La condición inexcusable para poder ser feliz es tener
la sensación de que controlas algo de tu vida
Eduard Punset (2012, minuto 16:25) cita el experimento con cinco ratas que recibieron una pequeña descarga eléctrica en forma aleatoria sin que nada pudieran hacer para evitarlo; excepto una de ellas que, con su comportamiento, podía eventualmente eliminar la descarga no sólo para ella, sino para sus compañeras. El resultado fue que, después de cuatro semanas, las ratas cuyas acciones eran inútiles, murieron pasando por un periodo depresivo, mientras que sobrevivió sólo la que, de vez en cuando, pudo interrumpir la descarga. “Ella tenía la sensación de que algo controlaba de su vida” dice Punset; y concluye: La condición inexcusable para poder ser feliz es tener la sensación de que controlas algo de tu vida. La adolescencia es el momento ideal para tomar las riendas de la vida porque la persona pasa por una crisis normal de transición de la infancia a la adultez. Ello implica una revisión natural de las conductas apropiadas que el individuo quiere ejercer en su vida adulta.
En la infancia no es posible hacerse cargo de sí mismo y los padres (o quienes ocupen su lugar) gestionan al menor. A partir de los 7 u 8 años el niño consigue un pensamiento lógico aunque todavía ligado a lo concreto (Piaget, 1984). Piaget lo llamó pensamiento concreto. Con este potencial, el niño comienza la revisión de la vida, aunque no puede hacerse cargo todavía de ella. Además, es raro que alguien con 8 o 10 años de vida muestre interés por tomar las riendas de su vida, a menos que se encuentre en una situación verdaderamente precaria: en la orfandad, en situación de calle, en pobreza extrema…
Sólo en la adolescencia la persona alcanza condiciones reales de hacerse cargo de sí misma; no sólo por su capacidad intelectual, sino también por sus potencialidades físicas. En estas circunstancias, bastaría un ambiente social propicio para ejercer el pensamiento hipotético-deductivo, cuyo inicio ocurre entre los 12 y 15 años (Piaget, 1988). Pero si no hubiera estimulación social adecuada, jamás llegará a ejercerlo. No obstante, el pensamiento hipotético-deductivo puede desarrollarse de una manera deliberada, siempre y cuando se haga lo suficiente para ello. De esa forma, la persona adquiere un poder de análisis razonado y más ajustado a la realidad. Por eso, en la adolescencia es altamente viable pasar de la dependencia a la autonomía.
El significado literal de la autonomía hace alusión a normarse por sí mismo: elegir las normas con las que uno quiere regirse. Claro, dentro de los márgenes que la cultura y la sociedad en la que vive se lo permite sin conflicto. Las características de la vida dependen de decisiones y acciones que atañen a la persona. No obstante, algunas experiencias también derivan de decisiones y acciones ajenas, pero existen posibilidades reales de encontrar alternativas para paliar o superar efectos indeseables. Lo importante es que el ser humano en la adolescencia alcanza el estado ideal para comenzar a hacerse cargo de sí mismo.
Con todo, las decisiones que una persona toma en el presente están relacionadas con su historia de vida y por eso es imprescindible conocer esa historia e inferir las condiciones que determinaron las características del entendimiento que esa persona asume en el presente: la comprensión del mundo y de sí misma. El problema es que gran parte de esa historia escapa a la conciencia, debido a que el origen de la propia existencia comenzó antes de tener la posibilidad de ser consciente. Por eso, sólo a partir de la adolescencia se pueden comprender no sólo los significados que se construyeron durante la crianza y pasaron a formar parte de la cosmovisión, sino también las leyes que originaron la conciencia como tal.
La importancia de esto reside en que no se pueden evitar los condicionamientos de la propia historia. Cuando la experiencia vital presente es desdichada, es imprescindible revisar la historia, resignificarla para corregir efectos negativos en el presente. En otras palabras, si queremos estar más conscientes de la propia toma de decisiones, necesitamos también estar dispuestos a explorar las fuerzas que las determinan. Por esta razón, cuando se trata el proyecto de vida, es imprescindible estudiar la historia y comprender lo que hace vibrar el alma para propiciar el bienestar que buscamos.
* Este artículo forma parte de la introducción de mi libro Diseño de plan de vida.
Castañeda Jiménez, J. (2020). Diseño de plan de vida. Guadalajara: Amate-INNCOMEX.
Piaget, J. (1984). “El desarrollo intelectual del adolescente”. En G. Caplan y S. Lebovici (eds.). El desarrollo del adolescente. (Vol. 8, pp. 47-55). Buenos Aires: Ediciones Horme. (Traducción D. R. Wagner).
Piaget, J. (1988). Seis estudios de psicología. México: Planeta. (Traducción N. Petit).
Punset, E. (prod.) (2012, 23 de abril). “La felicidad en tiempos de crisis”. En Caja Canarias (video). Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=N_LfjJ3QAt0.