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Canto para mi tierra San Ramón

Alondra Gutiérrez Vargas Costa Rica


Canto para mi tierra San Ramón

Tú eres la bella tierra que me vio nacer.
Tus brazos verdes me abrazaron
y teñiste mis ojos con tu salvaje verdor.
Mis lágrimas agradecidas como gotas de cristal
cayeron en tu corazón
y pintaste mis retinas con el azul de tu cielo.
Recordé la cascada rodando por las Musas,
la belleza exótica de la bella ciudad de los poetas.
Ya sé que tienes celos por la distancia ausente de la vida mía
mas no así mi alma que te pertenece
desde la mañana hasta que el sol se apaga.
Sé que sientes celos aun de la noche
y de las rosas que perfuman mi cuarto.
Pero debes saber que idolatro tus flores, tu agua, tu canto…
Colecciono versos, risas, llantos, recuerdos y abrazos…
Guardo en un cofre una hoja de árbol que con los años
ya se ha secado, pero aún huele a tierra mojada,
salvaje y apasionada como mis recuerdos.
Tú eres la madre tierra que me vio nacer.
Tú eres la estrella que me vio alumbrar.
Tú eres una página escrita sobre el libro de la historia
que hace que tu savia
se convierta en mi sangre para seguir viviendo.
Te amo, tierra mía.


Bella y eterna

Yo viviré por siempre.
Porque fui hecha con polvo de estrellas.
Porque mis ojos tienen átomo de cielo
y mis labios besan con sangre de rosas.
Porque el mar se filtró por mis venas
con fuerza de viento y calor de arena.
Yo vi la luz azul llorando por mis ojos
con gotas de alegría, dolor y grito pasionario. Caminé un día sobre las aguas
cuando en otro tiempo era solo un ángel
que no conocía del placer humano.
Pero conocí la hoguera de tus brazos
y fui condenada
a vivir en tus muros.
No lo lamento.
Vivo por ti y para ti sin reservas.
Acepto el nombre de Mayo
sin dejar de conservar mi verdadero nombre.
Veo pasar el tiempo.
Me vuelvo testigo de siglos y guerras.
Tus labios están llenos de hechizos,
mi brujo del silencio.
Tus ojos son poemarios a la luz de las velas,
tan celestes como las turquesas.
Tus dedos finos y largos recorren las escalas
del piano de oro en el jardín secreto.
Te codicio.
Eres el prólogo de mi existencia
y el epílogo mágico celando mi sueño.
Seré tu condena, porque no puedes dejarme de amar.
Porque cada día, al verme despertar en la mañana más clara,
sabrás que soy eterna como el universo.
Ardiente como el fuego.
Mas no debes olvidar que antes de ser la luz
vivía tu oscuridad.


Vida dura

Despierta, sociedad.

No digas que la vida es dura.

Si hoy te levantaste, tenías desayuno en la mesa, un autobús o un auto para salir, un buen trabajo o al menos la esperanza de hallar uno, pero no te falta nada.

Abriste tu armario y decidiste qué color de traje te pondrías... Después escogiste un buen par de zapatos. Esperas que llegue el viernes para compartir con tus amigos y amigas olvidando por un espacio los problemas de trabajo. Tienes libres los sábados y los domingos con tu familia, vas a un buen restaurante, visitas la iglesia en familia, recibes regalos de cumpleaños, día de la amistad y otras ocasiones especiales.

Yo te pregunto si has tomado tres días del año para hacer algo por tus semejantes. Visitar el hospicio de huérfanos para darle un regalo de cariño a ese niño o niña que no lleva tu sangre pero es tu hermano.

Visitar ese asilo de ancianos para dar amor al adulto mayor que no es nada tuyo pero es tu hermano. Visitar al enfermo terminal para darle un abrazo aunque no es nada tuyo pero es tu hermano.

¿Crees que tienes una vida dura?

Ya ves que no es así. Podría hilvanar palabras agradables, doblar mis rodillas y poner mi cabeza en el polvo, encender un millón de velas, hacer mil días de oración con penitencias y nada lograría.

No existe lugar para el clamor si nosotros, la raza humana, no despertamos la conciencia.

Aunque yo derrame mis lágrimas ante Dios, mi llanto no será suficiente para llenar la copa de las bendiciones para las naciones.

Tú y yo, en cualquier momento, podemos ser forasteros en tierra extraña.

Que nos toque la mano de la conciencia, que nos toque la mano de Dios.

Dejemos de decir que nuestra vida es vida dura.


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