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Muros y puentes

The Doors: los que fueron, lo que son

Opiniones y apuntes que honran su leyenda a 50 años de su primer disco

Raúl Caballero García

Si bien se forman en 1964 y desde entonces comienzan a crear su emblema musical —tocando en bares y como teloneros de otros grupos en los clubes nocturnos en boga a lo largo de West Hollywood, California— es en enero de 1967, 50 años atrás, cuando The Doors sacan a la luz su primer single (“Break on Through”) y por esos días graban y lanzan también su primer disco, el álbum homónimo. A partir de ahí crece la leyenda.

Para honrar el recuerdo de este singular grupo hice preguntas y peticiones a varios amigos, les pedí su opinión, les pregunté a todos por in box. A uno de ellos, por ejemplo: ¿En qué momento escuchas por vez primera a The Doors? ¿Cuál fue tu impresión? ¿Cómo era el contexto urbano y juvenil en Monterrey los días en que se escuchan sus primeras piezas? La evolución de este grupo por entre la “invasión inglesa”, el elitismo neoyorquino, y la escena del rock norteamericana... ¿abrió brecha en los términos de la psicodelia?

A otro: ¿En qué momento aparecen The Doors en Monterrey? ¿Cuál era el contexto urbano y juvenil? ¿Cómo fue recibido su sonido entre los jóvenes regios? De entre su obra dime una pieza que te parezca sobresaliente por entre las demás.

Con variaciones que las fueron modificando, las preguntas no siempre fueron las mismas, pero en las respuestas, por supuesto, hay coincidencias. Algunos como Enrique Navarrete o Chito Arrambide me respondieron con uno o dos párrafos, en tanto que otros como Patricio Morelos o Enrique S. González (El Monstruo) o Alfonso Teja Cunningham con una o dos cuartillas. La edición de sus aportaciones fue mínima y las respuestas extensas las dejé así porque dan contexto y aportan la información en torno a The Doors, los que fueron, lo que son.

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Patricio Morelos: Representaron nuestra toma de posición social

Yo escuché a The Doors por primera vez en el barrio, en un disco de 45, allá por el 69. Estaba en la secundaria.

Mi barrio está en el centro de la ciudad: Cuauhtémoc y Espinoza. El disco traía “Break on Through”, me lo vendió un camarada que era guitarrista. ¡Me impactó! A este cuate que te digo, el guitarrista —muy bueno, por cierto— le compré varios de 45. Él tenía muchos, para sacar las rolas en la guitarra. Pero un día su papá lo torció forjando un toque y lo corrió de la casa. Y pa’ sacar una lana vendió sus discos. Ya no siguió con su carrera de músico. Tuvo que trabajar en otra cosa, vaya. La historia de muchos...

En el barrio se formó un grupo muy unido. Todos llevábamos nuestros discos, sobre todo mi compadre Ricardo Martínez Leal, tenía un madral. Ricardo actualmente es músico, compositor, maestro en la Facultad de Música.

Escuchábamos discos en la banqueta. De los Doors teníamos todos. El disco doble en vivo era muy frecuente. Morrison Hotel, tambor... jaja. Hasta la fecha nos juntamos a palomear, y a quemarnos las pestañas... jaja. Luego en casa de un compa del barrio escuchábamos mucho el The Soft Parade.

The End realmente me llegó profundo. Comentábamos sobre el contenido de la letra: el complejo de Edipo... jaja. Recuerdo que nos parecía una ruptura fuerte con el tabú de la madre como santa, incuestionable.

A Morrison lo veía como un rocanrolero intelectual que tenía cosas qué decirnos. Sus intereses literarios y filosóficos eran compartidos por algunos de nosotros. Ahorita le sigo. Voy por un whiskito... jaja.

Poco después de conocerse en Venice (Morrison y Manzarek), ambos compartían intereses y actitudes frente a la vida. Morrison le planteó la necesidad de decir cosas trascendentes a los jóvenes. La música era solo el vehículo. ¿Revolucionaron el ambiente? ¡Definitivamente! Una rebelión con sentido, con rumbo, pues.

Creo que musicalmente no eran los mejores, aunque bastante buenos. Morrison sí, una voz extraordinaria. Fíjate, mi buen Raúl, pensándole un rato, creo que The Doors, Morrison en particular, fue uno de los grupos que más influyeron en mi definición contracultural. La decisión de experimentar con alucinógenos, donde esperaba encontrar cosas importantes, las grandes verdades de la existencia, tuvo mucho que ver con su música, sobre todo con sus letras. Creo que eso les sucedió a muchos de nuestra generación. Era inevitable que así fuera.

The Doors alimentaron la actitud antistablishment, la búsqueda de sentido en la existencia. La convicción de que nuestra generación tenía que contribuir al cambio de rumbo que soñamos y seguimos soñando, algunos. Yo, al menos. Soy un romántico, soñador. Ya no sé qué decirte, man. Me he echado varios tragos y tocadores, muy güenos... jaja.

Como puedes ver, mi enfoque es, sobre todo, en lo cultural, en lo social. En mi opinión, no es solo lo musical. Más bien lo que representaron en nuestra toma de posición social, cultural, política, pues. ¡Existencial! Morrison era un filósofo del momento histórico, en mi opinión.

¡Salud y libertad, Maese!

Patricio Morelos es regiomontano. Es sociólogo y músico de rock y blues (toca la armónica).

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Humberto Arredondo Arrambide: Supimos que existía algo más que los Beatles

En 1967-68 estaba uno inmerso en la beatlemanía. Ya había escuchado “Light my Fire”, pero pensábamos que sería éxito pasajero. De pronto íbamos en el vochito de Raúl Arreola (La Burra) y en la estación de radio anunciaron una nueva canción de The Doors que nos impactó bastante: “Hello, I Love You” (del álbum Waiting for the Sun). Fue en ese momento que nos dimos cuenta que estaban produciendo buena música. “Wild Child” (dentro del The Soft Parade) fue otro éxito sobresaliente del grupo.

Supimos que existía algo más que los Beatles.

Humberto Arredondo Arrambide, de Heroica Matamoros vive en Guadalupe, Nuevo León, es arquitecto por la UANL.

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Lucrecio Petra: La veladora está prendida

Atendiendo tus preguntas y peticiones aquí te va mi rollo. Trataré de ser conciso, como me pides: de The Doors en la actualidad se dispone de una extensa bibliografía, un chorro de documentales y su presencia desfila en una variedad de películas. Pero 50 años después podemos decir que la llama sigue encendida entre la grey que con su música comulgamos con el sacerdote Timothy Leary.

Fue un muy singular grupo, es muy sabido el encuentro entre Morrison y Ray Manzarek, quienes se conectaron para formarlo. Juntaron sus conocimientos para ensamblar el teatro griego con lo chamánico que tanto atraía a Morrison. Una vez integrado el cuarteto con Robby Krieger y John Densmore, acoplaron a su identidad no solo la psicodelia de ese momento histórico, también las raíces del jazz notables en Densmore y el influjo del blues en todos ellos… acoplaron, digo, conceptos psicoanalíticos (Edipo incluido por supuesto) con los poetas malditos que bautizó Paul Verlaine… todo lo cual devino en la tragedia progresiva de su descomposición, sobre todo por los desmadres que armaba Morrison, su alcoholismo y el exceso de las drogas. Muchos lamentaron entonces (y tal vez lo sigan haciendo) que Morrison haya sido tan desmadroso hasta acabar en la muerte y la desintegración de The Doors, pero yo siempre he pensado que si el poeta cantante Jim Morrison no hubiese sido como fue, The Doors no serían lo que son.

Tras la muerte de Jim Morrison, en un oleaje que traía lo mismo propuestas comerciales que la creación o transmisión de documentos fílmicos la imagen del grupo se salió de la historia: The Doors se convirtieron en una especie de leyenda, lo siguen siendo. Me hiciste escucharlos de nuevo, puse su primer disco, el homónimo, y no paré hasta escuchar todo lo que hicieron, debo agradecértelo, tu petición motivó este reencuentro justo 50 años después.

Termino: El baterista John Densmore, en honor a la postura de Morrison en contra de comercializar su obra, se opuso —incluso en tribunales y ganó— a las propuestas de anuncios de TV que llevaban algún riff, o alguna línea de sus canciones, tampoco aceptó el manejo comercial con el nombre The Doors… The Doors: una cuasi sagrada referencia al libro de Aldoux Huxley: The Doors of Perception (Las puertas de la percepción) quien, a su vez, debes saber, se inspiró en una línea de la poesía de William Blake en su The Marriage of Heaven and Hell (El matrimonio de cielo e infierno).

En Monterrey los recibimos en medio de una explosión tardía: la psicodelia de lo pop llegó a la urbe con mucho retraso. Cuando aparecía The Doors y meses después el alucinógeno “Strange Days” en nuestra ciudad caía una nevada garciamarquiana. Pero el circuito del rol ya estaba cargándose de energía, sin duda, la circulación de a poco llenaba las arterias del mapa en tanto crecían fumarolas aquí y allá: de las prepas a Ciudad Universitaria, de los colegios de estudios superiores a las casas y departamentos. La transición de lucecitas de colores a la luz negra. Extraños días estaban en el porvenir inmediato. Cuando The Doors se nos aparecieron todavía no estaba aquel cascarón que era el espacio del Club de Leones Poniente donde La Tribu y Quo Vadis nos hacían bailar (y viajar), pero la raza rolaba, iba y venía como sus hermanos mayores lo hicieron antes en otra dimensión. Comenzaba una nueva era. Crecían melenas y la ropa se transformaba y The Doors —con los demás, desde luego, esos que mencionas venidos de Inglaterra (la invasión inglesa en los Estados Unidos) y pese a los exquisitos a los que en aquel momento les hablaba la virgen en Nueva York— revistieron la nueva era, la concretaron, precisaron su carácter psicodélico. Y bueno, ya, me callo, ai te lo dejo ojalá te sirva.

Lucrecio Petra, escritor (regiomontano, aunque dice ser de todas y de ninguna parte), radica en Corpus Christi (“Corpitos” para la raza, dice).

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Enrique S. González: Un aura de profundidad del Rock

Imposible de evitar el desenfreno sexual, la muerte y la transformación carismática de un reptil en Morrison su cantante, con un Blues eléctrico del resto de la Banda que ha dado a The Doors un aura de profundidad del Rock de los 60 y que ha sobrevivido por todos los tiempos. Los Doors son “cosa seria” en la historia del Rock. Quienes vivimos esa época sabemos de lo que hablamos. Sale sobrando opinar más al respecto.

El grupo de The Doors, liderado por el volátil y polémico Jim Morrison, comenzó su carrera a mediados de los años sesenta en UCLA (Universidad de California en Los Ángeles). Morrison estaba estudiando cine cuando conoció a su compañero Ray Manzarek, un tecladista de una banda local. Se familiarizaron con Robbie Krieger y John Densmore en una clase de meditación con el Maharishi Yogi, y los cuatro decidieron formar un grupo. Morrison sugirió el nombre del grupo a partir de una cita de William Blake que apareció en una hoja (The Doors of Perception, 1954) de Aldous Huxley (escritor de temas espirituales, como la parapsicología y el misticismo. Se le considera uno de los más importantes representantes del pensamiento moderno): “Si las Puertas de la percepción fueran limpiadas todo parecería al hombre tal como es, infinito”.

The Doors primero tocaron en los clubes pequeños en el “Sunset Strip” de Hollywood, generalmente como grupo de apertura. Una noche Jac Holzman, presidente de Elektra Records, fue al Whisky A Go Go para ver una actuación de Love (actualmente llamados como Love Revisted, que es una banda de rock de finales de los 60 y principios de los 70) y se quedó para ver a The Doors como grupo abridor. Aunque no le gustó al principio, volvió varias veces y finalmente los firmó con un contrato casi por terminar 1966. El primer álbum, The Doors, fue lanzado a principios de 1967 junto con el sencillo “Break on Through”. Cuando hicieron el “corte” de siete minutos de “Light my Fire” comenzó a recibir la mayoría de “rotaciones” en las estaciones de FM, fue editado y prensado como un sencillo, que fue directamente al número uno en las listas junto con el álbum.

Durante los dos años siguientes The Doors logró varios sencillos de éxito adicionales y un número de exitosos LP, incluyendo Strange Days, Waiting for the Sun, Morrison Hotel, The Soft Parade y L. A. Woman. Cuando este último álbum fue lanzado (donde está el sencillo “Love Her Madly”), Jim Morrison había estado desarrollando dificultades personales extremas. La fricción comenzó a producirse dentro del grupo, y cuando Morrison viajó a París a mediados de 1971 para descansar y escribir, el resto del grupo practicó (y supuestamente comenzó a grabar) sin Jim. El 3 de julio de 1971, Jim Morrison murió y fue sepultado en el The Poets’ Corner “Rincón de los Poetas” del cementerio Pére Lachaise en París.

Después de todo esto los miembros restantes grabaron dos álbumes adicionales, Weird Scenes Inside the Gold Mine y Full Circle. La banda se desintegró a principios de 1973.

Hasta hoy Jim Morrison se ha convertido en un héroe de culto para las nuevas generaciones de jóvenes. John Densmore (baterista) ha participado en pequeñas actuaciones y sigue activo hasta el presente; Robbie Krieger es un guitarrista que se presenta como solista y sigue activo hasta el presente también; mientras que Ray Manzarek produjo álbumes para diferentes grupos que fueron notables con el teclado y el bajo durante muchas demostraciones en vivo y algunas grabaciones, asumiendo un papel principalmente como bajista. A principios de 2013, Manzarek fue diagnosticado con un cáncer raro llamado colangiocarcinoma (cáncer de conducto biliar) y viajó a Alemania para un tratamiento especial. El 20 de mayo de 2013 murió a los 74 años en Rosenheim, Alemania.

Yo viví bajo la influencia musical de esta banda en mi oficio de “disc-jockey” en la radio de los 60 en la otrora XERG en Monterrey, cuando los jóvenes estaban sensibles y dispuestos para recibir “fuertes” experiencias musicales y que por la misericordia de Dios muchos nos consideramos sobrevivientes por todo lo que conlleva esa década… la de los sesenta.

Enrique S. González ha sido un “disc-jockey” clave en el desarrollo del rock en Monterrey en la XERG; en 67-73 en un entrañable programa llamado El Monstruo; se desempeñó también en la televisión (Canal 6 y Canal 12 y TV NL) con diversos programas siempre musicales y en la actualidad mantiene el valioso Almanaque, hoy en la historia del Rock en Radio UdeM 90.5.

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Enrique Navarrete: Iniciaron una nueva era

No (fue) en Monterrey, la primera vez que los escuché fue en la Ciudad de México, particularmente en la pista de hielo de San Ángel. “Light my Fire” y “The Cristal Ship” (1967, esas dos piezas componen uno de los primeros singles del grupo), la primera fue la pieza que simplemente inició una nueva era por su duración, por la utilización del órgano y la letra. Comenzaba una nueva etapa. Las canciones cortas de minuto y medio pasaron a la historia; ahora se valía todo, ya no había límites, las disqueras no imponían tiempos ni duración y las estaciones de radio tuvieron que ajustarse a los nuevos tiempos.

En realidad, el álbum The Soft Parade, me parece un concepto y una obra madura, me gusta mucho y lo considero una expresión del grupo, saludos.

Enrique Navarrete es un economista por la UNAM. Nacido en Ciudad de México, es regiomontano porque creció en Monterrey: “Uno es de donde se hace y no necesariamente, de donde nace: me considero regiomontano”, me dijo previamente.

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Alfonso Teja Cunningham: Puertas que abren sentidos

Tu invitación, querido amigo y colega, implicaría realizar no solamente un intento de ensayo, sino también acompañarlo con un relieve en primer plano de esos años de transición, cruciales en mi adolescencia. Me quedo con la segunda opción. Con tiernos 17 años en las costillas salía de la escuela preparatoria del Instituto Regiomontano para ingresar a la facultad de Arquitectura de la Universidad de Nuevo León (aún sin la A de su autonomía).

Era 1967, y eran años de transición. Hacia finales de ese año, en una reunión de estudiantes de arquitectura, Juan Báez (quien se inició como músico con nosotros en Quo Vadis y después llegó a ser un percusionista reconocido), compartió con el grupo la novedad discográfica. Recuerdo muy bien que escuchamos el elepé completito, desde “Break on Through” hasta “The End”, en medio de un silencio arquetípico, y que al concluir la ceremonia todos teníamos en nuestros rostros una curiosa expresión tras la sorprendente experiencia que acabábamos de compartir… fue como un aviso de la psicodelia que vendría un tiempo después, pues esa fue una noche de ron, tabaco, música y magia, pero nada más.

Como estudiantes de arquitectura nosotros teníamos una cierta ventaja, pues estábamos un poco mejor capacitados para asimilar el sentido artístico de las incipientes manifestaciones culturales de nuestra generación, en donde los músicos de rock cobraban a cada momento mayor relevancia, incluso política, sobre todo en los EU. Cada acción parecía siempre constituir una declaración, la definición de una postura. Y en esto The Doors desde el principio supieron marcar una diferencia, para lo que mucho sirvió aparecer bajo el sello de Elektra Records, una disquera alternativa que se distinguía de otros sellos más comerciales.

Además, el vocalista asumía plenamente el rol de poeta, e inspirado en Brecht, ejercía en el escenario un papel chamánico como una especie de rito de iniciación. El concierto de rock como ceremonia de la catarsis. El atractivo de este rock —que alcanzaba lo conceptual sin abandonar la víscera— derivó así hacia una fórmula explosiva que consumió incluso a su máximo sacerdote. Escenas extrañas en el interior de la mina de oro.

Todo fue muy rápido en realidad. Las Puertas duraron abiertas menos de cinco años. Es muy poco tiempo. No es ni la décima parte de la trayectoria de unos Rolling Stones, por ejemplo. Como sea, lo realmente impresionante es la presencia intemporal del Rey Lagarto y sus Puertas de la Percepción: medio siglo después forman parte vital de toda esa música magistral que acompañó la transformación social sin precedente que vivimos en el mundo hacia finales del siglo 20.

Ellos iban adelantados. En videos como “The Unknown Soldier” y en frases contundentes: “Ellos tienen las armas, pero nosotros tenemos los números”, entre muchos ejemplos posibles, la obra de The Doors refleja una realidad y muestra un poder adjudicable solamente a los clásicos, a los maestros. Y esto es el tiempo quien se encarga de confirmarlo.

Mi disco favorito, como álbum bien integrado, es “Strange Days”, sin la menor duda. Pero es difícil limitarse. Simplemente en este disco no está mi pieza favorita. En todos sus álbumes, incluso en “An American Prayer”, aparece alguna selección de primerísimo nivel. Pero puedo reconocerle esa categoría a “Celebration of the Lizard”. Esa es una rola (un poema-performance) sobresaliente por encima de las demás, todas con un promedio alto en calidad creativa y de ejecución.

Me gusta la caja Perception con los seis álbumes de estudio expandidos a CD+DVD en estéreo y 5.1, material inédito, videos, etc. También la edición blue-ray del concierto The Doors at the Bowl 68, restaurado digitalmente, con material extra interesante. Y sin ir más lejos, en YouTube siguen apareciendo videos y grabaciones inéditas (https://youtu.be/-dzs0EWQVXE?list=PLe52M8z8EbA9hv-sYL8dcJmng_HBvtDvq)...

Al final la música es tu único amigo… entre las rocas, por aquí, sigue presente el espíritu del rey lagarto…

Alfonso Teja Cunningham es periodista, cantante de rock (fue el vocalista de Quo Vadis), productor y conductor del programa Frecuencia Tec 94.9 FM, y actor de teatro.

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Jesús Cavazos Leal: Esa compleja simplicidad

Pues bien, lo que te diga de ellos debe ser contundente, así fue ese grupo llamado The Doors, contundentes musicalmente hablando. Se formaron para revolucionar el mundo del rock. Sus discos les dijeron a todos los habitantes del Planeta Rock “en adelante aquí las cosas son así” y desde su primer álbum, a mi juicio, dictaron cátedra de rock y poesía. Yo compré en Laredo su primer disco, calientito, The Doors, y lo traje a Monterrey para maravillarme y maravillar a los amigos de la colonia, entre ellos tú. (Don’t you remember?) The Doors fueron irreverentes porque esa fue la conducta de su emblemático cantante: Jim Morrison. En ese momento todos quisimos ser irreverentes. En el escenario fueron salvajes y muchos quisimos ser salvajes. Politizaron el ámbito y tantos adoptamos posturas políticas. Cuando murió Morrison con compañeros de la facultad de psicología, en vez de estudiar para el examen hicimos sesiones dizque de espiritismo para convocar al poeta Morrison (¿te acuerdas?, en casa de los tíos de Tino, pero nunca nos complació con su aparición jajaja). Desde “Break on Through” les rindo culto, así de simple, vivo adorando esa compleja simplicidad de su rock inmortal.

Jesús Cavazos Leal es regiomontano; psicólogo y científico social; doctor en historia por la Baylor University at Waco, Texas.

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Chito Arrambide Martínez: El contraste perfecto

Los Doors fueron y siguen siendo incendiarios, delirantes, la agitación que provocaron con “Light my Fire” electrizó nuestro erotismo. Nos perturbaron, maestro, nos hipnotizaron. Siempre estuvieron balanceándose entre un oscuro hermetismo y las luces de un brillante concepto musical. El contraste perfecto entre Jim y sus pacientes cómplices. En Monterrey, por lo menos nosotros, nos admiramos con su sonido, y con los toques —ahora que lo rememoro— como que quemábamos eso del amor y la paz ¿no?

Chito Arrambide Martínez: “Soy un regio exiliado en Houston”.

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David Melo: Una magia sostenida

Los Doors, ahora aquí desde la distancia de no sé qué tantos años, no parecen tan grandes como me lo fueron. Sin duda me emocionaron y canté-vibré-viajé y yo me sentí su fan número Uno.

Estaba en Monterrey cuando los conocí a través de la radio. Creo estaba en la secundaria-prepa cuando encendieron mi fuego. Yo viví mis primeros 20 en la colonia Anáhuac.

Jim Morrison, el alma y razón de ser de los Doors, Ray Manzarek, genio intelecto musical con su inmenso talento en los teclados y bajo que, junto con Robbie Krieger, compositor y guitarrista único, cuyas raíces de su estilo estriban en un fingerstyle blues slide con flamenco, (ellos) constituían y creaban una magia sostenida por la batería ecléctica de John Densmore.

En fin, qué no se ha dicho de Nuestras Puertas de la Percepción, podríamos hablar horas y días acordándonos de anécdotas vividas a través de “Soul Kitchen”, “Roadhouse Blues” o “L. A. Woman”.

A mí desde mi adolescencia siempre se me revelaron como un grupo fundamental con identidad propia, de sobra, y algo que siempre les vi solo a ellos es que creativamente en su música e imagen fueron los únicos, como grupo americano, que se enfrentaron cara a cara con los grupos ingleses sin intimidarse.

David Melo radica en Mission Texas, y se dedica a la fotografía.


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