Presento la tercera y última parte de la entrevista con Sara Velasco, un ejemplo en esta ardua y (a veces) ingrata labor de investigación, de mayor mérito porque, aun jubilada, su interés por dar a conocer y difundir la obra de los escritores jaliscienses sigue adelante
Sara Velasco evoca con nostalgia su labor —por demás encomiable y digna de ser reconocida— de dar a conocer y difundir la obra de los escritores jaliscienses. “Me enamoré tanto de ella; fue mi pasión, mi pasión”, subraya.
Las circunstancias la obligan a dejar atrás ese interés por los escritores vivos, y se siente feliz de pasar la estafeta. Espera que este trabajo ahora lo realicen los jóvenes investigadores, los interesados, “que le sigan, y sin duda lo van a hacer mejor. Y qué maravilla, qué bueno”.
Ahora se enfoca, señala, en rescatar “a los de atrás”, a otros de los que tenía pocas referencias. “Eso es lo que sí puedo hacer aquí [en mi casa], tranquilamente, sin hacer entrevistas, sin estar pidiendo que me lleven a tal lugar, nada de eso”.
De esta nueva labor salió el libro Algunos escritores jaliscienses olvidados, publicado por la editorial La Zonámbula. De algunos de ellos se ocupó en otro momento, o encontró alguna referencia, pero “se habían quedado en el tintero”.
A sugerencia de uno de sus colegas, fue dejando autores de los que no encontraba obras, de los que sólo hallaba referencias en diversas fuentes. “Tienes que decir hasta aquí, porque si no, nunca vas a acabar. Lo que no encuentres pásalo a la introducción”, fue el consejo que recibió. Y ahora, esos autores que se quedaron en la introducción de Escritores jaliscienses, “esos que no alcancé a incluir son los que estoy rescatando. Así salió ese tomito, con nueve autores”.
“Hay una mujer muy interesante, de la que tengo una novelita y un poemario, a quien todo mundo menciona, Livier Navarrete, pero no sabemos nada de ella. Yo tenía una amiga que me dijo que la había conocido. Y estuve mucho tiempo investigando. Le dije: ‘Tú nada más dime aproximadamente cuándo nació, cuándo murió y yo me encargo, yo voy al registro, yo consigo actas’, porque sin datos es como buscar una aguja en un pajar.
“Y no alcancé a poner a Livier Navarrete en ese libro de los olvidados; eran diez pero me tuve que conformar con los nueve, pues me dije qué le pongo, escribió esta novelita, la publicó en tal año, se trata de esto y lo otro. ¿Y ya? ¿Y quién es? Sé que es de Guadalajara. Pero me faltó información, por eso quedaron nueve”.
De esta manera, Sara Velasco continúa este ingente trabajo que inició como estudiante. De todos esos autores “que se quedaron en el tintero” planea recuperarlos en grupos de cinco en cinco. Y a pesar de que en estos momentos está jubilada se considera aún vigente, “vigente entre comillas, por mis años. Todavía estoy vigente porque quiero seguir trabajando”.
Recuerda un detalle que ocurrió durante la presentación del libro, a cargo del propio editor, Jorge Orendáin. “Me pasó una cosa bien curiosa. Mencioné a Ignacio Arzapalo. Hablé de lo que encontré sobre él y dije esto fue lo que escribió. Entonces alguien me dice: ‘Este señor fue familiar de mi esposo y tiene otros libros’. O sea que los olvidados ni siquiera están completos.
“Claro que ya fui a verla y me hizo el favor de permitirme, muy amable, fotocopiar los libros que me faltan; ya lo tengo completo, aunque demasiado tarde, porque ya había salido el libro, pero por lo menos saqué unos poemazos, tremendos poemas que hizo este señor. Muy bueno, muy bueno. Estos autores, más que desconocidos, los considero olvidados. De ese tipo incluí a varios. Además de esos nueve vale la pena rescatar a otros, como Juan S. Castro, aunque es del siglo XIX… tuve que sacar a algunos del volumen. Ni modo, así es eso, y en esto me estoy divirtiendo”.
