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Cortázar 15 / modelo para amar

Nari Rico


La primera vez que leí a Julio Cortázar tenía quince años. Recuerdo haber visto ese nombre entre los libros de la biblioteca de mi casa: lo leía y no me decía nada particular, un nombre más de los tantos autores que había en los libreros. Ahora lo leo y una sonrisa se dibuja en mi rostro. No sólo por la genialidad que representa este autor, sino porque su obra llegó a mi vida en el momento justo, con las palabras precisas.

Después del nombre vino un título, Bestiario. Como amante de los animales y el sueño frustrado de ser etóloga, pensé: “Tal vez sea un libro que habla de criaturas fantásticas”. Me sentí atraída por el título, lo tomé y comencé a leerlo.

Casa tomada. ¿Y los animales, las criaturas fantásticas? Quizá eso que invade la casa es una especie de bestia horrorosa que ni el autor se atreve a nombrar, pensé. Continué mi lectura comprendiendo más bien poco pero completamente fascinada: había encontrado oro.

Más tarde y con mi creciente interés por la obra de Cortázar comprendería uno de los detalles más importantes que como lector y aspirante a escritor debemos saber. Una obra literaria no se encasilla en una interpretación. Lectores y escritores estamos permeados de nuestro entorno, escribimos e interpretamos de acuerdo con lo que sabemos, vivimos y sentimos.

Entonces, Casa tomada para algunos fue una alegoría del peronismo en Argentina durante los años cuarenta. Lo cual Cortázar nunca descalificó, y muy sabiamente dijo respecto a esta lectura: “Fue producto de una pesadilla. Yo soñé ese cuento. […] O sea, que esa es mi lectura del cuento. Ahora esa interpretación de que quizá yo estaba traduciendo mi reacción como argentino frente a lo que sucedía en la política no se puede excluir porque es perfectamente posible que yo haya tenido esa sensación que en la pesadilla se tradujo de una manera fantástica de una manera simbólica. Entonces a mí me parece válido como posible explicación. No es la mía”. Cortázar, conscientemente, estaba enterado de la situación política y social de Argentina; su subconsciente pudo, en respuesta a ello, arrojar esta pesadilla, la cual Julio Cortázar con su maestría habitual nos obsequia este cuento abierto a múltiples interpretaciones.

Esa fue una de las primeras enseñanzas que me dejó: una obra, un cuento, un poema o cualquier pieza literaria está abierta a diversas interpretaciones. Eso no quiere decir que, por no haber percibido lo mismo que el autor, se vuelve una lectura errónea, y es así como la interacción autor-libro-lector se vuelve profundamente enriquecedora e íntima.

El segundo cuento —el que más me ha marcado como lectora— es Lejana, , del mismo libro. He dedicado gran parte de mi vida de estudiante de Letras Hispánicas al estudio de este cuento, y sin importar cuántas veces lo haya leído nunca deja de sorprenderme y mostrarme cosas nuevas. Este cuento fue el responsable de mi tema de investigación de tesis, la alteridad; no profundizaré en ello porque entonces sería cuento de nunca acabar. La historia me fascinó. Alina Reyes, la protagonista, siente el dolor de la Lejana. ¿Quién es? No lo sabemos, ni Alina lo sabe, pero la siente, la abruma la necesidad de ayudarla. Se nos mantiene en suspenso, poco a poco vamos conociendo más de la Lejana, sin descubrir completamente su identidad. Esta habilidad, tan característica de la obra de Cortázar, consiste en llevar en suspenso la historia y darnos un final inesperado.

Circe, otro cuento del mismo libro, es un claro ejemplo del misterio. Aquí lo encontramos en el personaje enigmático de Delia y la historia con sus parejas. Se percibe un temor latente hacia esta mujer, quien parece envuelta en un halo de muerte, o son sus parejas sobre las que se cierne esta sombra tenebrosa; de cualquier manera, como lectores estamos preparados para el final que el autor nos regala, pues sin duda Cortázar no nos da el final tradicional, ya que sus historias tampoco lo son. Es un autor lúdico, nos mantiene con la mente activa y despiertos, no podemos leerlo sin mantener una atención constante, porque podríamos perder detalles importantes ocultos en sus palabras.

Otra característica de la obra de Cortázar es la manera de enlazar más de una historia, cómo juega con los tiempos y los espacios; podemos estar en una calle de Argentina y de ahí transportarnos a una guerra florida, o la realidad de un cuento sale de la ficción y se vuelve la realidad del personaje, en ambos con final trágico. Y nosotros, lectores, nos preguntamos siempre cuál es la realidad y cuál la ficción. Nos lleva incluso a imaginar si nosotros somos un personaje de sus historias, porque tal vez lo seamos… pero ese es otro tema. Esta peculiaridad nos muestra su grado de erudición, haciendo referencia a distintas culturas, sucesos históricos e incluso los guiños a otras obras literarias.

Recuerdo haber escuchado que Cortázar no es para cualquier público, pero yo creo que él no se limita a un público, aunque sus relatos (como a él le gustaba llamarlos) son demandantes, requieren atención y una imaginación despierta, no podemos ser perezosos y esperar una historia sin sobresaltos. Si no estás dispuesto a sentarte y desconectarte del mundo para disfrutar de sus textos, tal vez entonces Julio no sea para ti, pero si estás dispuesto podrás ser su lector cómplice, pues Julio Cortázar es el autor perfecto para aquellos lectores de mentes inquietas. Mi más cordial invitación es que leas a Cortázar, desconéctate del mundo, dedícale un momento y estoy segura que después de un párrafo no querrás dejar de leerlo. Pero quédate tranquilo: si volteas no habrá nadie con un puñal para asesinarte (si no has comprendido la referencia te aconsejo leer Continuidad de los parques). Déjate envolver por la fantasía, el misterio y la creatividad de este gran autor.


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