El cuento popular como material didáctico

Notemos que al solicitar al alumno establecer las secuencias (a partir de las funciones) y elaborar de manera esquemática el planteamiento de la historia lo obligamos a entender el cuento en conjunto, a elaborar una síntesis y redactar el resultado de su reflexión.

De cualquier manera, como señalamos, las funciones pueden ayudarnos a establecer las secuencias de un cuento popular, pero no con el detalle suficiente para aprovecharlo como auxiliar didáctico, de ahí que recurramos a este esquema de Presentación-Desarrollo-Clímax-Desenlace. Durante las sesiones del curso, además, nos valimos de tres conceptos que Teun van Dijk define en Estructuras y funciones del discurso, que quizá desarrollemos en otra ocasión dada su utilidad didáctica. Aquí sólo anotamos que los verbos resultan un excelente auxiliar para el establecimiento de las secuencias, sobre todo por su vinculación con las acciones de los personajes.

Comentarios de textos
Nos parece fuera de discusión la utilidad y, sobre todo, la importancia de fomentar la lectura en el salón de clases. En primer lugar, por el valor implícito que tiene en sí misma, pero también por su valor didáctico en la enseñanza de diversos temas del español (hoy disfrazado de “competencia en comunicación”) y de la literatura.

Para aventurar un intento de análisis de textos (que la mayoría de las veces no pasa de un mero comentario) se requiere estar al tanto de la capacidad y del interés del grupo. Desde luego, el profesor debe tener presente que la lectura no es artículo de primera necesidad no sólo en nuestra sociedad analfabeta, sino incluso en nuestras aulas. Por tanto hay que proceder con tiento, sin precipitaciones pero sin bajar tanto el ritmo que despierte los bostezos de los estudiantes.

Nuestra primera recomendación, como diría el infaltable Perogrullo, es conducir a los estudiantes a descubrir lo más evidente. Durante el curso con esto fue precisamente con lo que nos topamos: la función que Propp denomina “ausencia” aparece desde el inicio, cuando la madrastra envía a la joven a visitar a la bruja Baba-Yaga; más adelante, la “primera función del donante”, que consiste en poner a prueba al héroe para hacerse merecedor de recibir un auxilio mágico, ocurre cuando la muchacha entrega obsequios a los sirvientes de la bruja; uno de ellos (un gato), agradecido, le entrega un peine y una toalla que se transformarán en un bosque y un lago que obstruirán la persecución de la bruja.

Bastante evidente, también, en los cuentos populares, es la relación entre los personajes y su caracterización, muy elemental. Según el enfoque o la tipología que se elija para definirlos (lo cual se le debe aclarar al estudiante, para evitar confusiones), encontramos a los protagonistas: la muchacha huérfana (heroína) y la bruja Baba-Yaga (la villana); el papá y la tía de la muchacha serían ayudantes de la muchacha, y el resto: la criada, el gato, los perros, el álamo, la cancela, que son sirvientes de la bruja, al final serán ayudantes de la muchacha. Observemos que esta historia pone el énfasis en el villano (véase el título; este tipo de detalles debe aprovecharlos el maestro para estimular la imaginación del estudiante: ¿por qué este énfasis? ¿Por qué no mencionar a la protagonista?).

También desde el inicio descubrimos que tanto la apertura como el cierre se apegan al esquema tradicional de los cuentos populares: “Vivía en otros tiempos…” y “los dos vivieron en paz muchos años felices”. Esta clase de detalles permiten explayarse, a un maestro interesado en avivar la curiosidad intelectual de sus estudiantes, en discusiones y comentarios sobre la importancia de la literatura y sus conceptos básicos.

Para definir a los personajes recomendamos recorrer dos rutas: lo que el narrador define específicamente y lo que deducimos a partir de las acciones. En “La bruja Baba-Yaga” tenemos: Madrastra: malvada y envidiosa; muchacha (huérfana): obediente, astuta y generosa; Baba-Yaga: tiene “piernas huesosas”, es mezquina y de mal carácter. Los alumnos, por sí mismos, deben ser capaces de establecer estas características, pero es necesario obligarlos a ir más allá de esta mera superficialidad.

Los bachilleres, además, deben entender que tales rasgos resultan fundamentales para el desarrollo de las acciones, ya que el carácter de los personajes permite que la historia transcurra en un sentido y no en otro; si la muchacha no fuera lista, no habría ido a pedir consejo a su tía paterna y la bruja se la hubiera comido; si la bruja no fuera mezquina y maltratara a sus sirvientes, éstos no hubieran recibido con agradecimiento los regalos de la muchacha y no la hubieran ayudado; si el padre hubiera escuchado a su nueva mujer en lugar de creer en su hija, no habría corrido a la madrastra malvada y no tendríamos final feliz ni el malvado hubiera recibido su castigo. Insistimos: estos detalles tan elementales debe aprovecharlos el profesor para intentar análisis de obras literarias más complejas.

El maestro debe enfatizar la necesidad de que los estudiantes sean muy meticulosos (observadores) para descubrir los “significados ocultos” de las acciones. Por ejemplo, cuando la muchacha pide consejo a su tía, ésta tiene dos opciones: dárselo o no. Su elección nos habla de su carácter: si no diera ese consejo, podríamos pensar que es egoísta, o que le tiene miedo a la bruja, o que no quiere o no se preocupa por su sobrina; pero como sí lo da, entonces hay que pensar lo contrario: que sí quiere a su sobrina, que es generosa… Este detalle, por supuesto, está implícito en la acción que se describe y el lector debe deducirlo por sí mismo.

Con esa misma meticulosidad no se debe pasar por alto el hecho de que sucesos aparentemente triviales permiten que ocurra la historia: la envidia de la madrastra, el pedazo de jamón que la muchacha da al gato, la necesidad del padre de encontrar pareja…

Una última nota que sin duda será parte de la discusión (fue tema de nuestro curso): la interrelación de los elementos de la obra están estructurados, es decir, conforman una trama indisoluble. Si hablamos de un elemento de la narración éste nos remitirá a los demás, ya que las acciones de los personajes dependen de su carácter; los personajes se mueven en un espacio específico y no en otro. Todos los elementos del cuento se complementan y se explican unos a otros.

 

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