Joaquín Salvador Lavado, conocido en el mundo del humor —y también en el del mal humor— como Quino, nació el 17 de julio de 1932 en Mendoza, Argentina. Su tío Joaquín, dibujante publicitario, habría de ser una influencia decisiva en su futuro como caricaturista.
A los dieciséis años abandona la escuela de Bellas Artes para dedicarse al dibujo humorístico. Dos años después elabora sus primeros trabajos, para la publicidad. En 1951 sufre la decepción de no poder vender, en Buenos Aires, ninguna de sus historietas para diarios y revistas.
Será hasta 1954 —el 9 de noviembre— cuando por fin aparecerán sus creaciones, en el semanario Esto es. De esta manera, su nombre —y sus monos— aparecen de forma regular en diversas publicaciones. En 1963, a un año de su primera exposición en una librería de Buenos Aires, publica también su primer libro, Mundo Quino.
Nace Mafalda, entregada a una agencia de publicidad que no la utiliza. Será hasta el 29 de septiembre del 64 que verá la luz en el semanario Primera Plana, y aparecerá posteriormente en el diario El Mundo y en diversas publicaciones iberoamericanas. En 1966 se realiza la primera compilación y el libro se agota en dos días. Viajará a Europa dos años después. En 1973, luego del éxito alcanzado en todo el mundo, Mafalda y sus amigos se despiden de los lectores.
El fenómeno Mafalda continúa vigente. Traducida a más de veinte idiomas, esta niña argentina sopofóbica, idealista amante de la paz, aguda observadora de nuestros problemas latinoamericanos, sigue aportando valiosas lecciones a quienes se acercan con ojos desprejuiciados a su universo bidimensional.
Pasaron ya 50 años desde que el mundo conoció las aventuras de esta singular niña y sus inolvidables amigos: Felipe, Susana Clotilde Chirussi, Manolo Goreiro, Miguel Pitti, Libertad…
Con ellos, junto con la familia de Mafalda —sus padres y su hermano Guille— no sólo conocemos la cotidianidad de un barrio medio sudamericano, sino que también tenemos la radiografía de las mezquindades, las aspiraciones y preocupaciones que nos definían hace cinco décadas.
En una entrevista con Mónica Nogueiras, al hablar sobre la actualidad y la temática de sus historietas, Quino señaló: “Si bien me halaga que se siga leyendo, también es triste pensar que la injusticia social que ella denunciaba sigue existiendo”.
En efecto, los adultos que crecimos leyendo Mafalda constatamos que la pobreza, la marginación, las contradicciones de nuestro sistema social, la inseguridad, la corrupción… pese a los maquillajes siguen más pronunciados, y la destrucción del mundo va viento en popa, con los gringos a la cabeza de las masacres.
Pero el valor de Quino como artista, como humorista y como agudo observador de nuestros problemas sociales no se limita a este personaje mundialmente famoso. Salvador Lavado es autor de un buen número de libros gráficos en los que además del humor, los protagonistas somos nosotros mismos.
¿Quién, al sonreír ligeramente ante uno de sus cartones, o de plano soltar la incontenible carcajada, no se recuerda en una situación semejante? O, si no somos demasiado autocríticos, por lo menos identificamos a nuestro vecino, a nuestro compañero de oficina o a nuestro peor enemigo.
Quino es un humorista de lo cotidiano, aunque a veces recurra a situaciones abstractas o extraídas de la fantasía en que el hombre, a lo largo de la historia, ha depositado sus sueños y sus anhelos. Pero la realidad se impone: aunque el artista ponga a volar nuestra fantasía, al final siempre nos aterriza en la realidad, y después de que el rostro se ha relajado, nuestras neuronas comienzan a funcionar para obligarnos a hacer algo para remediar nuestras miserias cotidianas, nuestro egoísmo y nuestra inconsciencia.
Quino representa una lectura —aunque no lo crean, los monos también se leen— fundamental para quienes desean conocer el lado amable de nuestros conflictos, una manera optimista —la risa siempre es optimismo, así exponga nuestras miserias— de enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestros problemas.
Además de los doce álbumes de Mafalda, y de los volúmenes Mafalda inédita, Diez años con Mafalda y Toda Mafalda, Quino ha publicado las siguientes obras: ¡Qué presente impresentable!; Esto no es todo (libro de más de 500 páginas, recopilación de sus mejores trabajos de humor gráfico, excepto ¡Cuánta bondad!); A mí no me grite; ¡Qué mala es la gente!; Cuentecillos y otras alteraciones (textos de Jorge Timossi e ilustraciones de Quino); Yo no fui; Humano se nace; Potentes, prepotentes e impotentes; Sí, cariño; Gente en su sitio; Quinoterapia; Déjenme inventar; Ni arte ni parte; La buena mesa; Bien gracias, ¿y usted?; Mundo Quino. Libros que testimonian que Quino sigue vigente, aun a cincuenta años de vida de Mafalda.