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Cotidianas

Los muchos caminos a casa

Margarita Hernández Contreras


Recuerdo que una vez en psicoterapia le dije a mi loquero que a veces siento como si en mi cabeza hubiese un congreso o conferencia donde muchas voces hablan y discuten cualquier tema que me apura en la vida. Inocentemente le pregunté: “¿Crees que haya más de una Yo en mí?” Su rápida respuesta fue: “Bueno, por lo menos sabemos que mínimamente hay más de una tú”. No, no quiso decir que estuviera loca y que tuviera personalidades múltiples; me fui con la idea de que lo que quiso subrayar eran las numerosas contradicciones que definen a la neurótica que soy.

Traigo esto a colación porque el fin de semana pasado fui al Angelika Plano a ver la bella película A Separation. Al caminar de mi coche al cine, allí estaban ellas… mis voces. Todas hablábamos a la vez, muy contentas de la vida. A fin de mantenerme al tanto de todo lo que se tenía que decir, me di cuenta de que empecé a hablar a solas en voz alta. Una de las voces me sugería que bajara la voz porque los “normales” que me rodeaban me iban a “cachar” y tachar de loca, pero yo no podía hacerle caso. Todas estábamos muy contentas de encontrarnos reunidas otra vez.

Estábamos como de celebración porque yo me acababa de dar cuenta que últimamente mi pierna izquierda, la débil, la siento mucho más fuerte, tanto que ya no siento que me voy a caer con cada paso que doy. A veces tengo la audacia de caminar sin mi bastón para distancias muy cortas (como a la máquina de los dulces, a la que para empezar, claro, no debiera acercarme); o del baño en casa a mi reclinador vuelto cama. Muy infantil y displicente le respondo a mi marido cuando me insiste en que tome mi bastón: “¡No lo necesito!”, cosa que de corazón deseo y que estoy convencida llegará a ser.

Mis voces me felicitaron por lo fuerte y rápido que camino ahora; claro, la lentitud y la cojera son sumamente evidentes, pero la mejoría es algo que no estamos dispuestas a ignorar ni negar.

Luego, otro día llevé a mi hija a la que pronto será su preparatoria (high school) para que los futuros estudiantes conocieran los clubes y actividades extracurriculares a los que se podrán inscribir. Dada mi propia experiencia en las escuelas de Estados Unidos, yo estaba un poco nerviosa pero puedo decir que caminé fantásticamente bien. Sí, me cansé mucho pero quedé muy contenta conmigo misma.

El hecho de que estas voces hayan vuelto a resurgir y que para mí parecen individualidades muy distintivas, me hizo que también me diera cuenta que desde mi derrame cerebral de junio de 2008 se habían desaparecido por completo. Le comenté a mi marido que tal vez la parte del cerebro que se me murió esa noche de junio era donde mis voces habían vivido y que finalmente habían encontrado nuevos caminos neuronales que las llevaban a casa.

Ojalá así sea, porque eso quiere decir que mi cerebro de seguro está furiosa y desesperadamente trabajando en pos de recuperar su potestad sobre mis miembros izquierdos.

Literalmente: Ojalá.


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