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Deshojando vidas de Blanca Brambila

Lupita Huerta


A menudo, la gestión cultural se presenta como un misterio insondable, una obra de alquimia que sólo unos pocos afortunados pueden descifrar y, sobre todo, ejecutar. En las páginas de Deshojando vidas, descubrirás que la gestión cultural es mucho más que un misterio; es un relato de vida, un testimonio de pasión, y un esfuerzo valiente por preservar y promover la riqueza cultural de Jalisco.

A lo largo de estas páginas, serás testigo de la tarea en la que Blanca Brambila se adentra en un mundo lleno de historias y desafíos. Blanca inició un viaje que la llevaría por los sorpresivos senderos de la gestión cultural que otros, como ella, han recorrido. Un viaje que ya era parte de su aventura profesional de vida, y que plasmó en letra con Deshojando vidas.

Su búsqueda de las voces detrás de la gestión cultural en Jalisco la llevó a conversar con una variada gama de personas, cada una con su propia perspectiva y contribución al rompecabezas cultural de la región.

Portada

El proceso de recopilación de estas historias no fue una tarea sencilla. Fue como armar un rompecabezas, con piezas que sólo se revelaron a través de preguntas formuladas desde una de las voces más autorizadas en la materia. Blanca ha sido gestora cultural desde los ochenta: desde la calle, desde la academia, desde la administración, desde la docencia. A Blanca no la para nada, ni nadie, si se trata de la gestión cultural.

A través de conversaciones “del que sabe a alguien que sabe”, Blanca logró extraer las experiencias y las perspicacias de los protagonistas de este libro, revelando el alma misma de la gestión cultural en el Occidente de México.

Cada uno de los entrevistados en este libro es un fragmento de un mosaico más grande. Juntos, pintan un retrato completo y auténtico de la gestión cultural en este punto del mundo, un retrato que incluye desafíos inesperados, momentos de triunfo, y un compromiso inquebrantable con la preservación y promoción de la cultura.

Vas a disfrutar cada entrevista como si estuvieras ahí, a un ladito de Blanca. Cada personaje nos regala algo. Blanca, con sus preguntas, se aseguró de eso. Aquí, ningún entrevistado se quedó en la orillita, a la hora de contar. Ni tampoco tomaron la aburrida autopista gris de palabras rimbombantes que no llegan. Si te inquieta un poco el término de gestor cultural lee Deshojando vidas para que la inquietud te atrape con todo.

Comenzando con Luz Odelinda. Con su caminar desde Ameca, Luz nos brinda una perspectiva única. Para ella, el mejor legado es ser recordada por las historias que leyó, por el impacto que generó en quienes se sumergieron en las profundidades de la lectura.

Miguel Ángel de León Ruiz Velasco nos recuerda que para promover la lectura debemos entender profundamente lo que estamos promoviendo. En sus palabras, “hay que saber de qué se sabe”.

Karla Moreno Gómez nos regala la anécdota del fascinante rally lector que culminó en la creación de “los libros mágicos”: la adquisición de una colección completa de Harry Potter. Esos libros dieron a más de cien niños alegría pura. Y es que si algo tiene la gestión cultural, es que es logro siempre repleto de anécdotas.

Para Luis Rico la respuesta vino directa: la pobreza no cultiva la lectura. Así que creó la primera biblioteca escolar en la Preparatoria 7 de la Universidad de Guadalajara. Pero Luis le siguió de largo; también desarrolló talleres de creación literaria, redacción y actividades relacionadas con la promoción de la lectura. Su compromiso nos recuerda que la gestión cultural no se limita a las palabras, sino que se traduce en acciones concretas que cambian vidas.

Teresa García y María Antonieta Flores Astorga colaboraron en el círculo de lectura radiofónico “Nuevos caminos”, abriendo nuevas perspectivas literarias para una audiencia diversa y citadina. Y, por su parte, Teresa Figueroa nos presenta un ejemplo inspirador de autogestión cultural a través de Los Ariles. A pesar de no generar ganancias económicas, este centro comunitario independiente ha forjado una identidad y comunidad en Tonalá.

A través de la perspectiva de Mario Gabriel Bárcenas Castellanos, vemos que la gestión cultural no es sólo pasión por el arte, sino también una empresa que debe lidiar con las realidades sociales y económicas. Y este es el dolor de muchos gestores culturales: el económico.

Adolfo Ruiz Martín del Campo comparte la historia de Juan Valencia Macías, un gran empresario y promotor cultural de Jalisco. Juan Valencia se destacó en la promoción artística, demostrando que la autodidacta pasión puede conducir a eventos exitosos con artistas de renombre.

El relato de Francisco González sobre Germán Marín nos recuerda que las ideas culturales pueden surgir de los lugares más inesperados. Nos confía que el concepto original de la Feria Internacional del Libro fue concebido por un refugiado chileno. Siendo la feria, ahora, un legado que perdura a través de su continua evolución en manos de la Universidad de Guadalajara.

Carlos Ramiro Ruiz Moreno y Roberto Castelán Rueda arrojan luz sobre la educación superior en México y su relación con la cultura. Sus reflexiones críticas subrayan la importancia de la formación artística en las preparatorias y la necesidad de enriquecer la experiencia educativa con actividades culturales.

José Ramírez Salcedo nos insta a reconsiderar la relación entre cultura y educación, argumentando que la cultura es el fundamento de la educación, y no al revés. Ignacio Bonilla Arroyo nos lleva a las zonas rurales mexicanas y destaca la importancia de la cultura y la educación en el desarrollo de estas comunidades.

Por su parte, Marcela Orozco de la Torre nos ilustra cómo las decisiones audaces son parte integral de la gestión cultural. Su experiencia en las Fiestas de Octubre es un recordatorio de que, a veces, es necesario tomar medidas extremas para alcanzar el éxito.

Fernando Cortés López narra una historia que muestra cómo la comunicación directa y la franqueza pueden abrir puertas y resolver problemas de manera efectiva. Su determinación en la FIL es un testimonio de que, a veces, es necesario hablar alto y claro para obtener resultados.

En las palabras de Luis Ku, la cultura es una parte esencial de nuestra identidad, moldeándonos desde nuestros primeros encuentros con el arte y la música. Su reflexión sobre cómo la cultura nos elige a nosotros resalta la profunda influencia que tiene en nuestras vidas.

Julieta Apolinar nos lleva a la importancia de abordar proyectos culturales desde una perspectiva multidimensional que abarca una amplia gama de comunidades y poblaciones.

Quien le da un lugar mayor a la práctica es Juan Antonio Orozco. Nos habla de la importancia de la experiencia empírica y la adaptabilidad en la gestión cultural. Juan subraya que la teoría a menudo se encuentra en la práctica.

Susana del Pilar Flores nos recuerda que un gestor cultural debe ser crítico, dispuesto a enfrentar desafíos y provocar discusiones difíciles. Su llamado a la crítica constructiva es un recordatorio de que la gestión cultural no es únicamente para celebrar logros, sino también para abordar las áreas que necesitan mejora.

Para Annemarie Meier la cultura es “nutriente y vital”. Y nos sumerge en el mundo de la gestión de la cinematografía cultural. Por su parte, Fausto Ramírez narra su vida en el teatro. A él, nos dice, se le atravesó el teatro de manera fortuita.

El Venero, en las voces de Olga y Javier, nos cuenta su vida. Una vida que sigue ahora bajo la administración de Natalia Villegas. Natalia es una nueva fuerza que busca vincular a El Venero “con otros espacios, compañías, público y con otras disciplinas”.

Por último, Elvia Velasco nos regresa a la relación vital entre el maestro y el alumno con respecto a la lectura. Y nos dice: “Los jóvenes siempre están en la búsqueda de alternativas que colmen sus expectativas, derivadas del trabajo continuo de los profesores en el aula, quienes tienen claro que no es lo mismo leer por obligación que por gusto”.

A medida que te sumerjas en las páginas de Deshojando vidas, te invito a reflexionar sobre la importancia de la gestión cultural en México y en todo el mundo. Estas historias son un testimonio de la pasión y el compromiso de aquellos que dedican sus vidas a nutrir y enriquecer la cultura en nuestra sociedad. Son una celebración de la diversidad y vitalidad de la gestión cultural, un campo que no sólo abarca el arte, sino también la educación, la empresa y la comunidad.

Espero que, al final de este viaje, encuentres inspiración en las historias de aquellos que han deshojado las complejas capas de la gestión cultural en México. Que estas historias te motiven a apreciar y apoyar la cultura en todas sus formas, y a reconocer la importancia de las personas detrás de escena que trabajan casi siempre “contra viento y marea” para hacerlo posible.

La cultura no es un lujo, sino una necesidad en la vida de las personas y las comunidades. La gestión cultural es una labor valiosa que merece ser reconocida y celebrada. Deshojando vidas es un retrato y un homenaje a aquellos que han dedicado sus vidas a nutrir y promover la cultura en todas sus formas.

Entonces, querido lector, te invitamos a sumergirte en las páginas de este libro, a conocer a estos apasionados gestores culturales y a deshojar sus vidas para descubrir los tesoros que guardan. A medida que lo hagas, te darás cuenta de que la gestión cultural es un acto de amor hacia la sociedad en su conjunto.

Gracias por embarcarte en este viaje, y por unirte a la exploración de Deshojando vidas.


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