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La formación ciudadana en educación básica

Yésica Cecilia Núñez Berber

Es indudable que la formación ciudadana es un aspecto fundamental en el proceso educativo. Es necesario que los sujetos en formación desarrollen la capacidad de autorregular su propio comportamiento, que atiendan al respeto del otro, a las normas y a las leyes que rigen la sociedad en la que se desenvuelve, así como ser un sujeto que actúa y participa en la construcción de dicha sociedad.

Tal formación resulta indispensable en la educación básica, entendiendo esta como la formación inicial de los individuos, la cual deberá encaminarse a fomentar el interés por procurar el bien común y a generar una convivencia pacífica y armónica.

Por lo anterior, se hace necesario conocer la propuesta de la asignatura ciudadana incluida en los libros de texto gratuitos (LTG) de la Secretaría de Educación Pública en nuestro país.

En el libro titulado La asignatura ciudadana en las cuatro grandes reformas del LTG en México (1959-2010), Sarah Corona nos presenta los orígenes, las políticas educativas y objetivos a partir de los cuales se crean los LTG en México, enfocándose en el análisis de dos aspectos pedagógicos: el concepto de ciudadano que se busca transmitir a los niños mexicanos (los “qué” de la ciudadanía) y las estrategias comunicativas orientadas a que los alumnos desarrollen las habilidades necesarias para su desempeño como ciudadanos (los “cómo” para el ejercicio de la ciudadanía); se analiza el concepto de ciudadanía en realción con las estrategias de formación y las exigencias que los LTG formulan a los sujetos mexicanos que acuden al espacio público.

Con la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito (Conaliteg) en 1959 por decreto presidencial, también se legisla en torno a la gratuidad y obligatoriedad de los libros oficiales de la SEP y se da inicio al proyecto de hacerlos llegar a cada niño mexicano, y que no solo serán la pauta de su educación, sino que le llegarán año con año y serán los mismos tanto para un niño que vive en el norte o en el sur país, o si asiste a escuelas particulares o públicas.

La autora expone la recurrencia en los LTG de ciertos temas: el mestizaje como política homogeneizadora: el indígena parece no ser ciudadano mexicano mientras no se mexicanice; el nacionalismo como el amor a la patria, la amistad, la solidaridad y la ayuda al prójimo; la laicidad como principio constitucional.

Después de la Revolución, la Guerra Cristera, la reforma agraria y la nacionalización del prétroleo, nuestro país se ufanaba de discurrir en un marco legal y de estabilidad política y económica, pero con altos índices de analfabetismo y pobreza, lo que impedía un acceso equitativo a la educación. Para resolver el problema el entonces presidente López Mateos decreta la creación de la Conaliteg, designando como su responsable al escritor Martín Luis Guzmán; con ello se pretendía que cada niño mexicano acudiera a la escuela con un libro de texto pagado por la federación. Se crean, editan y distribuyen más de 17 millones de LTG, los cuales cuentan una historia común, unen la diversidad, homogeneizan distintas zonas, grupos étnicos y clases sociales.

Para Corona, en estos primeros LTG se identifican como líneas rectoras el nacionalismo, una imagen legalista de ciudadanía y la exigencia de valores éticos más que políticos, sobre todo la honradez, que recibe un tratamiento y atención mayor a otros valores. El mestizaje entre poderosas culturas indígenas y la española que crean una raza y cultura común, con lo que se pretende igualar a los mexicanos como una raza homogénea, en tanto que el concepto de ciudadanía es formal y pasivo y para alcanzar la ciudadanía “basta tener la edad necesaria”; se detallan las causas por las cuales se puede perder la ciudadanía según el artículo 37 constitucional. Se exhorta a los ciudadanos para que dejen de lado su particularidad y sus diferencias y adopten un punto de vista universal por el bien común; la nación es concebida como una gran comunidad y la participación política del ciudadano se reduce a informarse.

Para 1971 se lleva a cabo una amplia consulta con el propósito de examinar, con una visión crítica, la enseñanza primaria, cuyos resultados se toman en cuenta tanto para el desarrollo de los nuevos planes y programas de estudio como para la segunda edición de los LTG, a partir de la llamada reforma educativa. La nueva visión postula que educar no consiste solo en transmitir contenidos para ser memorizados y repetidos, sino que se trata de “un proceso personal de descubrimiento y exploración, de una asimilación de métodos y lenguajes”, con lo que se busca adecuarlos a las nuevas metas del país: tener ciudadanos capacitados para trabajar con ingresos suficientes para activar el consumo de la población.

Dos años después se modifica el artículo tercero, que define la educación como un proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad. La orientación de los libros ahora subraya la ideología del populismo tercermundista, poniendo a México en el panorama mundial y uniéndolo por estrechos lazos de hermandad con los demás países latinoamericanos. Nuestro país necesita de la imaginación de sus ciudadanos para crear las ciencias, las técnicas y las artes para un desarrollo independiente. Los libros de la reforma de Echeverría plantean la necesidad de aprender a pensar, a inventar cosas útiles, a imaginar cosas bellas, a encontrar la solución a los problemas.

Mientras los LTG de 1959 mostraban la imagen de una nación terminada y exitosa, los de 1971 presentan a un país en transición, en circunstancias de reacomodo interno y con el resto del mundo; se plantea que solo se alcanzaron algunos objetivos de la Revolución pero que aún existen viejos problemas por resolver, así como retos por afrontar; y puesto que el papel de la educación es la renovación de la sociedad, se busca formar mejores ciudadanos para que sepan elegir mejor a sus gobernantes y cumplir mejor con sus obligaciones. En las imágenes de los LTG desaparece el estilo nacionalista y se presentan símbolos internacionales. Los cambios registrados a lo largo de estos años reflejan posturas políticas e ideológicas de nuevas épocas, mostrando además una notable carencia de planeación y claridad.

Por otro lado, el Plan Nacional de Desarrollo del sexenio de Salinas de Gortari establece como prioridad mejorar la calidad del sistema educativo, así como fortalecer la participación de la sociedad en el quehacer educativo. Las condiciones del país han cambiado, la mayoría de la población vive en las ciudades, los niños mexicanos reciben influencias fuera de las aulas, la televisión está presente en casi todos los hogares mexicanos y en sus programas se muestran productos extranjeros.

En 1992 el gobierno federal, los gobiernos de los estados y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) firman el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), el cual establece, entre otros puntos, asignar mayores recursos, más días efectivos de clase, programas idóneos, mejores libros de texto y maestros adecuadamente estimulados; ahora los gobiernos estatales se encargarán de la dirección de los niveles educativos de preescolar, primaria, secundaria y la formación de maestros, pero la SEP sigue siendo la responsable de formular los planes, programas y elaborar los LTG; se modifica el artículo tercero incluyendo la desregulación del servicio educativo y la obligatoriedad del nivel de educación secundaria. En agosto Salinas de Gortari recibe los nuevos LTG, mismos que se entregarán a partir del calendario escolar 1992-1993; las críticas por la calidad de estos nuevos libros se presentaron de inmediato, por el descuido en su producción y edición, sobre todo en el libro de historia de cuarto grado, pues por la premura no se redactaron completos los textos, por lo cual la SEP determinó que dicho libro no volvería a utilizarse.

Los nuevos LTG tenían como reto principal conciliar un nacionalismo que diera unidad al país con una modernización que exigía ciertas renuncias al modelo de nacionalismo tradicional. En ellos, el modelo de ciudadano se presenta bajo tres valores centrales: el mestizaje racial como característica esencial moderna, no solo mexicana; las virtudes ejemplares derivadas de la Revolución exigen líderes con información técnica, guiados por la legalidad y confiados en la unidad nacional; a diferencia de la edición de 1959, cuya orientación de la educación se enfocaba al pasado, y la de 1972 al presente, los LTG de esta reforma se orientan hacia el futuro como meta. Se pretendía modernizar al país sin dejar de reconocer nuestras raíces. Nuestra historia no está acabada, a todos nos toca vivirla, construirla, cambiar y mejorar.

Estos LTG están orientados a que los niños desarrollen habilidades de lectura como ordenar, clasificar y relacionar información, pero no se incluyen actividades para desarrollar el juicio crítico, la discusión de puntos de vista divergentes o la aplicación de conocimientos a situaciones nuevas; se plantea el objetivo de formar un “buen ciudadano” pero no se especifica cómo alcanzarlo.

Los libros del cambio

Del 2000 al 2012 la situación del país es muy distinta. La televisión abierta llega a todo el territorio nacional; el 42% de los hogares cuenta con televisión de paga; internet se ha convertido en uno de los principales medios de comunicación e información; se crean las redes sociales; en 2007 aparecen los teléfonos inteligentes; en 2010 el 43% de los hogares mexicanos tienen computadora y el 21.3% internet; a inicios del siglo XXI los niños mexicanos se aficionan a los videojuegos.

Con Vicente Fox las directrices del sistema educativo nacional remarcan la equidad educativa, la pertinencia de la educación para cada contexto distinto, el federalismo educativo y la participación social. Pero fue hasta el 2009, en el sexenio de Felipe Calderón, que se editan y distribuyen los nuevos LTG. Calderón sostiene en su primer informe de gobierno que el propósito principal de la acción educativa será que los “niñós y jóvenes adquieran los conocimientos y habilidades que les permitan no solo competir, sino ganar en un mundo globalizado”. Durante el ciclo escolar 2008-2009 se distribuyeron 200 millones de LTG para preescolar, primaria, secundaria y telesecundaria. El Programa Nacional de Educación 2001-2006 subrayaba la necesidad de incorporar las nuevas tecnologías al proyecto educativo, con lo que se lanza el programa Enciclomedia.

Si bien la diversidad de los mexicanos es más evidente que nunca, esta no es tomada en cuenta, ya que los indígenas son prácticamente invisibles; en estos nuevos LTG se considera que las diferencias producen un riesgo de desadaptación social. En 2008 aparecen los textos para el programa de Educación Cívica, los cuales reflejan lo que para la SEP es el comportamiento de un buen ciudadano mexicano, y se abordan temas como la diversidad, las tradiciones y el medio ambiente, en tanto que la lucha de las mujeres por la igualdad y por sus derechos no recibe atención, aunque se percibe un trato reflexionado sobre el tema de la discriminación; se rompe con el discurso nacionalista emanado de la Revolución y la ley aparece como único referente de unidad; ya no se presenta un discurso homogéneo del pasado, el presente y el futuro, sino que se advierte una visión fragmentaria.

En los LTG de esta reforma se presenta un mexicano homogéneo, más ambiguo que mestizo, diferente solo por talla, medidas y ropa; no se ofrecen las herramientas básicas para actuar democráticamente, todo se reduce a la moral privada, la tolerancia individual, las buenas intenciones y la obediencia. En ellos se educa a los ciudadanos para ser receptores y no actores de la vida política y, en todo caso, les ayudan a estar preparados para ser funcionarios de casilla en caso de salir sorteados; en estos libros se encuentra un claro retroceso del nacionalismo mexicano y una desaparición de un presente nacional que incluye retos y conflictos; las contradicciones y las diferencias encontradas indican que los contenidos no obedecen a una idea clara de qué tipo de ciudadanos es el que el gobierno quiere fomentar. El valor democrático fundamental que se presenta es la tolerancia, pero una tolerancia sin métodos, sin promoción de capacidades críticas y sin conciencia histórica.

La autora menciona que el primer tiraje de LTG en 1960 fue de 17 millones, y 50 años después se han editado cinco mil millones de libros. Por su duración y amplitud, este proyecto representa un enorme esfuerzo nacionalista que ningún otro país en el mundo realiza. A pesar de este logro cuantitativo, existen vacíos innegables: las herramientas proporcionadas en dichos libros no se reflejan en las tasas de desempleo, los niveles de pobreza, el gran número de jóvenes que no estudian, no trabajan y no cuentan con un plan de jubilación, además de la falta de formación ciudadana reflejada en hechos como la tasa de homicidios en México, que representa el doble del promedio mundial.

La autora propone seis estrategias para una educación ciudadana, a partir del análisis de las reformas a los LTG:

  1. Apropiación de la lengua: enseñar a leer y escribir, además de ofrecer la posibilidad, a todos los niños, de aprender una lengua indígena así como inglés, ya que apropiarnos del lenguaje implica conocerlo, usarlo, leerlo y escribirlo, lo cual constituye además una vía de unidad nacional.
  2. Dignificación de los maestros, dignificación de todos: los maestros son el sector central de la educación, ya que sin ellos los LTG no tienen razón de ser. El maestro debe ser respetado como valioso e indispensable para la formación ciudadana.
  3. Tecnología para pensar: el abuso no meditado de la tecnología complica la tarea educativa; es necesario que su uso no esté subordinado a los intereses del mercado.
  4. El mestizaje productivo: entendido como la creación de una gama de diversidad social y cultural surgido del diálogo entre sujetos diferentes, lo cual produce nuevos conocimientos. Los LTG deben proporcionar las herramientas para que los ciudadanos aprendan a expresarse, argumentar, debatir, negociar, llegar a acuerdos dialogando para vivir en paz, y promover la creatividad para resolver problemas globales.
  5. La transversalidad de la educación ciudadana: es necesario cuestionarse qué aportan el total de las asignaturas para formar buenos ciudadanos que aprendan a actuar en el espacio compartido.
  6. La imagen de la educación: es necesario que se adopte una política de la imagen que parta de la educación ciudadana y se extienda a los medios de comunicación masiva y que sea la misma que aparezca en los LTG, y que deberá coincidir con el ciudadano del México de hoy.

La asignatura ciudadana en las cuatro grandes reformas del LTG en México si bien presenta un recorrido histórico por el desarrollo y las transformaciones de los LTG, también propone una serie de estrategias que, a consideración de la autora, permitirían enriquecerlos con el propósito de lograr uno de los objetivos educativos de la formación inicial: una educación ciudadana.

Corona, Sarah (2015). La asignatura ciudadana en las cuatro grandes reformas del LTG en México (1959-2010). México: Siglo XXI.


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