Violencia escolar

En un mundo globalizado, la sociedad civil reconoce que ciertos paradigmas carecen de validez para la sana convivencia. Por tanto, da importancia a situaciones adversas que, antaño, se consideraban intrascendentes o formaban parte de la vida cotidiana de la sociedad.

En este contexto, la violencia escolar, mejor conocida como bullying, se trata de erradicar en de las instituciones de carácter público y privado, por lo que después de varios años organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha dedicado a indagar lo relacionado con la violencia dentro de las instituciones escolares.

La violencia implica una relación inequitativa en el ejercicio del poder, la cual frecuentemente es física, y se fundamenta en aspectos socioculturales que generan otro tipo de violencia: simbólica, emocional, sexual, económica o psicológica, con repercusiones en el comportamiento del joven dentro y fuera del escenario educativo.

El joven violentado vive exclusión, falta de oportunidades y desigualdad, lo cual incrementa el riesgo de violencia social, pues se contribuye al pesimismo, sentimiento de vulnerabilidad, resentimiento social e inhibe la visión de futuro.

Esta tendencia a la violencia, y su posible corolario: acceso a armas y drogas, impunidad, existencia de redes criminales lucrativas, debilidad de las instituciones de justicia, así como el manejo de los medios de comunicación de los hechos criminales, deriva además en una promoción educativa poco coherente y pertinente, provocada, entre otras causas, por el hecho de que los jóvenes de nuestra sociedad del siglo XXI, carece de espacios adecuados, sanos, para el uso del tiempo libre y para trabajar los valores universales.

Con el fin de considerar algunos aspectos del problema, las autoras realizaron un sondeo en un contexto escolar de nivel de secundaria en el estado de Jalisco para detectar casos de jóvenes que sufren violencia o acoso escolar. Se revisó la normatividad que considera tales situaciones, tanto a nivel estatal como nacional e internacional.

La violencia o acoso escolar, también llamado bullying, es un fenómeno generalizado a nivel internacional, el cual se puede sufrir desde la niñez hasta la edad adulta. Se han documentado casos de jóvenes que se han suicidado por ser víctimas de actos violentos ocurridos dentro de la escuela.

Pobreza, falta de alimentación, alcoholismo, drogadicción, desempleo, bajos ingresos, inseguridad, salud en riesgo, rezago y abandono… corresponden a una dinámica familiar poco favorable para la sana convivencia entre sus integrantes y deriva en violencia física y emocional, las cuales son generalmente identificadas como causas de la violencia escolar, pero a la vez deben considerarse como factores que recurren a la generación de la misma, manifestándose, ya sea material o simbólicamente, a través de los golpes o de la segregación.

Hasta el momento, pocas instituciones públicas o privadas han realizado estudios nacionales o regionales para dimensionar el fenómeno en cualquier nivel educativo en nuestro país, como si se tratara de un suceso inédito, lo cual en realidad es falso. Se requiere que tanto las políticas públicas como las educativas se interesen, aporten presupuesto, realicen acciones que se conviertan en estrategias para erradicar la violencia escolar.

En Jalisco el Congreso del Estado estableció, en el 2011, los parámetros de conducta para estudiantes, directivos, maestros, personal administrativo y de apoyo. En caso de incumplirlos, se harían acreedores a las sanciones señaladas en ese acuerdo.

Por su parte, los padres de familia se consideran en un estado de impotencia por la violencia que sus hijos sufran dentro de la escuela, y ante una situación que califican como preocupante, exigen a las instituciones educativas que esta problemática se resuelva a la brevedad posible.

Algunos, según sus posiblidades, tratan de solucionarlo: llevan a sus hijos al psicólogo. En otros casos, los padres colaboran de forma negativa: contribuyen a la generación de la violencia, ya que en lugar de apoyar las acciones que se llevan a cabo dentro de la escuela, aconsejan a sus hijos a defenderse: “No te dejes, pégale”. Por tanto, mientras existan acosadores y padres de familia con estos puntos de vista, el problema tardará más tiempo en solucionarse.

Plascencia y Peña (2011) recabaron información obtenida en un estudio indagatorio, en el cual los jóvenes exigen que se aplique la ley, y solicitan también atención psicológica, vigilancia tanto interna como externa, aplicación de sanciones al momento, cárcel a acosadores, respeto, fin a la corrupción, protección, seguridad, respeto a la denuncia y que los padres cuiden y eduquen a sus hijos.


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