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La generación del conocimiento y el Covid

Javier Jorge Boyzo Nolasco


En la actualidad, estamos viviendo una de las etapas más aciagas y difíciles de nuestras vidas, al entrar a un incesante y cruel ritmo impuesto por la pandemia del Covid 19, y los múltiples esfuerzos realizados para detener su propagación, lo que ha representado la pérdida lamentable de miles de personas en todo el mundo. Pero, por otro, nos enfrentamos a lo que constituye, en realidad, un nuevo paradigma dentro del ámbito educativo, que ha llevado al desasosiego e incertidumbre de gran cantidad de maestros respecto a las nuevas formas de impartir la educación.

En principio, debemos decir que el factor económico se manifiesta como un gran muro infranqueable, el cual impide que el proceso de formación y desarrollo integral de nuestros alumnos se concrete de manera real, ya que refleja todo un espectro de particularidades en la virtualidad. Si bien es cierto que dicho factor es determinante para el cumplimiento y entrega de tareas y trabajos programados, son más las limitaciones en las que se encuentran los padres de familia quienes, por lo general, están alejados de las cuestiones pedagógicas, e incluso del cumplimiento de actividades escolares, pues importa más pensar en aquello que mitigue un poco las penurias que el hecho de entregar la cantidad de actividades que se exigen todos los días.

Tan desalentador es el escenario ilustrado que sólo un reducido grupo de alumnos cumplió a cabalidad, sin duda por hallarse en condiciones económicas un poco más alentadoras, además de contar con la ayuda de sus padres para la realización de la encomienda escolar.

Sin embargo, debemos tener claro que esta situación tomó a todos por sorpresa, y no debe preocuparnos en exceso la poca respuesta de los estudiantes; por el contrario, tomémosla como una oportunidad para abrir espacios al análisis y la reflexión y, hasta cierto punto, volvernos más responsables en nuestra labor de cara a la realidad social; es decir, se trata de fortalecer nuestro lado humano en esta compleja situación.

En este sentido, entendamos que los alumnos van a aprender aun a costa de nosotros, pero debemos tener cuidado en lo que aprenden y cómo lo aprenden. No se trata de atiborrarlos de actividades con el pretexto de la falta de clases presenciales, menos aun de abarcar todos los contenidos programáticos dispuestos en el libro de texto, y mucho menos terminarlo. Tampoco es válido el chantaje o la presión para la entrega de trabajos y, peor aún, aplicar pruebas como único recurso para otorgar calificaciones; todo ello vale poco más que nada cuando la situación es totalmente circunstancial, se privilegia la salud y no depende de los alumnos.

Lo que sí depende de nosotros es saber orientarlos y dirigirlos, con aprendizajes útiles para la vida (aprendizaje permanente). Dicho paradigma educativo se basa en un conocimiento dado por y para toda la vida, y no partir de ciertas etapas y o niveles. Por ello, la selección de contenidos programáticos y relevantes viene a ser realmente útil ante la serie de problemáticas que nuestros alumnos enfrentan de manera cotidiana (aprendizajes sustantivos), haciéndolos poseedores de una vasta experiencia y, con esta, de conocimiento significativo. Si de por sí es lamentable la escasez económica, el alcoholismo, la violencia intrafamiliar, el divorcio de padres, y una lista indeterminada de problemas que aquejan y preocupan a nuestros alumnos, no será nada fácil dar cumplimiento a los complejos y demandantes trabajos solicitados.

Otro punto importante es el impacto que la contingencia puede tener entre los alumnos; entonces, establecer actividades considerando tal situación permite la generación del conocimiento, es decir, el punto por el cual el alumno crea su propio conocimiento, con situaciones acontecidas en su entorno y que pueden resultar de gran importancia y significado para él y su familia. Y su valor aumenta si incluimos la transversalidad entre las diferentes asignaturas cursadas y en los diferentes niveles escolares.

Existen otros factores que determinan la capacidad de aprendizaje de nuestros alumnos durante esta contingencia sanitaria, los cuales es necesario incentivar también; la virtualidad es parte del presente y será un factor determinante en el aprendizaje de nuestros alumnos el día de mañana, lo cual nos obliga a establecer interacciones virtuales dinámicas y de gran contenido con base en actividades sencillas y poco complejas. De igual manera, siempre será importante retroalimentar a nuestros alumnos con algunas palabras de aliento, por mínimas que sean, respecto de su proceso realizado, y lo que se espera que aprendan como parte de la evaluación formativa.

Por último, quisiera insistir en que la situación actual es muy compleja y difícil en todos los sentidos pero, como maestros, debemos ser parte esencial del proceso formativo de nuestros alumnos, a pesar de las condiciones adversas. Este es el gran compromiso y el enorme reto que debemos enfrentar los maestros hoy en día.


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