Allí está
con su cancela herrumbrosa
de arabescos oxidados
y sus peldaños laminares,
donde el tiempo trabajó
como el agua sobre la roca.
Y su segunda cancela
abanico ocultador
del patio de malvones
y azucenas.
A lo largo
puertas alineadas,
a la espera de mi visita tardía,
manijas gastadas por las caricias
de múltiples manos,
de múltiples vidas,
de múltiples personajes
con nombres perdidos
en oscuras fisuras,
(arrugas que el tiempo marcó
en cada pared)
en vidrios opacos,
en puertas de seca madera,
azul-verde-azul.
Y el olor rancio
del recuerdo
mezclado al jazmín centenario,
y la consabida jaula
sin canario,
colgada de la parra.
Y otra vez la cancela
y el escalón laminar,
herido,
y la cancela mayor
que despide al ayer.
Infancia y mito
en la imagen gastada,
repetida en mí,
de cancelas y patios y malvones.
Y por fin la calle,
calle donde se quiebra mi historia,
pero, presintiendo mi historia,
ella me cuenta, ahora,
otro cuento…
Y digo Buenos Aires, nacida junto al río,
con su perfil sonando en un tango sensual,
sus calles son dameros
que marcan el camino
a todo peregrino que quiera deambular.
Las casas, pendencieras,
enrostran las bellezas
y toda la historia que aún no se perdió,
y entre las calles pobres
de olvido y de pereza,
reluce algún tesoro
que nadie descubrió.
Y nombro Buenos Aires, querido Buenos Aires
y el lunfa que renace,
la vuelve a recordar…
Nombres y más nombres.
La dirección borrosa,
la característica telefónica
ya inexistente.
Rostros que son,
que fueron
y alguno olvidado.
Personajes truculentos.
Conocidos ocasionales.
Familiares lejanos.
Amigos de siempre.
Combinaciones caprichosas
de iniciales heredadas.
Cada tanto brota
un nombre diluido
y alias encomiables.
Letras, números y letras
en mis manos de titiritera.
Mágicamente, algún renglón
remarcado, refulge
en el recuerdo.
Otros desaparecen
o se sustituyen
por un nuevo sonido
con nombre y domicilio.
Señas bosquejando
lejanas facciones
y algún impreso
con su morada perdida.
Absueltos
que brotan en esperpentos
de lo que fueron.
Y están los muertos, instantáneamente,
bajo el trazo firme
de una línea recta.
En cada duda
nace el país de la zozobra.
Y una angustia
veladora de paisajes
y una urgencia
por cumplir los ritos,
encender fuegos,
reclamar paces
y terrenos,
y alboradas.
Nace una imperiosa urgencia
por afianzar
las respuestas que nos convienen.
Y una mansedumbre de buey
al acatar los cómodos
errores del fracaso.
Y un simulacro de vivir
en cada sonrisa
para creernos vencedores
y aceptarnos.
Estaba todo calmo
en un silencio beduino,
sobre la arena
huellas frescas
y los gritos lejanos
de un chico
montando al viento.
Fue un extraño despertar
de sueños en vigilia
de una tarde de otoño
en ocres y amarillos.
Y vos, a mi lado, dormida…
Tiempos de descenso
cuando el cuerpo pide cielos.
La almohada inconclusa
de sueños,
el puño granítico
marcando nuevas líneas
en la palma de la mano.
Las pesadillas diurnas
invalidan al sueño.
Bajo las uñas está el tormento,
bajo las encías,
en cada sombra de cada árbol
en cada pupila cubierta de redes.
Frustrado ensayo de la vida.
Lejanas galaxias: ¡Acudid!
De lo absurdo en lo cotidiano
rescato el milagro:
la luz y la palabra.
Del camino,
el sorpresivo meandro,
la cuesta
y ese final insólito
en precipicio o pampa.
En el río,
la ilusión de la corriente
invadiéndome las venas.
Y los peces,
desollando los anzuelos.
Y esa calma del cielo
reflejado en el espejo
que es cielo y es agua.
De lo cotidiano
rescato lo absurdo
para seguir soñando.
Mientras sueño que vivo.
Una luna insomne,
de estío y en camisa
sufrió un eclipse galopante,
y fue rodando,
roja,
como un corazón acongojado,
para perderse en el horizonte
de cristal.
y en esa noche
en que las estrellas guiñaban
como una alfombra de ojos,
nació tu respiro
en la palabra,
y la meciste
como una madre cariñosa,
cuidándola
(como hace el soldado
con su fusil en el regazo)
floreció, entonces...
Y en cada susurro
se iba encadenando
el cuento de la vida
hasta forjar el entretejido
de la alegría SIN UNA MANCHA
hasta desencadenar los grillos
de la humana molicie milenaria.
Y llegó la libertad primera
al enfrentar LO POSIBLE y
LO SEGURO
con el abismo de sus miedos
como testigos.
Al fin atrapaste a la palabra, evasiva
y se amoldó a tus cantos
de oración, coronada de rimas.
Y fue amor
y fue legado,
y rezo infinito
por el CAMBIO
para que la risa sea
verdaderamente la RISA
la ALEGRÍA la piel misma,
y el CORAZÓN
levante vuelo LIBRE COMO UN PÁJARO…
Joachi
Inspirado en La luna en el gatillo de Raúl González Tuñón
Herón Pérez Martínez
Jazz del Real
Amaranta Madrigal
Margarita Hernández Contreras
Paulina García
Rolando Revagliatti Argentina
Rubén Hernández
Luis Rico Chávez