Katrina, como artista y como fotógrafa, planta los pies en la cotidianidad para descubrir la sensibilidad, la espectacularidad y hasta lo sublime que se oculta detrás de los objetos que, para un espectador cualquiera, son simplemente elementos que componen su universo. La cámara se convierte en un instrumento para viajar, para explorar no sólo espacios físicos, sino también aquellos espacios insondables que se abisman en el interior del individuo, comenzando por uno mismo. En esta charla, Katrina nos habla de sus inicios y de su trayectoria en el arte de capturar el instante y convertirlo en una travesía infinita.
Nari Rico: ¿Cuál fue tu primer acercamiento a la fotografía?
Katrina: Mi primer contacto con la fotografía particularmente fue por un amigo que, en su momento, había abierto Instagram cuando recién había salido esta plataforma. Recuerdo que para los primeros objetos que empecé a retratar utilicé la cámara de mi celular, fotos muy simples: del asfalto, las hojas caídas del árbol, mis zapatos. Pero lo que me impactaba era poder ver ese momento como algo sublime, cómo algo tan simple pasaba a convertirse en una imagen espectacular, llena de colores vibrantes y de cierta sensibilidad. En ese momento no lo apreciaba tan claramente pero me gustaba mucho poder retratar la cotidianidad. Después, cuando obtuve mi primera cámara réflex, lo que más me atrapó fue darme cuenta de que podía congelar el momento con un clic y que la imagen era eso: un retrato de la realidad, de mi realidad. Entonces me puse a hacer fotos de todo y de esa manera pude mejorar mi sentido de observación.
NR: ¿Qué ha significado para ti dedicarte a la fotografía?
K: Me ha abierto las puertas a otra forma de lenguaje y de comunicación. He encontrado una voz que me ha permitido explorarme y al mismo tiempo evolucionar. Creo que es la mejor forma en la que puedo hablar sobre lo que me pasa, sobre la vida, sobre temas comunes que permiten la reflexión. La fotografía, más que un medio, para mí es un lenguaje que vale la pena explorar. A través del retrato y del autorretrato he aprendido bastante, tanto de mí como de las personas que he retratado, ya que te permite entrar a un espacio muy íntimo de una manera privilegiada, porque la otra persona se está mostrando ante ti de una forma que puede llegar a ser muy interesante. Y por ello pienso que cada imagen tiene una carga emocional muy fuerte, porque no sólo se trata de la persona retratada sino también del fotógrafo/a, son dos formas de mirar, y además la del espectador, que le da su interpretación. Al final todo eso nos permite realizar una lectura más profunda de lo que se está viendo: la fotografía te permite vivir algo de una forma omnipresente.
NR: ¿Podrías describir tu proceso creativo?
K: Realmente no sé si tengo un proceso como tal, pero mis piezas fotográficas nacen muchas veces a partir de inquietudes o cuestionamientos. Aparece una idea y si me motiva lo hago, si no, se quedan como notas en mi libreta. Pero cuando me intereso en algo me gusta investigar sobre el tema. Como tal no sigo un plan estricto, pero sí me gusta tener una idea de lo que haré, aunque muchas veces termino improvisando cosas. Lo que no me agrada es hacer algo sin haberlo planeado al menos un poco, porque no me gustan los errores; en ese aspecto me gustaría poder explorar más la parte de volver a tomar la cámara y hacer fotos sin un propósito, simplemente jugar con lo que estoy viendo y ver qué sucede.
NR: ¿Actualmente estás trabajando en algún proyecto?
K: Últimamente he estado trabajando en pequeños proyectos personales, en solitario y en conjunto con otras personas. Pero ahora mismo me interesa ir dándole forma a un tema que me ha estado inquietando desde hace tiempo, tiene que ver con la educación sexual en niñas adolescentes. Mi principal motivación hacia este tema es el de poder proporcionar información adecuada que sirva de guía para niñas jóvenes que comienzan a explorar el mundo sexual, creo que es muy importante educar y hablar de estos temas que aún en el siglo XXI siguen siendo un tabú para muchas familias. Es un trabajo que conlleva mucha investigación, tiempo y dedicación, sin duda es algo que me inspira mucho para querer crear.
NR: ¿Cuál es la parte que más disfrutas en un proyecto fotográfico?
K: En general todo el proceso de creación es muy interesante, porque es muy satisfactorio ver cómo vas dándole forma a un concepto o tema a través de una imagen, cómo lo vas transformando en algo visual y pasa que muchas veces, durante la sesión, no estoy obteniendo los resultados que esperaba, pero cuando reviso las fotografías en la computadora y me pongo a hacer la edición todo va cambiando, al final me gusta más de lo que esperaba y eso es muy gratificante.
NR: ¿Por qué escogiste especializarte en el retrato artístico?
K: Como tal creo que sigo explorando diferentes estilos fotográficos, pero me gusta porque puedes conectar con muchas personas. El retrato es una representación visual de alguien, las posibilidades para inventar e imaginar historias son infinitas. Pienso que más que encasillar al retrato como algo artístico, la fotografía por sí misma ya es una acción artística. A través de la fotografía se puede hablar de mil temas y me ha pasado que a veces me siento limitada, con ganas de salirme de los bordes de la imagen y llevarla un poco más allá, por ello comencé a explorar diferentes técnicas en posproducción, como hacer que la foto pareciera una pintura, por ejemplo. Ha sido interesante ver cómo mi obra cambia y se amolda de acuerdo con el soporte o la técnica, todo ello en conjunto hacen de la pieza algo único y hermoso.
Para este proyecto realicé una reinterpretación del Bestiario de Juan José Arreola. Hice una selección de tres animales para trabajarlos a través de la abstracción y descomposición del texto. A través de autorretratos, haciendo uso de mi propio cuerpo, busqué darle forma a estos personajes. En posproducción deformé y manipulé la imagen para crear una serie de retratos abstractos.
Este proyecto se basa en la interpretación de María Turner, personaje de la novela Leviatán de Paul Auster, el cual originalmente está basado en la fotógrafa Sophie Calle. La intención de este trabajo es crear una narrativa visual con pocos elementos que te vayan develando fragmentos de una historia, de la cual yo estoy interpretando a la protagonista dando libertad al espectador para descifrar si es una representación de un personaje ficticio o de mí misma.
Esta pequeña serie nace a manera de ejercicio personal para explorar y conectar con mi propio cuerpo, luego de encontrarme en una situación que me alejó de él y me hizo desconocerlo. Utilicé la cámara como medio de reencuentro conmigo misma. Situarme desnuda frente a la lente significó volver a conectar y abrazar ese momento de mi vida. Jugando con las formas que se creaban al moverme a manera de baile comencé a retratarme, dando como resultado la abstracción del cuerpo que habito.
Este proyecto comienza a partir de un ejercicio de abstraer la esencia de una persona. Es una serie que consta de 10 fotografías en donde retrato los hábitos de una persona que se dedica a la plástica. Para ello, utilicé como referencia un fragmento de Jean-Luc Nancy, que dice lo siguiente: “En el retrato se trata de arrastrar, de tirar, en el sentido de trazar con fuerza, de traer y, al mismo tiempo, de penetrar en aquello que sacamos a la luz, a la superficie. Así, con el retrato, el rostro tiende a valer como la excelencia del aspecto, de la representación y de la imagen. Por otra parte, y al mismo tiempo, en el retrato se cruzan dos direcciones: la de la intensidad, que lleva hacia adelante y que imprime los trazos, y la de la liberación o la extracción, que trae hacia sí los trazos para expresarlos”.
Pintura
Fotografía
Fotografía
Fotografía
Angélica Cázares
Gabriel Cerda
Juan Manuel Ortega
Marvin Calero Nicaragua
Rolando Revagliatti Argentina