La luz fisura los laberintos
de los sueños.
Busco en los libros
la noción, el alfa-omega
de la vida, pero
mi interior
se nubla intempestivamente,
y sin embargo
afuera
todo es azul y transparente
Un follaje de rumores verdes
acompasa la música de astros
sé
que
el
sol
es amigo
y canta para quien oírlo quiera.
Escribo
para acompañar
mi almalévola tristura.
El tiempo ágil, implacable,
se fascina morosamente
en las memorias de la ruina.
El mundo reverbera
en la límpida poesía.
Un jardín, el frío temor
perviven contradictorios
al filo de la batalla diaria.
Las palabras juegan
frente a mis ojos
sus mejores cartas:
impresiones sin erratas,
símbolos, valencias,
fórmulas de física,
constelaciones,
categorías filosóficas.
En la palma de mis manos
acrece la sustancia letal
que hace temblar
la piel vulnerable de los días.
*
Como brújula perfecta
la muerte indica el norte
que espera nuestro arribo.
El abuelo muere de hepatitis.
Un desconocido le dispara
en la cabeza a mi vecino.
¿Oyes, amor mío?
Aun bajo estas sábanas
la muerte con su garfio
ronda voraz en cada esquina.
Un viento frío intenta abatir
el amor rotundo
que abriga nuestros cuerpos.
