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Ocho poemas

Haidé Daiban Argentina


Visita a la vieja casona

Allí está
     con su cancela herrumbrosa
     de arabescos oxidados
     y sus peldaños laminares,
     donde el tiempo trabajó
          como el agua sobre la roca.
Y su segunda cancela
     abanico ocultador
     del patio de malvones
          y azucenas.
A lo largo
     puertas alineadas,
     a la espera de mi visita tardía,
     manijas gastadas por las caricias
     de múltiples manos,
     de múltiples vidas,
          de múltiples personajes
     con nombres perdidos
     en oscuras fisuras,
(arrugas que el tiempo marcó
     en cada pared)
     en vidrios opacos,
     en puertas de seca madera,
          azul-verde-azul.
Y el olor rancio
     del recuerdo
     mezclado al jazmín centenario,
     y la consabida jaula
          sin canario,
          colgada de la parra.
Y otra vez la cancela
     y el escalón laminar,
          herido,
     y la cancela mayor
     que despide al ayer.
Infancia y mito
     en la imagen gastada,
     repetida en mí,
     de cancelas y patios y malvones.
Y por fin la calle,
     calle donde se quiebra mi historia,
     pero, presintiendo mi historia,
     ella me cuenta, ahora,
          otro cuento…


Y digo Buenos Aires…

Y digo Buenos Aires, nacida junto al río,
con su perfil sonando en un tango sensual,
sus calles son dameros
     que marcan el camino
a todo peregrino que quiera deambular.

Las casas, pendencieras,
     enrostran las bellezas
y toda la historia que aún no se perdió,
y entre las calles pobres
     de olvido y de pereza,
reluce algún tesoro
     que nadie descubrió.

Y nombro Buenos Aires, querido Buenos Aires
     y el lunfa que renace,
          la vuelve a recordar…


Vieja agenda telefónica

Nombres y más nombres.
La dirección borrosa,
la característica telefónica
ya inexistente.
Rostros que son,
     que fueron
     y alguno olvidado.
Personajes truculentos.
Conocidos ocasionales.
Familiares lejanos.
Amigos de siempre.
Combinaciones caprichosas
de iniciales heredadas.
Cada tanto brota
un nombre diluido
y alias encomiables.
Letras, números y letras
en mis manos de titiritera.
Mágicamente, algún renglón
     remarcado, refulge
     en el recuerdo.
Otros desaparecen
     o se sustituyen
por un nuevo sonido
con nombre y domicilio.
Señas bosquejando
lejanas facciones
y algún impreso
con su morada perdida.
Absueltos
     que brotan en esperpentos
     de lo que fueron.
Y están los muertos, instantáneamente,
     bajo el trazo firme
     de una línea recta.


Urgencias y mansedumbres

En cada duda
nace el país de la zozobra.
Y una angustia
veladora de paisajes
y una urgencia
por cumplir los ritos,
    encender fuegos,
     reclamar paces
        y terrenos,
          y alboradas.
Nace una imperiosa urgencia
por afianzar
las respuestas que nos convienen.
Y una mansedumbre de buey
al acatar los cómodos
errores del fracaso.
Y un simulacro de vivir
     en cada sonrisa
para creernos vencedores
     y aceptarnos.


Siesta en la playa

Estaba todo calmo
en un silencio beduino,
sobre la arena
     huellas frescas
y los gritos lejanos
     de un chico
montando al viento.

Fue un extraño despertar
de sueños en vigilia
de una tarde de otoño
en ocres y amarillos.

Y vos, a mi lado, dormida…


Priere (Plegaria)

Tiempos de descenso
     cuando el cuerpo pide cielos.
La almohada inconclusa
     de sueños,
el puño granítico
marcando nuevas líneas
     en la palma de la mano.
Las pesadillas diurnas
     invalidan al sueño.
Bajo las uñas está el tormento,
     bajo las encías,
en cada sombra de cada árbol
en cada pupila cubierta de redes.

Frustrado ensayo de la vida.
Lejanas galaxias: ¡Acudid!


Poema del absurdo

De lo absurdo en lo cotidiano
rescato el milagro:
     la luz y la palabra.
Del camino,
     el sorpresivo meandro,
          la cuesta
y ese final insólito
en precipicio o pampa.
En el río,
la ilusión de la corriente
invadiéndome las venas.
Y los peces,
     desollando los anzuelos.
Y esa calma del cielo
reflejado en el espejo
     que es cielo y es agua.
De lo cotidiano
rescato lo absurdo
para seguir soñando.
Mientras sueño que vivo.


Oda para un cambio

Una luna insomne,
de estío y en camisa
sufrió un eclipse galopante,
y fue rodando,
     roja,
como un corazón acongojado,
para perderse en el horizonte
     de cristal.
y en esa noche
en que las estrellas guiñaban
como una alfombra de ojos,
nació tu respiro
en la palabra,
y la meciste
como una madre cariñosa,
     cuidándola
(como hace el soldado
     con su fusil en el regazo)
floreció, entonces...
Y en cada susurro
se iba encadenando
el cuento de la vida
hasta forjar el entretejido
de la alegría SIN UNA MANCHA
hasta desencadenar los grillos
de la humana molicie milenaria.
Y llegó la libertad primera
al enfrentar LO POSIBLE y
          LO SEGURO
con el abismo de sus miedos
     como testigos.

Al fin atrapaste a la palabra, evasiva
y se amoldó a tus cantos
de oración, coronada de rimas.
Y fue amor
   y fue legado,
     y rezo infinito
       por el CAMBIO
para que la risa sea
verdaderamente la RISA
la ALEGRÍA la piel misma,
y el CORAZÓN
     levante vuelo LIBRE COMO UN PÁJARO…

Joachi
Inspirado en La luna en el gatillo de Raúl González Tuñón


Jumb8

Humor e historia

Herón Pérez Martínez


Jumb9

Refracción

Jazz del Real


Jumb10

El enjambre

Amaranta Madrigal


Jumb11

Que siga la mata dando

Margarita Hernández Contreras


Jumb12

El suplicio de olvidar

Paulina García


Jumb13

De incógnito

Rolando Revagliatti Argentina


Jumb14

Horas tan constantes

Rubén Hernández


Jumb15

La obra de Ibargüengoitia

Luis Rico Chávez