental, el tiempo personal no nos pertenece, es el tiempo del otro. Esto es, en la lógica del mercado de mano de obra se suprime el tiempo personal para ser puesto al servicio del otro, el asunto es que laboralmente el tiempo que se paga es frente al aula o la pantalla, el invertido, se dice, está implícito.

El tiempo de trabajo y de disfrute está en discusión, mientras que laboralmente se habla de cargas excesivas de trabajo, en el marco de orientación educativa se habla de la necesidad de que el docente encuentre o inicie la búsqueda del punto de equilibrio entre nuestros dos cerebros que es inexistente, una forma asombrosa de hilaridad del yo narcisista que huye de la depresión y el agotamiento individual para concentrarse en la exigencia social de la comunidad. En síntesis, el cansado que descanse, que se vaya, que renuncie a la vida apasionada de la academia.

Pero estas exigencias de atención desbordada no son para todos por igual, son sólo para algunos, para los empáticos que no reciben empatía, la escuela debe ser portadora del ánimo positivo, el andar aburre, el baile agudiza los sentidos, ahora no es el asombro, es la duda, es aprender la capacidad de cuestionarse, es hiperactividad mediada, la sociedad de trabajo se ha convertido en la sociedad del rendimiento.


De la sociedad del rendimiento al aburrimiento y viceversa

En el mejor de los mundos posibles y de los imaginarios se ubican los emprendedores, los gestores, los modernos, los seres humanos que no se rinden al menor de los fracasos, la resiliencia es la bandera para que no desmaye nadie, que aprenda y vuelva a retomar sus sueños. La conformación cultural de los positivos es el narcisismo, pero es también la de un sujeto vulnerable cuyos niveles de exigencia les provoca angustia. La neurosis es viral.

En la sociedad del rendimiento, todo lo bueno es lo positivo, con un clic todo es excelente, por lo tanto, en la mirada crítica de este mundo maravilloso no hay lugar para los negativos, para locos y criminales, o simplemente para los inadaptados que lo cuestionan todo. En la sociedad disciplinaria la filosofía es de autoayuda, el mensaje es “tú puedes”, “el secreto está en ti”, “usa tu poder” “todo es posible”, en resumen, la sociedad del rendimiento genera depresivos y fracasados, en tanto que, en la sociedad del cansancio, su negatividad genera locos y criminales.

Representada de esa manera en la sociedad del cansancio, Byung-Chul Han nos advierte que ahora uno se explota a sí mismo y cree que se está realizando, incluso hay quienes afirman que cumplir con las exigencias laborales te hace ser el mejor de las personas que ha existido, no es discutible, la sociedad se encuentra preparada para afrontar la virulencia, se cuenta con todo el sistema informático para que el sujeto siempre deba trabajar por un mundo mejor. La positividad no experimenta inmunidad excepto la fáctica, resultante de la sobreproducción.

La positividad es entonces la forma de violencia que se nos presenta en la sociedad red, en forma contradictoria es la bonanza de productividad que se presenta como infartos psíquicos, se habla de un sujeto saturado, melancólico, donde la depresión, dice Byung, es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso de positividad. De acuerdo con lo indicado por Bob Blake, en su ensayo La abolición del trabajo, esto tendrá que ser reemplazado y, por lo tanto, que inicie la fiesta, donde el cambio sea por una forma de pensar la vida, más que el sistema del dinero, donde se trasforme la técnica del control informático de la población y, con ello, el hábitat carcelario en el que se encierra a los despedidos.

Es una forma concreta de trabajo por la emancipación del trabajo, como se presenta en la película de Matrix de 1999, donde hay que combatir en la zona cero, aquellas máquinas que se han revelado contra el ser humano, que se encuentran dotadas de inteligencia artificial, esto es, tienen vida y han dominado a los seres humanos a los que mantienen conectados, pero hay seres humanos libres que haciendo uso de sus naves buscan liberar a otros seres humanos y terminar la guerra contra la Matrix desde el sistema informático mismo.

En la Matrix, al estar conectado, aprendes de todo, no hay necesidad de escuelas, pero se tiene que mantener ese sistema actualizado y libre de virus. El argumento es interesante si consideramos que dos años después en la película Inteligencia artificial, de Steven Spielberg, se trata de generar un niño robot (David) que cuente con sentimientos de apego a la madre que le son perdurables a la existencia humana.

Amar el dato, generar la evidencia es la constante. El trabajo en línea, el celular, la red social, el repositorio no duermen, no descansan, no conocen días y horarios laborales, la jornada de los docentes y hasta los procesos de formación que antes eran contemplativos, donde se jugaba con el tiempo y se disfrutaban los debates, ahora roban la paz, el merecido descanso y la satisfacción, el diálogo, la comunicación ahora es mediada sin mediaciones, sin el otro, sin el reconocimiento del otro, son para la masa o, como diría Nietzsche, para todos y para nadie.

El ser humano ocupado, cargado de exigencias, el salvaje cibernauta, saturado de información, se ve diversificado en la atención de diferentes actividades, pero todas, hasta las recreativas, se desarrollan a través de pantallas explorando las redes sociales y los videos virales que explotan lo cursi, lo mal dicho, lo que confronta, lo que divide, lo que separa.


Conclusión

La felicidad como condición, no como meta de vivir. En la sociedad big data hay cambios que deben trastocar nuestro sistema de indicadores sobre la idea de eficiencia de la actividad educativa. La educación personalizada es el porvenir de una ilusión. Se apuesta, a modo de creencia, que en los próximos años la inteligencia artificial será capaz de desarrollar sistemas complejos de procesamiento de la información que nos permitirán tomar decisiones no sólo más allá de la idea de mercado, sino de la humanización del ser humano.

El dataísmo será una forma simple de hacer la historia del mañana, como sugiere en su libro Homo Deus el escritor Israelí Yuyal Noah Harari, una apuesta religiosa poshumanista, tránsito de la sociedad de las cosas y su consumo a la de las emociones, al arribo de un algoritmo base fundamental para la felicidad perpetua.

La positividad nos conduce a la repetición y al aburrimiento de ser eficiente y positivo, cumplir con el indicador siempre inalcanzable conduce a la depresión, al infarto neuronal. La resiliencia, el estado de aprender a ser siempre mejor es parte de la perseverancia datoísta, de ser yo mismo, como dice Byung, mi propio jefe, por lo tanto, de ser yo mismo el explotador de mi tiempo y el sueño de cumplir con el indicador de calidad y productividad esperado.

La positividad es la carta de presentación, es no ser expuesto o evidenciado, es una actitud de ser silenciado voluntariamente, sin coacción externa, por el miedo que es la vacuna, la inmunización a la crítica, la frustración avergonzada como remedio contra la locura del crítico que gana tan sólo ser exhibido y expulsado de la comunidad.

El sistema de información bajo la expresión de control y poder, se presume, será transformado por ese mismo hombre deprimido, que es a su vez verdugo y víctima, es una forma de conciencia y acción, donde le sembraron miedo ahora le crecen alas, tal como dicta la expresión del canto de la lucha feminista de este año de encierro, de quédate en casa, de home office.

El esquema de identificación de evidencias, del logro, del hacer, del saber y del ser de profesores es homologado, no es de extrañar que se limite a lo idéntico. Lo real es una ilusión, una ausencia, es la falsificación de lo real. Los docentes, si bien son contratados sin mirar diferencia, los conocimientos que porta y son producto del aprendizaje que obtiene, son reconocidos por esas diferencias, la uniformidad es lo imperante.

Aprender a mirar, pensar y comunicar será la tarea, es rescatar la vida contemplativa, es disfrutar, es distanciarse de la rutina, es reconocer el papel de asombro para cuestionarlo todo, es ser acción de reacción para abrir puertas, es ensanchar la capacidad de diseñar horizontes de realidad, tantos como futuros imaginemos. Felicidad con humor, nos urgen datos, pero debemos considerar que en educación no todo lo que compramos lo necesitamos.


Bibliografía

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