Lo que hace que una experiencia sea educativa es la necesidad
de generar interés en experiencias futuras, trabajar problemas
que despierten curiosidad, permitir que haya experiencias que
se puedan repetir y desarrollo en el tiempo y que la actividad
pueda ser considerada valiosa intrínsecamente hablando.
La utopía1 nos educa para desear un mundo más justo. La actuación de las personas, de los grupos sociales y de las instituciones tiene en común definir proyectos a partir de los cuales dan dirección a la conquista de la felicidad2 como sentido de futuro a las personas y con ello establecer estrategias o marcos de actuación para alcanzar ese fin, por lo que se toman decisiones que implican referentes éticos. 3
La responsabilidad social es compromiso, obligación y deber que poseen los individuos, los grupos sociales, en el marco del estado a efecto de contribuir voluntariamente en la construcción de una sociedad justa.
La reflexión ética es una oportunidad de aprender a partir de hacer, una posibilidad de desarrollo de la llamada agencia de libre determinación de estudiantes y profesores, al tiempo que pone en el centro la voluntad renovada de destacar la responsabilidad de la educación media superior de educar para la vida, entendida como la participación responsable en la construcción de prácticas sociales por un mundo mejor.
Palabras clave: Ética, utopía, moral, responsabilidad, aprendizaje.
Es un hecho que si intentamos definir la ética con un fin práctico, debemos de contextualizar el marco social en el que se sitúa la actuación de las personas a las que va dirigida esa definición, la cual implica la moral efectiva de individuos y grupos, por lo tanto equivale al reconocimiento de la pluralidad social; así, la definición que se presente muestra el camino de quiénes somos y qué queremos para el futuro inmediato.
La felicidad como ideal de la reflexión ética, desde este punto de vista, no es ajena a los intereses económicos, políticos, sociales y cultures y, con ello, los retos que implica actuar en consecuencia. La ética, en tanto ciencia que estudia la moral, implica la actuación ideológica a partir de la cual se construye la formación y responsabilidad ciudadana.
Mientras que la responsabilidad social implica el debate de lo individual con un rasgo de apertura y reconocimiento de lo diverso, pero es también determinación comprendida entre actuaciones negativas y positivas, las primeras referidas a las prohibiciones de actuación y las segundas orientadas a la actuación en consecuencia a una determinada visión; por ejemplo, la responsabilidad social ambiental implica la actuación individual, en correspondencia con la necesidad histórica, con la visión del grupo social, de la organización, del fin del estado para ser conscientes de los daños causados por la actividad económica.
Formar en la cultura de la legalidad involucra el reconocimiento de la dimensión ética de la gestión y la cultura de gobernanza. Es en este contexto que se formulan las siguientes interrogantes: ¿Cuáles son las bases filosóficas que sustentan la responsabilidad social? ¿Es posible un mundo mejor? ¿Es la ética la que fortalece la idea de una persona verdaderamente humana? ¿Cómo educar para la responsabilidad social? Preguntas que sin lugar a dudas dan sentido al proyecto educativo de educación media superior en la Universidad de Guadalajara.
La universidad debe asegurar en la educación media superior una sólida formación en valores, esta es una demanda en los discursos oficiales, misma que parece responder a la urgente necesidad de nuestro mundo global, sin embargo es una apreciación personal que todavía no ha sido asumida en todas sus consecuencias. Las razones que justifican la necesidad de formación en valores en la universidad se deriva de dos ámbitos, el académico de apreciación curricular, de corte teórico filosófico, y el práctico, como exigencia social de formas y estilos de vida en correspondencia con las acciones del estado para garantizar la prosperidad de todos y el buen vivir, lo que tiene que ver con la mejora de las condiciones de vida, salud, educación, empleo, recreación y, por tanto, reglas claras para la generación y distribución de la riqueza necesarias para que los seres humanos puedan alcanzar su realización.
Las explicaciones teóricas que justifican la necesidad de la formación moral en la universidad han sido expuestas por grandes pensadores, desde Aristóteles hasta nuestros días donde se ha afirmado que la ética tiene por objeto forjar el carácter de los buenos ciudadanos y donde la búsqueda de la felicidad debía hacerse desde el desarrollo de los hábitos y virtudes que nos posibiliten convivir en comunidad y en paz. Por su parte, las razones prácticas como exigencia social se pueden agrupar en tres grandes temas; formas y estilos de vida en correspondencia con un mundo global, las propias de las profesiones y las inherentes a las demandas del mercado laboral actual.
Los problemas que acechan a la sociedad en estos momentos son globales; los derechos humanos, la contaminación, la pobreza, la seguridad, la justicia, entre otros, son de una enorme magnitud y a la que todos tenemos obligación de responder. Se piensa en consecuencia que son del ámbito particular en los que cada persona asuma su responsabilidad profesional y su capacidad para aportar y adoptar soluciones que requieran de una formación y desarrollo de capacidades y actitudes determinadas. Este reto personal implica por tanto que el papel de las instituciones de educación superior y en particular de las universidades es el de fortalecer la pertinente formación profesional, la conformación cultura e intercultural, en tanto desarrollo del capital humano y el desarrollo económico y tecnológico.
La vinculación entre la escuela y la vida es fundamental. La historia de la educación y con ello de las teorías educativas ha seguido el principio de formar para la vida social. En este sentido la escuela tiene que estructurarse en torno a determinadas formas de cooperación social y vida comunitaria, atender las necesidades vitales de los alumnos es el reto de las instituciones educativas, de forma tal que a través de una participación democrática en las actividades sociales o de intervención surja la autodisciplina como base en la propia decisión del individuo y referente ético del compromiso en la tarea constructiva de una sociedad justa.
El aprendizaje significativo es uno de esos intentos teórico discursivos a partir de los cuales los contenidos que se enseñan en la escuela se encuentran vinculados en alguna medida con lo que es familiar e interesante para el sujeto que aprende. Este principio se refiere precisamente al imperativo de que tanto lo que se enseña como las experiencias para enseñarlo se encuentren articuladas, en razonable medida, con las circunstancias personales y culturales de los estudiantes, por lo que es o puede ser legítimamente relevante y pertinente.
El conocimiento es un fenómeno social, generar un esquema de trabajo que toma distancia de los campos disciplinares y centrar la atención de proyectos de intervención a partir del estudio de caso y aprendizaje a partir de proyectos es parte y producto de la actividad de la escuela por generar aprendizajes a partir de contextos. Si se logra percibir que lo importante es el conocimiento como producto de aprendizaje, entonces la escuela será un laboratorio experimental donde lo fundamental es atender el contexto en el que vive el estudiante.
La realidad es otra, en la escuela se pide atender un texto, no el contexto. El docente vive preocupado y atento a la teoría, a la disciplina o marco teórico en sí mismo, antes que ocuparse de que los educandos los transfieran efectivamente a sus potenciales ámbitos de aplicación práctica. Por su parte, el estudiante considera que la única vivencia posible o formativa es la que la escuela transmite, por lo que sin lugar a dudas el reto es simple, el conocimiento que se construya en el ámbito escolar debe ser aquel que atienda el contexto del estudiante.
La propuesta es cambiar las prácticas burocráticas de las escuelas por una reflexión constante de la actividad escolar. Aprender, hacer y reflexionar es la premisa fundamental. Se trata en primer término de revertir el encuadre, de poner el contexto como pretexto del uso disciplinar de referentes teóricos, la escuela no debe consistir en capacitar al alumno en el dominio de la información, o de proveer información, sino de promocionar prácticas para su desenvolvimiento, de la actuación e intervención.
Siguiendo la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, el aprendizaje situado sin lugar a dudas reconoce la libertad y la igualdad como centros nodales de atención. Es por esta razón que un mundo mejor sería aquel donde se respetaran y desarrollaran esos derechos.
Los derechos que se basan en la libertad indican que los seres humanos tienen derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, de opinión, expresión, reunión y asociación, libertad para contraer matrimonio y fundar una familia. En ese mismo sentido, los derechos que se basan en la igualdad afirman que los seres humanos tienen derecho a la seguridad social, al trabajo con un salario igual, al descanso, a la alimentación, al vestido, a la vivienda, a la salud, a recibir un salario y tener un ingreso cuando no pueda ganárselo por sí mismo por causas ajenas a su voluntad, a recibir educación y de calidad.
Trabajar desde esta perspectiva la conformación de una sociedad ética implica abordar problemas abiertos, no estructurados ni rutinarios, que permitan el desarrollo del pensamiento de alto nivel y la adquisición de habilidades de solución de problemas aplicables en contextos de la vida real. El debate sobre la evaluación desde este abordaje de aprendizaje contextualizado supera la idea de medición de aprendizajes declarativos, explorando las estrategias y las herramientas tipo el portafolio, la autogestión, la coevaluación y las rúbricas relativas a la participación social y la gestión de proyectos con impacto social.
La evaluación de los aprendizajes desde este enfoque se regula por la autogestión de proyectos, por la solución de problemas que se ofrecen, por aprender haciendo y por el grado de trabajo colaborativo establecido mediante la intervención del grupo como comunidad reflexiva de aprendizajes. El examen departamental, si bien es necesario, mide el grado de dominio de los saberes declarativos estáticos, requeridos desde el campo de los conceptos básicos de la ética, su utilidad es simple, la promoción de los estudiantes en su trayectoria curricular.
La educación es una práctica social con sentido ético. La educación de las nuevas generaciones no consiste únicamente en saber usar herramientas para mejorar la productividad y el crecimiento económico. Educar es humanizar, formar a los nuevos ciudadanos significa imaginar un mundo mejor, reflexionar sobre los hábitos que forman la costumbre a partir de los modos de ser moral de las personas.
La utopía desde la concepción de proyectos de futuro implica un ángulo crítico de la realidad actual a partir de la cual construir una opción de futuro o porvenir deseable. La ética tiene como fin la felicidad, fin y medio para la conquista de un mundo mejor. Formar ciudadanos responsables es una de las tareas de la educación en general, y en particular de las instituciones que ofrecen educación media superior. La ética no inventa los problemas morales, sino que reflexiona sobre ellos, por lo que la reflexión ética como unidad de aprendizaje del Bachillerato General por Competencias que se ofrece en la Universidad de Guadalajara no se limita a observar y describir esas acciones, sino que busca determinar si son buenas o malas, emitir juicios sobre ellas y con ello a encauzar la conducta humana.
Desde la perspectiva sociocultural, la sociedad ética es un campo de análisis y crítica experiencial situada a partir de las funciones que realizan los alumnos y los docentes, recuperando y reflexionando sobre las prácticas de esos actores. El aprendizaje basado en el servicio consiste en atender escenarios reales de la casa, la colonia, la ciudad, las instituciones y las relaciones humanas que se establecen entre la comunidad, incluidas las administrativas y de gestión, las educativas, las recreativas y las laborales, entre otras.
1 Utopía es la obra monumental escrita por Tomas Moro en 1516, en la cual imagina una comunidad fundada en los ideales de buena voluntad, propios del cristianismo original, y el rescate de la democracia como forma de gobierno.
2 Eudemonismo implica eudaimonia, el camino que conduce a la felicidad como lo bueno.
3 La ética o ethos es la costumbre, la actuación constante que crea hábitos. La ética es fin y es medio para la conquista de la felicidad.
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