¿Es posible cambiar?

Según Erickson, nos movemos en tres niveles: a) el intelectual, b) el emocional y c) el motriz (del movimiento). Para cambiar, no es imprescindible la intervención intelectual, o al menos no la consciente. Aunque el bebé no pueda pronunciar palabras, sí puede reaccionar a ellas y lo hace porque a cualquier edad y circunstancia el ser humano está “dotado de función simbólica”, es decir, desde su origen es un ser de contactos. Entonces, “el cambio proviene de su interior y no de la directiva del terapeuta” (ib., 17) aunque siempre será necesario que alguien lo escuche como se debe. Suele ser necesario el soporte de alguien mientras se desarrolla la seguridad necesaria para seguir solo. Alguien a quien le atribuyamos conocimiento y sintamos que es capaz de orientarnos en esa tarea. Cuando se habla de cambio ordinariamente se piensa en un terapeuta o alguien con características semejantes.


Entonces, a) el cambio puede darse si no se duda en que éste es posible; b) ese creer sin dudar se apoya en alguien que, para el protagonista del cambio, sea confiable: terapeuta, gurú, sacerdote, etc., y c) el cambio procede de la misma persona que quiere cambiar y no de quien lo apoya o sostiene durante ese proceso.


Referencias
Chopra, D. (1998). Las siete leyes espirituales del éxito. Una guía práctica para la realización de tus sueños. México: Edivisión-Compañía Editorial.
Ledoux, M. H. (1990). Introducción a la obra de Françoise Dolto (J. Catelló, trans.). Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Watzlawick, P. (1980). El lenguaje del cambio. Nueva técnica de la comunicación terapéutica. Barcelona: Editorial Herder.
Zeig, J. K. (1980). Un seminario didáctico con Milton H. Erickson (L. Wolfson, trans.). Buenos Aires: Amorrortu Editores.

 

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