Los gorilas, cuando son cachorros,
aprenden jugando
a someter a sus hermanos,
así si un día alguien les infla el pecho, les extiende los colmillos
uno de los dos
no
saldrá
vivo
Los caballos, rara vez tienen motivos para pelear.
Sus pezuñas no les dejan tallar herramientas contra la piedra como gubias
que vacían las cuencas del rostro.
Quisiera otra vida: cerdo,
para no poder
mirar el cielo
y así no tener la obligación
de construir castillos
sobre él.
En unas copas de cutícula delgada
se vierten dos huevos.
De un horno pausado,
a los seis días, salen dos pollitos
sanos, hambrientos.