Todos los sábados
se va de fiesta
en el carruaje
de sus cinco sentidos.
Muchas quisieran tener
su mariposa de diamantes
y sus colinas
que no saben de riendas.
No teme a los glaciares.
Solamente le preocupa
que los celosos pensamientos
apaguen sus volcanes.
En tu huerto
apenas pardean
las limas gemelas
de la vida.
Tus azahares
tienen miedo
de trasponer
el umbral del deseo.
Te degusto
cuando te despojas
de las parras
del pudor.
Rendidas las murallas,
la ciudad es mía.
Betsabé
sin remordimiento
ni pecado.