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Selección de pareja

Juan Castañeda Jiménez

Vivir bien en pareja depende mucho de una buena selección. En la elección de pajera está en juego, según James (1829) “la vida y la muerte, la felicidad o la pena y el castigo eternos” (citado en Antón Romero, 2016, p. 3). Para Willi (2004) “nada estimula más el desarrollo personal que la relación amorosa constructiva, mientras que nada limita más el desarrollo personal ni nada provoca más inseguridad que una relación amorosa destructiva” (ib.). La relación enriquecedora puede desarrollar a los contrayentes a niveles ni siquiera imaginados de manera aislada.

No cabe duda que la selección de pareja tiene una importancia fundamental para el devenir de cada uno. ¿Cuáles son las tendencias en cuanto a la selección de pareja? Antón Romero presenta dos perspectivas que a su juicio engloban a la mayoría de las posibilidades:

  1. Selección de pareja que se apoya en lo similar. Tendencia a buscar a personas que gratifican por compartir más elementos en común.
  2. La selección de pareja fundada en aspectos complementarios. Elección que da prioridad a la persona que destaca en aspectos en los que el elector no destaca. Por ejemplo: una persona con necesidad de atención busca a alguien atento; personas dominantes buscan personas sumisas, etc.

De estas dos tendencias, parece tener mayor apoyo empírico la teoría de la elección de lo similar que la de elección por lo complementario:

“Nos emparejaremos con aquellas personas que nos aporten beneficios por encima de los costes que nos va a suponer mantener la relación. La elección final va a depender de percibir que el otro es semejante a uno en cuanto a expectativas y capacidad de ofrecer lo mismo que uno espera y percibe que puede dar” (Antón Romero, 2016, p. 12).

Según Murstein (op. cit., p. 13), independientemente de la forma de elegir, toda relación pasa por tres etapas:

  1. Estímulo: En un primer momento cada miembro de la pareja se siente atraído por aspectos físicos, sociales y psicológicos que serán evaluados de una forma preliminar y superficial en busca de similitud.
  2. Valor: Si la relación continúa la atracción pasa por la compatibilidad y el consenso en valores personales y familiares (tener o no hijos, reparto del ocio...).
  3. Rol: En un último paso y para que el compromiso avance, entran en juego tanto la compatibilidad de la pareja respecto a los roles que han de desempeñar cada uno en la relación, como el cumplimiento de las expectativas que cada uno había formado en este aspecto.

El éxito de la elección consiste en superar los retos que cada una de las etapas presenta. Quizá lo más frecuente es la combinación de ambas tendencias: similar en algunos aspectos y complementario en otros. Lo curioso es que ambas pueden estar vinculadas con experiencias conocidas y revivir experiencias del pasado que requieren actualizarse para corregirlas o superarlas. Según Antón Romero (2016, pp. 15-16) el enfoque psicoanalítico propone otras perspectivas de elección:

  1. El tipo de apoyo. Elección que se funda en le parentesco de la persona elegida respecto del modelo existente en el fuero interno de aquellos otros que en la niñez ejercieron funciones de protección y cuidado. Sea como endogamia neurótica (buscar en la pareja a la madre o padre) o exogamia neurótica (buscar lo contrario a la madre o al padre). Es un modelo infantil de relación lo que el individuo anhela recrear con su consorte. No obstante, “Melanie Klein consideraba que las relaciones normales adultas no se pueden reducir a una mera repetición de una relación pasada. No se trataría de una especie de profecía relacional ante la cual uno está predestinado y poco puede hacer. Al contrario, las relaciones normales adultas habrán de verse enriquecidas con nuevos elementos que terminan por configurarlas como algo único e irrepetible” (ib., pp. 16-17).
  2. El tipo narcisista. En este caso se busca una pareja que represente aspectos idealizados. Por ejemplo: una persona que me haga sentir amado y deseado como nunca lo he sido.

Ya que en la pareja se alcanza el vínculo más íntimo, esta funciona como apoyatura para elaborar o sobrellevar las propias carencias. “Mediante el emparejamiento podemos depositar sobre nuestro cónyuge (y así reexperimentar a través del otro) aquellos contenidos propios que de actuarlos nosotros nos generarían mucha angustia, y podrían alterar nuestro equilibrio intrapsíquico” (Antón Romero, 2016, p. 18).

Son esas carencias que motivan la unión con la persona que parece acabar con el sufrimiento precedente, aun cuando en la relación exista el riesgo de revivir el pasado con la persona del presente a quien se induce para repetir la escena primaria. Si bien no toda repetición es nociva, existe el riesgo de repetir el sufrimiento vivido y negarse a recrearlo. La pareja puede resistirse inconscientemente (por su historia distinta) a actuar la neurosis de su compañero tal como ocurrió en el pasado y en su lugar aparece una recreación que introduce aspectos distintos a la original y por ello resulta correctora. Esta nueva experiencia desarrolla un sentimiento de valía y autoestima que abre las puertas al disfrute de la vida. Por eso la experiencia con la pareja puede ser muy gratificante y llenadora.

La teoría del apego amplía el modo de entender la selección de pareja. John Bowlby se considera como el precursor de esta teoría. Apego es la tendencia innata del hombre a vincularse afectivamente con otro para sentirse seguro y protegido. Esa tendencia orienta la búsqueda de relaciones positivas para cada persona. Después de Bowlby, otros estudiosos han aportado al concepto, no obstante y por el momento nos limitaremos a los primeros estudios. Quien esté interesado puede encontrar una buena síntesis en la tesis doctoral de A. Romero (2016) de la que se ha extraído lo que a continuación se presenta.

Bartholomew propone el “modelo del sí mismo” y el “modelo del otro” que cada persona sostiene. Ambos modelos dan origen a la calidad del apego entre las personas. Se puede tener una imagen positiva o negativa de uno mismo (percibir el self como merecedor o no de cariño y apoyo); del mismo modo se puede tener una imagen positiva o negativa del otro (percibir al otro digno de confianza y disponible, o poco fiable y rechazante). Esto puede representarse en un cuadro de posibilidades: TABLA 1 APEGO ADULTO SEGÚN BARTHOLOMEW Y HOROWITZ (1991). MOLEDO DEL SELF (Dependencia) Positivo (Bajo) Negativo (Alto) MOLDELO DEL OTRO (Evitación) Positivo (Bajo) CELDA I SEGURO Cómodo con la intimidad y la autonomía CELDA II PREOCUPADO Preocupado con las relaciones Negativo (Alto) CELDA IV RECHAZANTE Rechazante de intimidad CELDA III TEMEROSO Miedoso de intimar Socialmente evitativo

  • Los sujetos agrupados en la Celda I aunarán sentimiento de valía personal y expectativas de que la gente en general es sensible y receptiva.
  • Los sujetos agrupados en la Celda II se percibirán indignos a nivel personal, pero tendrán una buena opinión general de los demás.
  • Los sujetos agrupados en la Celda III se percibirán a sí mismos indignos de afecto; y a los demás poco fiables o rechazantes. Utilizarán la evitación de situaciones íntimas como medio para protegerse de un rechazo anticipado de los otros.
  • Los sujetos agrupados en la Celda IV se sentirán dignos de afecto, pero percibirán a los demás poco fiables o rechazantes. Por lo tanto se protegerán de las posibles decepciones derivadas del intercambio social mediante una apariencia de autonomía y autosuficiencia.

Siguiendo la idea bidimensional de Bartholomew; Brennan, Shaver y Tobey agregaron las dimensiones de ansiedad y evitación que van de menor a mayor:

  1. Ansiedad ante el abandono o el rechazo del otro.
  2. Evitación de situaciones de intimidad y cercanía.

Esto se representa en la tabla como sigue:

TABLA 2 APEGO SEGÚN BRENNAN ET AL. (1991). ANSIEDAD EVITACIÓN SEGURO (-Ansiedad; -Evitación) PREOCUPADO (+Ansiedad; -Evitación) RECHAZANTE (-Ansiedad; +Evitación) TEMEROSO (+Ansiedad; +Evitación)
  1. Los individuos con un apego seguro se mostrarán confiados en las relaciones, no tendrán miedo a ser rechazados ni abandonados, por lo que entrarán con comodidad a la interacción (ni se mostrarán ansiosos, ni evitarán las situaciones sociales).
  2. Las personas agrupadas en el cuadrante de apego preocupado mostrarán gran activación ante la tesitura de perder a la figura de apego o sentirse rechazadas por ella; pero buscarán la interacción (ansiosos en situaciones sociales, pero no evitativos hacia las mismas).
  3. Los sujetos con el denominado estilo de apego temeroso presentarán niveles altos de activación en situaciones sociales, y niveles altos de evitación de las mismas como conducta protectora (ansiedad alta y evitación alta en contextos personales).
  4. Por último, los sujetos agrupados en el cuadrante de apego rechazante mostrarán poco interés por la interacción, lo que les llevará a evitarla (baja ansiedad ante situaciones sociales, pero alta evitación de las mismas).

De acuerdo con la hipótesis del apego, se buscaría a la persona que posibilite un vínculo de apego seguro y a la vez que cumpla los principios de complementariedad y similitud que ya se han mencionado. El la bibliografía disponible aparece la inclinación hacia la elección de personas con apego seguro. Pero también ocurre que alguien con apego inseguro no tenga habilidades para atraer a una persona con apego seguro y terminar eligiendo también a alguien con apego inseguro aunque no represente a su cónyuge ideal.

Las personas con apego seguro han sido percibidas más atractivas que las demás. Sin embargo, cuando alguien con apego inseguro no logra atraer a una persona con apego seguro, tenderá a sentirse atraído por personas de su mismo tipo de apego:

“Son múltiples las investigaciones que apuntan a que los individuos con apego seguro son a su vez los que mayores índices de satisfacción muestran con su relación de pareja. Por este mismo principio los mayores índices de insatisfacción se van a dar entre individuos inseguros, o cuando uno de los miembros de la díada presenta un apego inseguro” (Antón Romero, 2016, p. 38).

Es por lo menos llamativo que las investigaciones sobre el tema hayan descubierto que las personas con apego inseguro pueden evolucionar al apego seguro si encuentran en su camino al menos un interlocutor cálido, receptivo y comprensivo. “Las pautas interactivas que favorecen la aparición de conductas de apego inseguro pueden romperse hasta cierto punto cuando el otro se comporta con recurrencia de forma cálida y comprensiva” (Antón Romero, 2016, p. 40).

Se ha podido comprobar en un estudio de campo con 100 pajeras establecidas (Valdez Medina, González-Arratia López-Fuentes, Arce Valdez, y López Jiménez, 2007), que la elección ocurre en un plano no racional en el sentido de que ninguna pareja hizo un análisis de su relación para tomar la decisión de unirse a su pajera. Además, se verificó que su elección real no concuerda con la elección ideal. Esto supone que las causas de la unión con la pareja son esencialmente de carácter emocional y que están altamente condicionadas por la historia infantil, por lo menos por el estado de madurez emocional alcanzado por la persona al momento de su decisión.

Bibliografía

Antón Romero, J. (2016). Criterios de selección de pareja y relación con personalidad, apego, alexitimia y satisfacción marital (tesis dotoral). Universidad del País Vasco, España. Recuperado de https://addi.ehu.es/bitstream/10810/18546/1/TESIS_ANTON_ROMERO_JAVIER.pdf

Valdez Medina, J. L., González-Arratia López-Fuentes, N. I., Arce Valdez, J., y López Jiménez, M. d. C. (2007). “La elección real e ideal de pareja: Un estudio con parejas establecidas”. Revista interamericana de psicología / Interamerican Journal of Psychology, 41(3), 305-311.


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