Yo sé que no me van a creer y pensarán que es un mito de América. Pero en la calle que va al Polideportivo de Tamanes, hace ya más de 15 años, sentía que alguien me seguía, la piel se me erizaba. Volví a ver a todos lados, la calle no era adoquinada, ni había tantas luminarias como en el tiempo actual. Me tocaba llegar hasta la casa, y tres cuadras eran las más oscuras. En los árboles de mamón miré el bulto sin distinguirlo. La rama se sacudía violentamente. Yo crucé el cerco de alambre. No es que crea en esas cosas, quizás alguna coincidencia. Pero algunos pobladores han dicho que una mona bruja se pasea por las copas de árboles del barrio Las Canoas.
Para los tiempos de las haciendas en los alrededores de Juigalpa, los dueños vivían en el poblado que distaba de algunas calles; casas de adobe y tejas. El río Mayales pasa de noroeste a suroeste de lo que hoy es la actual ciudad. Algunos pases del río en las madrugadas, cuentan los ancianos, eran apetecidos por aquellos seres con cuerpo deslumbrante de mujer, cabellera larga y cara de caballo.
Las señoras pasaban acompañando a sus esposos montados en caballos, rezando el rosario, mientras aquellos seres hacendosos lavaban ropa interminablemente en las madrugadas de principios del siglo pasado.
La casa estuvo abandonada durante más de diez años. Hasta que me la ofrecieron en venta. Y también estuvo abandonada por algunos años más, hasta que tuve dinero para botar la casa de madera y construir una de concreto. Tenía muchas ilusiones de vivir en ella, y poco a poco con esfuerzo le fui dando forma de mi casa soñada. La primera vez que llegué a dormir, a eso de la una de la madrugada, lo escuché claramente.
—¡Ándate!
No había nadie dentro de ella, más que yo. Las veces que me logré quedar era una lucha constante entre aquel espíritu y mi persona. Ya no vivo en ella. Pero el espíritu continúa creyendo que la casa es de él. Mi primo me contó que a veces las cosas se mueven y hasta el cuadro de un cristo crucificado es aventado contra el suelo. Algunos inquilinos han sentido su presencia, pero yo siempre lo niego.