Para Enrique S. González y Eusebio Tamez,
por su amor y pasión por Las Mitras
Cuando llegué a Monterrey, en 1970, me gustaba recorrer la avenida Simón Bolívar; me parecía una avenida muy elegante y moderna. Dentro de esa modernidad destacaba una casa ubicada en Simón Bolívar y Urdiales, frente a Casa Roy; por fuera sólo alcanzaba a verse el techo de teja roja y el resto de la casa estaba cubierto por una barda blanca y el verdor de las plantas que sobresalían. Esa casa ya no existe: fue derrumbada para construir un Oxxo y otros negocios más.
Desde mediados de los años ochenta, poco a poco la otrora moderna avenida Simón Bolívar ha sido tasajeada y de su elegancia y modernidad poco o nada quedan ya. Las que fueron residencias han pasado a ser locales comerciales, y de su esplendor sólo queda el recuerdo.
Es precisamente ese esplendor fijado en la memoria colectiva lo que sustenta el libro Las Mitras antes del caos (crónicas de nostálgicos) de Raúl Caballero García; indudablemente la más completa historia de la colonia Las Mitras porque es contada por quienes crecieron a la par que la colonia.
El libro se integra por seis apartados: “La colonia, una idea”, “La avenida se traza”, “La avenida se ilumina”, “La avenida entre terrenos”, “La avenida se transita” y “La avenida se bifurca”. De ellos, los tres primeros cumplen la función de un prólogo y los tres restantes son la esencia del libro, porque en ellos encontramos la historia de la colonia contada por sus protagonistas; una visión estereofónica en la que múltiples voces son presentadas en el orden de su nacimiento y sin importar que algunos datos se reiteren o que un dicho contradiga a otro, Raúl Caballero García tuvo la excelente idea de dejarles ser ellos mismos quienes contaran su historia y él intervenir lo menos posible para dejarnos esta polifonía mitreña; otro logro del autor del libro fue estructurarlo por generaciones. Así, “La avenida entre terrenos” ofrece las voces de los primeros niños que habitaron la colonia y que nacieron a fines de los años 30 y principios de los 40.
“La avenida entre terrenos” y “La avenida se transita” forman un todo. Ambos capítulos están integrados por quienes siendo niños llegaron a vivir a Las Mitras, aunque en la segunda se ofrecen los testimonios de quienes nacieron entre 1942 y 1949. Esta es la generación que ha procurado conservar los lazos de fraternidad que los uniera cuando niños y adolescentes y que continúan fortaleciendo a través del grupo “Rucko’s Mitras” que se reúne el primer miércoles de cada mes.
Espacios, juegos, diversiones en general; personas y personajes, habilitación de espacios para practicar sus deportes favoritos (beisbol y futbol americano), travesías para llegar a las escuelas en colonias vecinas, tiendas que fueron instalándose y aquellas que al tiempo se convirtieron en su espacio de convivencia; las fiestas, los bailes y, permeando entre las anécdotas, James Dean como símbolo generacional y el rock and roll como sello de identidad.
“La avenida entre terrenos” y “La avenida se transita” son dos capítulos que derrochan alegría, nostalgia y deseos de vivir. Vieron crecer la colonia Las Mitras y la colonia Las Mitras se apoderó de ellos; es una marca en su existencia: vivieron en Las Mitras y ahora Las Mitras vive en ellos. Disfrutan contando sus vivencias de cuando niños y adolescentes; pero se nota también cuánto les duele ver la transfiguración en la que se ha caído; sí, porque no ha sido sólo una transformación en lo físico, sino una real transfiguración que afecta en lo anímico. La colonia viva y luminosa de antes ha pasado a ser una colonia oscura, silenciosa y sin el ánimo que le caracterizaba y que se quedó grabada en su memoria afectiva.
El sentido de pertenencia es básico para que un lugar tenga vida. Los testimonios contenidos en estos dos capítulos irradian vida: era SU colonia, la vieron crecer y crecieron junto con ella.
El último capítulo, “La avenida se bifurca” ofrece testimonios de los nacidos en los años 50. El tono de estos testimonios contrasta con los de los dos capítulos anteriores; salvo excepciones, no se advierte tan fuerte ese sentido de pertenencia. A diferencia de los anteriores que remarcan el “aquí viví”, en este último capítulo lo que se siente es un “aquí habité”. Y la diferencia entre el “aquí viví” y el “aquí habité” es abismal. Más que un sentido de pertenencia se siente un distanciamiento; y es lógico, pues se trata de la generación que habitó en una colonia ya establecida y plenamente urbanizada, por lo que sus vivencias son menos, y tal vez por eso algunos de los testimonios sobre Las Mitras son escuetos y se explayan más en sus vivencias fuera de la colonia, dando razón al título del capítulo “La avenida se bifurca”, pues la avenida se bifurcó en dos vertientes: los que vivieron Las Mitras y los que habitaron en Las Mitras.
Las Mitras antes del caos (crónicas de nostálgicos) de Raúl Caballero García ofrece además una gran cantidad de imágenes que, unidas a los testimonios, conforman un valioso documento, además de completísimo, sobre la colonia Las Mitras, y se convierte en fuente de consulta obligatoria para quienes buscan conocer más sobre Monterrey, sobre todo a partir de la línea de la historia de la vida cotidiana.
Raúl Caballero García. Las Mitras antes del caos (crónicas de nostálgicos) .
México, 2019. Página Seis Editorial. 712 pp.