La luna perforada
aspira la noche
Pliegues en las lágrimas
al filo del alba
Un círculo se cierra
entre nosotros.
Aspirantes
a chispas
en ojos camuflados
Mordazas
los colgajos
En los puntos suspensivos
contenido
un relincho
La mujer desbocada
sin embargo
muta.
Atraviesa
improperios
En la mendacidad
los atavismos
se descuelgan
Bastarda
agoniza
esa mujer.
Una voz
despelleja
palabras
Se cuartean
los
sonidos
Un hilo viviente
acogotado
en un goce
seco.
El orgullo
despedido, por el cansancio
redimensiona, o bien captura
las miradas
y es postergado
discontinuado
el desencanto.
La porosidad de la siesta
envuelve la tarde
En el jardín, la pequeña Justina
pisotea lombrices
Mientras adormilado,
vanamente Francisco
ahuyenta mosquitos
con el repasador.