Una telaraña que tejieron las tazas
la impresión de las ventanas
en fin
una caravana doméstica
silenciosa por la casa.
Todo tiene su tiempo
(como mirar).
El contorno que rodea las cosas
va mostrando su andar
su quietud y su desvelo.
El tiempo del tiempo.
Escribe.
Es mayor la angustia en el puño
que la certeza en la palabra.
Escribe.
La sombra en el paladar
no se transcribe tan oscura
en ese adjetivo.
Si ya desistes en la imposibilidad
y el brazo diestro con la metáfora
te dejó primario
tan común
como
un hombre común.
Entonces sí.
Escribe
que no hay misterio alguno.
En el comienzo
todo se entiende
como una linealidad
vista y referida
la voluntad del principio.
Basta un solo carraspear del viento
un suspiro en el hueso más expuesto
un ojo de otro que mira
y asienta realidad en tu camisa
tu lugar
para ahogar sobre tu destino
una certeza menor y propicia.
A la razón la precede la belleza
y ya todo será impredecible.
Algunos pensamos
con la asociación inocente
de los niños.
Hambre-comida.
Golpe-dolor.
Libertad-felicidad.
No lo creas elemental
el mundo se ha destruido
por esta inocencia
Ves ese pájaro
y la familia feliz
que está debajo
a la sombra en el banco.
Ves la cicatriz del destino
en las palabras del padre.
Ves los jirones del futuro
en el elástico de la blusa
en la mujer
y las manchas de indiferencia
en el muñeco que la nena
heredó de su hermano.
Ves hasta donde llega tu rabia
tu linda vereda de uno solo.
Ves tu estupidez reclamando
escaleras.