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Los espacios públicos culturales

Elvia Rosa Velasco Covarrubias

De acuerdo con Jordi Borja (2011), el espacio público es un concepto jurídico: un espacio sometido a una regulación específica por parte de la administración pública, que posee la facultad de dominio del suelo y que garantiza su accesibilidad a todos y fija las condiciones de su utilización y de instalación de actividades.

El espacio público moderno proviene de la separación legal entre la propiedad privada urbana (expresada en el catastro y vinculada normalmente al derecho de edificar) y la propiedad pública (o dominio público por subrogación normativa o por adquisición de derecho mediante cesión) que normalmente supone reservar este suelo libre de construcciones (excepto equipamientos colectivos y servicios públicos) y cuyo destino son usos sociales característicos de la vida urbana (esparcimiento, actos colectivos, movilidad, actividades culturales y a veces comerciales, referentes simbólicos monumentales, etc.). (Borja, 2011: 2, en Ciudadanía y espacio público).

Para la definición de cultura partimos de la asumida por la UNESCO en la reunión de México en 1982: “En su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. (MUNDIACULT, México, 1982).

Con base en esa definición, el adjetivo cultural se refiere (en el contexto del espacio público) a las interacciones comunes de un grupo de individuos, entre ellos, otros grupos y los objetos que ambos producen.

Qué son los espacios públicos culturales

El espacio público cultural es a la vez el ámbito territorial necesario para el desarrollo de las colectividades y los pueblos, se expresa mediante sus modos de vida, costumbres, tradiciones, grado de desarrollo artístico, científico, industrial; además, es el sitio al que asisten las personas para participar de sus aficiones o para presenciar un espectáculo u otra actividad semejante.

Los espacios públicos son lugares que pueden ser compartidos por todos los sectores de la sociedad, aun cuando se tengan actividades diferentes. Un espacio público cultural es el punto de encuentro y de intercambio social, de identificación de los ciudadanos, de manifestaciones políticas, sociales, académicas, artísticas, científicas, espirituales, recreativas, de contacto entre la gente, de vida urbana y de expresión comunitaria.

El espacio público cultural comprende todas aquellas áreas de servicio y uso común como son plazas, avenidas, calles, parques, museos, bibliotecas, iglesias, unidades deportivas, bosques, lagos, inmuebles antiguos y edificios modernos que constituyen un patrimonio cultural, natural, histórico y arquitectónico; los espacios públicos culturales están destinados a la satisfacción de necesidades colectivas, en ellos es posible la integración social y se pueden encontrar los elementos de identidad y arraigo, pues está sustentado en los valores culturales e históricos que la comunidad le otorga como parte de su identidad y pertenencia social.

“Los ‘lugares resultan triplemente’ simbólicos. Un lugar establece una relación de complementariedad entre dos seres o dos realidades. Primero, se establece una relación entre uno consigo mismo; segundo, entre uno mismo y los demás ocupantes o visitantes del lugar; tercero, entre los individuos presentes y su historia común. Las tres relaciones producen lugares de identidad, ya que los individuos se reconocen y se definen en virtud de ellos; además, encuentran vínculos que los unen con los demás y, finalmente, establecen con los objetos físicos, formas, colores, edificios, relaciones de filiación o una historia que los une” (Augé, 1995).

Los espacios son transformados por sus ocupantes, el que un sitio tenga o no sentido depende de sus ocupantes. Cabe destacar que actualmente las iglesias han cobrado un papel social muy importante al adoptar funciones de apoyo como intermediarias entre diferentes grupos; ejemplos como la protección a los inmigrantes centroamericanos que transitan por nuestro territorio, o la orientación y organización de las sociedades religiosas hacia las necesidades de los mexicanos que radican en los Estados Unidos para facilitarles la adaptación, dan cuenta de la nueva significación que éstas van adquiriendo para las personas. Las iglesias están trascendiendo el hecho de servir solamente como edificios dedicados al culto religioso para transformarse en verdaderos territorios de identidad.

Nuestro país padece en la actualidad una crisis de utilización de los espacios públicos, principalmente en las grandes ciudades, esto influye en la percepción que las personas tienen del entorno, su funcionalidad, limpieza, seguridad.

Existe una relajación del marco de la legalidad en relación a estos lugares, se hace palpable en varias situaciones, por ejemplo, en la invasión de los comerciantes informales o ambulantes, quienes dejan basura y residuos de difícil degradación, incluso llegan a producir daños arquitectónicos en inmuebles históricos patrimoniales; los grupos de franeleros, limpiadores de autos e incluso pandillas se van apropiando de parques, unidades deportivas, calles y avenidas, atemorizando a los vecinos y a los visitantes, quienes prefieren salir solamente en horarios específicos y a lugares vigilados. El deterioro de los lugares es aprovechado por las “mafias”, pues si el espacio público se mantiene en mal estado y sin vigilancia, es sitio propicio para volverlo territorio a su disposición.

Otro problema palpable de los espacios públicos culturales es la falta de gestión o desaprovechamiento de la infraestructura para promover actividades artísticas culturales que pudieran redundar en la cohesión social, la formación de públicos, entre variadas acciones susceptibles de realizarse. La inversión económica necesaria para la contratación y el traslado de grupos artísticos es una de las razones que las autoridades sustentan al respecto, además se requiere inversión para limpiar y acondicionar los espacios. Sin embargo no profundizaremos en este tema por no ser el ámbito del presente trabajo.

Los inmuebles históricos o los sitios emblemáticos se han venido degradando paulatinamente por el paso del tiempo, por la contaminación que se vive en las ciudades más grandes del país, pero también por el abandono, sea por falta de recursos materiales para mantenerlos o por desconocimiento de cómo cuidarlos, protegerlos y preservarlos. El deterioro creciente de la infraestructura puede hacer muy difícil la recuperación de estos inmuebles. Así, las familias que vivían en las zonas céntricas cambian su residencia a lugares con mejores condiciones ambientales, mejores servicios y mayor seguridad. Las viviendas o edificios se van sustituyendo por tiendas, talleres, bodegas y oficinas, las calles son invadidas por vehículos estacionados incluso sobre las banquetas, fenómeno que se ha denominado como la cultura del automóvil, por el excesivo número de vehículos que circulan por las calles de las ciudades en detrimento de los peatones y de los ciclistas.

La creciente y excesiva contaminación: ambiental, sonora y visual; el caos vial, la negligencia de las autoridades, la degradación, la indiferencia, la destrucción de lo público en contraposición de lo privado.

Los puntos de reunión se van privatizando al hacer del centro comercial el sitio de reunión y esparcimiento, con su consecuente segregación al ser sólo para aquellos que cuenten con los recursos económicos para pagarlos.

En la mayoría de los municipios de los estados se carece de un plan integral de ciudad que permita combatir la atomización de los espacios públicos culturales y generar las condiciones para su apropiación, a partir de reconocer la centralidad que puede tener el barrio o la colonia.

La estrategia social de rescatar el espacio público es la oportunidad de reorganizar al sitio urbano y dignificar zonas marginadas y áreas de recreación, lo que ayudaría a reducir la conflictividad social, para ello será fundamental mejorar el entorno y el desarrollo comunitario, aspectos que pueden contribuir a superar la pobreza urbana.

La crisis de los espacios públicos sólo puede superarse con la voluntad participativa, con proyectos que hagan subjetivamente suyos las comunidades, basados en sus valores culturales y su sentido de pertenencia al lugar como punto de acción comunicativa, de cohesión solidaria y por supuesto de esparcimiento y armonía con los otros y con el medio ambiente.

Es necesario preservar los espacios que representan una fuerte carga histórica, artística o simbólica y si el deterioro es mayor debe ser salvado o rescatado.

Esta necesidad de rescate de los espacios públicos culturales no debe confundirse con el proyecto federal que se implementó desde el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) y que se denomina “Rescate de espacios públicos”, que con algunas modificaciones el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) seguirá implementando. Este programa promueve la realización de acciones sociales y de obras físicas para rehabilitar sitios de encuentro comunitario, de interacción social cotidiana y de recreación. Es exclusivamente para localidades urbanas que estén integradas físicamente a las zonas metropolitanas; el apoyo es económico y exclusivo para remodelar espacios públicos deteriorados o abandonados, para luego devolverlos a las familias y vecinos como lugares apropiados y seguros para jugar, hacer deporte y convivir. Para acceder a los recursos económicos es necesario presentar proyectos y planes de acción en cualquiera de las siguientes dos modalidades:

  1. Participación social y seguridad comunitaria
  2. Consiste en presentar proyectos orientados a la promoción y utilización de espacios para fortalecer el sentido de pertenencia; desarrollar actividades cívicas, artístico-culturales y deportivas para el aprovechamiento del tiempo libre y la recreación.

    Deben apoyarse en la comunidad para la instrumentación de estrategias; se deben impulsar la conformación de redes sociales, comités vecinales y de contraloría social como formas de organización que favorezcan la promoción y el cuidado del espacio público y la seguridad vecinal, se debe incentivar la elaboración de planes y estudios que contribuyan al diagnóstico y evaluación de la situación de inseguridad y violencia.

  3. Mejoramiento físico de los espacios públicos
  4. Proyectos orientados a construir, remozar, habilitar o rehabilitar plazas, espacios deportivos y otros espacios públicos de uso comunitario donde se realicen actividades recreativas y culturales, con adaptaciones para personas con capacidades diferentes; mejorar el alumbrado público, las banquetas y otras obras que brinden habitabilidad; construir, dotar o rehabilitar el mobiliario urbano para mejorar las vías y accesos, establecer rutas, senderos y paraderos seguros para los peatones.

Si bien el proyecto federal en comento no es la única solución de los crecientes problemas de los espacios públicos, es una iniciativa importante que puede ser un detonante de la participación ciudadana, pues son los ciudadanos quienes finalmente darán directriz a los cambios que sus espacios públicos requieran.

En los espacios públicos culturales encontramos memoria, significados, referentes sociales, espirituales y también referentes económicos. Las ciudades son un conjunto de evidencias y entre las más “elocuentes” encontramos los inmuebles históricos. Los edificios históricos son en la actualidad instrumentos de relación y verificación del conocimiento sobre el proceso de transformación del hombre, desde el pasado hasta el presente.

El libre acceso es parte de la condición de los espacios públicos culturales, sin embargo (sobre todo los edificios históricos) se puede poner en riesgo su mantenimiento y preservación, en este sentido, se debe tener mucho cuidado pues hasta el turismo con su derrama económica puede constituir un peligro de deterioro o daño, si no se cuenta con procedimientos claros que indiquen a los visitantes cómo conducirse.

Los espacios públicos culturales son susceptibles al deterioro y al olvido, a veces por políticas públicas que ponen de lado la necesidad de preservación; otras por el “avance del desarrollo urbano” que exige su trasformación o su completa desaparición.

Cuando el espacio público ya no cumple con su destino original es posible su transformación de acuerdo a las necesidades sociales, generalmente se requerirá la validación de las autoridades para darle un nuevo destino o prestar un servicio diferente, pero invariablemente deberá satisfacer lo que la comunidad demande.

Al cambiar el uso de ciertos espacios se puede disminuir el deterioro, pero fundamentalmente puede inducirse a las personas para que de forma racional y emotiva contribuyan al buen cuidado del espacio público cultural.

Referencias bibliográficas

Augé, Marc (1995). Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la
    sobremodernidad
. Barcelona: Gedisa.
Borja, Jordi (1998). “Ciudadanía y espacio público”. Publicado en VVAA, Ciutat real,
    ciutat ideal. Significat i funció a l’espai urbà modern. Urbanitats
núm. 7. Centro de
    Cultura Contemporánea de Barcelona. Documento PDF.
Fortuny, Patricia, y Philip J. Williams (2008) “Iglesias y espacios públicos. Lugares de
    identidad de mexicanos en Metro Atlanta”. En Trayectorias, volumen X, núm. 26.
    Enero-junio.

Elvia Rosa Velasco Covarrubias María Dolores García Pérez Juan Manuel Ortega Partida
Yésica Cecilia Núñez Berber
Juan Castañeda Jiménez Luis Rico Chávez Juan Manuel Ortega Partida
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