La educación en México: del hecho al dicho

José Francisco Cobián Figueroa

 

 

 

Los sujetos de desarrollo humano son todos los hombres y mujeres que padecen situaciones de marginación, discriminación, dominación, explotación y exclusión. Y las estrategias y acciones destinadas a encauzar este desarrollo contemplan las perspectivas: económica, por la que se aspira a una ampliación de las oportunidades, conocimientos y recursos para alcanzar una vida prolongada, saludable y decente; libertad política, económica y social; y la posibilidad de ser creativo y productivo, respetarse a sí mismo y tener garantía de derechos humanos; filosófica, como búsqueda del bienestar como principio moral que media las elecciones que hace cada individuo, su aspiración a la felicidad, el ejercicio de la libertad y la asunción de las consecuencias derivadas de éste; psicoanalítica y antropológica, proceso de individuación o despliegue de la personalidad, construcción de una vida propia en la que cada ser humano es libre y responsable de sí mismo, sabe quién es y quién quiere ser, goza de salud mental y el referente de su autorrealización está en la intersubjetividad; es decir, se reconoce en los otros y se vuelve consciente de su pertenencia a un marco social y cultural. Cada hombre y mujer siente la necesidad de comunicarse, pertenecer a grupos, recibir reconocimiento, compartir referentes, valores y símbolos.
Cuando los sujetos se fortalecen, emerge la participación y mediante ésta la oposición a la exclusión.
La educación humanista se sitúa como herramienta de transformación social y cultural, en posibilidad de establecer un diálogo con la cultura hegemónica prevaleciente. Desarrolla la razón y las capacidades para percibir, intuir, recrear, gozar, adivinar y transformar la realidad. Promueve la libre interpretación, la lectura participativa, el desarrollo de las artes, el cultivo de la creatividad y la imaginación, y el florecimiento de la sensibilidad; no cohíbe la inconformidad ni la inventiva. Pone en juego el deseo, la fantasía, la reflexión profunda, la libertad y la utopía. Sus planteamientos incluyen formación en valores (solidaridad, respeto, tolerancia, aceptación de la diversidad, dignidad personal y compartida…) mediante los cuales el ser se abre al misterio, la belleza y la libertad plena. La propuesta de la educación humanista es construir conocimiento desde donde se sienten la desesperanza, los pesares y las carencias, pues no ve a la pobreza como dato estadístico sino como el rostro de cada uno que la vive y por ella muere.
Dentro o muy cerca de esta corriente humanista se hallan la pedagogía de la ternura, la educación popular y la educación de jóvenes y adultos. Los rasgos comunes de estos tres conceptos son que la educación que se imparte surge de los grupos marginados o excluidos y se orienta al mejoramiento social, político y cultural de estos mismos grupos. Son, a la vez, alternativas de aprendizaje y cambio asentadas más allá de las fronteras de la escuela y de la educación formal. Sus prácticas se realizan en la acción liberadora y transformadora desarrollando procesos para la incidencia política, el fortalecimiento organizativo de la sociedad civil y la democratización. El trabajo en redes facilita el intercambio de conocimientos, la producción teórico-metodológica, la generación de programas de autogestión educativa (Arce, op. cit.).
Desde otra perspectiva (Zarco, op. cit.) se les piensa como propuesta dialéctica de oposición a la explotación y la dominación en las relaciones sociales, y también como el origen de la concientización que ha de llevar a los sujetos al análisis crítico de la realidad, la formación y organización política y el desarrollo de la macrovisión de la alternativa social con su sujeto histórico popular. La participación activa se da en el acto de conocer y estudiar mediante dinámicas de grupo y técnicas deductivas e inductivas basadas en casos reales. Esta vertiente educativa critica a la educación formal como reproductora de la dominación; emplea el método participativo que parte de la práctica, la teoriza y genera orientaciones para una nueva práctica. También, reconoce las dimensiones ambiental, de género, ética, de los derechos humanos, interculturales y generacionales, los temas de ciudadanía y el protagonismo de la sociedad civil. Entre las críticas y oposiciones que enfrenta se le califica de ideologizada, recargada en la postura del educador, carente de sistematización e investigación empírica que la avale, y de estar más ocupada de la acción política que del acto educativo per se.
Además de los rasgos y orientaciones previamente declarados, la educación de jóvenes y adultos (Rivero, op. cit.) orienta sus tareas a la búsqueda de más y mejor participación de sus usuarios en procesos políticos, equidad, igualdad de género, inserción en el trabajo, internacionalización de procesos productivos (desarrollo local y desarrollo sustentable), acceso a tecnologías, organización, justicia social, nuevos órdenes sociales… dichas tareas también se relacionan con alfabetización, educación para el trabajo y ciudadanía.
Entre todas, la alfabetización es la tarea más extendida por cuanto la sociedad aprecia y valida la cultura escrita, y se dirige a la familia, las mujeres y los jóvenes. Resultados de investigación demuestran que cuando se imparte educación a adultos, siempre se obtienen mejores resultados de la formación de mujeres que de hombres. Ellas se comprometen más, se preocupan por la educación de los hijos, tienen mayor contacto con éstos. Educar a las madres impacta positivamente la educación de los hijos en los niveles básicos: preescolar, primaria y secundaria.
Los jóvenes son el público mayoritario de la educación para adultos, pues abandonan la educación básica debido a su inserción temprana al trabajo y, por esta misma razón, acuden con mayor frecuencia a las escuelas vespertinas y nocturnas. Sus demandas más frecuentes son: programas flexibles, computación e inglés: ofertas que les permiten un tránsito seguro en la ruta laboral.
Algunos países ya cuentan con sistemas, planes y programas más o menos integrados para atender la educación popular y la de jóvenes y adultos; pero la asignación de presupuestos todavía está lejos de atender a cabalidad las necesidades que de ahí se derivan.
La participación social se vincula e incluye a la participación ciudadana y la participación popular. Todas, resultado de la educación informal de vertiente humanista y popular. La educación para la participación social es siempre una educación para el cambio: trabajar por una nueva cultura, instalar la conciencia de responsabilidad social por los derechos de todos, y por la idea de sociedad de y para todos. Responde a sistemas de valores y metas, a marcos teóricos de comprensión de la sociedad y a una visión de futuro esperado en el que cada sujeto es capaz de responder por sí mismo, por su prójimo, el entorno, el medio ambiente y lo demás. El ámbito de acción son los espacios locales y consistirá en enfrentar el poder al servicio de la apatía y la indiferencia, proponer soluciones a los problemas colectivos, reorientar los liderazgos y apoyarlos en el conocimiento y la capacidad dialógica, generar organizaciones y movimientos, desarrollar la democracia y una transformación y construcción del poder dirigido hacia la responsabilidad social.
Las características generales comunes a la educación, los profesores y los estudiantes inmersos en las propuestas educativas de este apartado son:
De la educación: educación para toda la vida, modelos centrados en el aprendizaje, sistemas de créditos con entradas y salidas laterales, instrumentos de evaluación-certificación de competencias académicas y laborales, educación continua y permanente, movilidad estudiantil intra e interinstitucional en los ámbitos nacional e internacional, incorporación del inglés, la informática, la computación y la navegación por internet, promoción de la lectura, desarrollo de las artes, cultivo de creatividad e imaginación, formación en valores (solidaridad, respeto, tolerancia, aceptación de la diversidad, dignidad personal y compartida), apertura al misterio, la belleza y la libertad; búsqueda de la excelencia académica, calidad y eficiencia; integración de la investigación y su inserción en la docencia, la vida cotidiana, el servicio social y la práctica profesional; reflexión teórica, experimentación y participación en la transformación de la sociedad mediante procesos de construcción democrática, potenciación de protagonismos, fortalecimiento de grupos, monitoreo de acciones y exigencia de cuentas de la gestión pública; enriquecimiento del enfoque de género; gestación de cuadros y estrategias para la acción política, la reflexión académica y científica y el establecimiento de una cultura de la evaluación.
De los profesores: proyectados como profesionales de la esperanza, comprometidos en la búsqueda de la perfectibilidad y el desarrollo humano, centran su atención en los aprendizajes, se preocupan por el futuro de la especie humana, desarrollan investigación y generan conocimiento; son formadores (no meros instructores), acompañantes de sus alumnos, abiertos a la crítica, enseñan a valorar la vida y reconocer la dignidad de las personas; preparan en el conocimiento y defensa de derechos y responsabilidades; forman individuos independientes, autónomos, autodisciplinados, creyentes de la democracia, defensores del ambiente y de los débiles; detentan la pedagogía de la ternura; ayudan a recuperar la fragilidad como condición para construir la paz, valorar la democracia como sistema político y estilo de vida y educación sobre memoria histórica.
De los estudiantes: éstos, por reflejo, expresan las competencias (conocimientos, habilidades, actitudes y valores) que el esfuerzo de sus profesores habrá de irles imprimiendo. Se espera que se conviertan en personas reflexivas, indagadoras, capaces de asombrarse, de responsabilizarse, de resolver problemas, de aprender por ellos mismos; hábiles en el manejo de las tecnologías tanto para los procesos formativos como para los productivos; conocedores de la historia; funcionales en la globalidad y en lo local; buenos para trabajar en equipo en forma cooperativa y colaborativa; comprometidos con sus semejantes, respetuosos de las diferencias, cuidadores de sí mismos, de los demás y del medio ambiente…