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En el asilo

Haidé Daiban Argentina


En el asilo

Ópalo turbio de cielos
sobre las cabezas grises.
Llueven días iguales
sin horas y sin tiempo.
Sólo es la alborada
con el regreso al lecho.
Corredor oscurecido
las semanas del silencio,
allí se arrastran los pasos
que han perdido su sendero.
Túneles sin salida,
misteriosos vericuetos.
Las manos rozan el muro.
Papiros de rostros yertos.
Las sonrisas se han perdido
mariposas en un vuelo.
La voz de un monstruo escondida,
resuellos y juramentos
hacen eco en cada ojiva,
y hacen coro en cada pecho.


Yo que soy

Yo
     que soy agua
     y mar fluyente
     entre olas de los días
          y las noches.

Yo,
     que temo
     y soy temida
     cuando brotan las verdades
     de mis voces ondulantes.

Yo,
     que me abismo
     y me refloto
     con el simple motor
     de la palabra,
     que navego
     entre tifones
     y tormentas cotidianas…

Quiero ser,
          o lo pretendo,
          mar que luce sus colores
          que se apropia
          del sol y su energía,
          de la luna
          que navega pasajera.

Yo
     siendo mar,
     soy ola y me desmayo
     serena suavemente,
     en la arena de los años.


Estar en casa (cuarentena)

Late distinto
     este corazón incierto,
esta mirada perdida
en medio del caos,
estas manos
que tientan abrazos
en el aire contaminado,
estos gestos
que envían mensajes
siempre a distancia,
     saludos alados.

Y la casa solitaria
abrirá las puertas
y los brazos
     hallarán refugio
en otros brazos,
y la memoria sellará
     su imagen
de lo vivido y llorado,
y crecerá el futuro
     con el nuevo paso
y el desierto
     creará oasis,
y el mundo todo
con su nuevo rostro
correrá al encuentro
de nuevas alboradas,
     de soles olvidados.

2020, abril


Sentado y mirando

Sentado y mirando
las trampas y sueños
como un sueño más.
dejé mis trabajos
para un más allá.

Sentado, esperando
otro día más,
desde una ventana
transcurre la vida,
pasa y se va…

Sentado y solo,
la luz por detrás
anuncia la tarde,
como aquella tarde
de felicidad.

Sentado y sonriendo,
amaina mi furia
y está el pensamiento
ya en calma, ya en paz.

Sentado a la espera,
sin miedos que acosen,
sin reloj ni prisa.
Sentado, nomás…


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