Pequeña hoguera —Blaze en su versión en inglés— es un diálogo de sensibilidades. Para hablar de ese diálogo es preciso, primero, hablar de quienes lo entablan; hablar un poco de nosotras. Nos conocimos en cuarto grado de primaria, hace aproximadamente veinte años. Crecimos juntas y fuimos formando un nexo que en la última década se ha mantenido en la distancia geográfica. Brighton, Gales, Londres, Nueva York, Hong Kong en el caso de Verónica; Caracas, Parque del Plata, Montevideo, en el caso de Cristina, han sido nuestros lugares de tránsito en ese lapso de tiempo, lugares que han significado un continuo reordenamiento interior, que han trazado sus particulares planos vivenciales en cada una de nosotras.
Como los ríos toman su cauce, nuestras naturalezas nos llevaron, respectivamente, a uno u otro lenguaje artístico como formas de transcribir, traducir, manifestar la vida. Verónica estudió fotografía; Cristina, literatura. Venimos, no obstante, siempre explorando los linderos entre diversas expresiones, técnicas, saberes; en constante inquietud y aprendizaje. Nuestra amistad, de forma autónoma y casi al margen de nuestras voluntades conscientes, se ha mantenido unida por hilos simbólicos a través de nuestros sueños, creaciones e intuiciones. Por sorprendente que pueda sonar, esos ámbitos en los que se mueve nuestro hacer psíquico se han mantenido, por sí mismos, relacionados de una u otra forma: algún pensamiento o imagen que de forma reveladora dijo a una algo sobre la otra; alguna curiosa coincidencia; constantes semejanzas y puntos de encuentro en nuestras búsquedas particulares.
Aunque este proyecto parte de una idea nacida hace ya algún tiempo —la cual ha venido evolucionando y transformándose—, no fue sino hasta que empezamos a llevarla a cabo, comparando letras e imágenes en nuestros respectivos trabajos, que descubrimos que ese hilo conductor que los uniría se encontraba allí de antemano. Sería una mentira decir que realizamos un gran esfuerzo por dar forma a este encuentro de fotografías y poemas; la relación entre unas y otros ya estaba presente de forma casi tácita; solo tuvimos que reajustar un poco, tomar algunas elecciones, descartar, incluir, pulir. Una vez más, nuestro diálogo tenía vida propia.
Los poemas aquí incluidos pertenecen a tres obras escritas en diferentes momentos. Las fotografías, no obstante, fueron concebidas en una misma época, ligadas a un proceso particular. Posteriormente, las fotos hallaron eco en los poemas, y viceversa. Esta unión dio y continúa dando origen a una nueva forma de entender y apreciar lo que cada una había hecho desde su óptica.
Pequeña hoguera hace referencia a procesos de transmutación desde lo íntimo, a revoluciones que se mimetizan con el paso de los días, pero que mantenemos encendidas, aunque muchas veces pasen desapercibidas. Esta lumbre no es un fuego devorador; si así fuera, moriría enseguida. Se trata de ese soplo, esa chispa, a veces tan mínima que pareciera desaparecer, que nos mantiene creando, creciendo, que nos moviliza continuamente aún en los periodos helados.
Pequeña hoguera se concibe, inicialmente, como material para un libro digital (con la ilusión de que sea, algún día, un libro impreso). Blaze surge posteriormente, cuando decidimos hacer una traducción de los textos para poder llegar a más personas, tomando en cuenta nuestras distintas ubicaciones geográficas. Pequeña hoguera / Blaze se convierte luego en un zine —o “libro de arte”, o “libro artesanal”—, diseñado e impreso por pura voluntad, que unas pocas personas han adquirido prácticamente a precio de costo. Y así seguimos, observando su crecimiento, abiertas a sus transformaciones.
Finalmente, la intención, más que explicarnos, es exponer algo para ser visto, sentido y aprehendido. Esperamos que este conjunto, con todas sus resonancias, pueda movilizar algo en sus receptores, tocar alguna fibra, encender una chispa inesperada, crear sentido y significado para otros.
