Escucho rumor de bahías
que el viento
grabó en tu cuerpo
al son de la ternura.
Y el arco meridiano de la tarde
me recuerda
que tú y yo hace siglos
o un escaso instante
compartimos secretas victorias
y un regusto de mar
en nuestra lengua.
Dedico poema y música
a tu radical presencia.
La mosca
“Para hacer el amor
pocos brazos tienes”
pienso que piensa
cuando desciende
al dorso de mi mano.
“Pocos ojos,
la gravedad te determina”
después se posa
burlona en la nalga de mi amada.