Nuestro agradecimiento al doctor Miguel Ángel Cosío Amaral,
por facilitar parte del material para la realización de este artículo
En el año 2016, en el transcurso de una serie de remodelaciones en la Preparatoria 2 de la Universidad de Guadalajara, un maestro posa su mirada en un muro del auditorio y, con el temor de que se volvieran un recuerdo sepultado, externa su sospecha de que en las paredes parecía haber fósiles.
Este detalle fue confirmado por dos investigadores del Museo de Paleontología de Guadalajara, quienes acudieron al llamado del profesor, el cual estaba interesado en proteger los fósiles y procurar que no fueran cubiertos bajo capas de cal y cemento, como pretendían las autoridades de la escuela.
Ricardo H. Agilar, jefe del Departamento de Curaduría del museo, expuso en el reporte emitido tras la exploración in situ: “Se observaron lozas fosilíferas de un muro del auditorio ‘Lic. Carlos Ramírez Ladewig’ de la Preparatoria No. 2 de la Universidad de Guadalajara. Dicho muro está recubierto de lozas tratadas de origen comercial, en las cuales se pueden apreciar varios fósiles directos e impresiones de hojas de plantas vasculares. Asimismo, destacan algunas lozas que contienen estructuras que asemejan, a simple vista, tubos calcáreos posiblemente correspondientes a poliquetos serpúlidos o gasterópodos vermétidos. Un análisis más detallado facilitaría la determinación más certera de los ejemplares”.
Las leyes protegen el material paleontológico mexicano, añadió el investigador en entrevista, pero, desgraciadamente, no es raro encontrar construcciones con lajas fosilíferas, incluso se pueden observar en el piso de la plaza Centro Magno, menciona como ejemplo.
El oficio emitido por el museo asienta que “no es posible proteger [los fósiles] conforme a la ley, ya que no es posible asegurar su procedencia nacional. Pero no por ello carecen de una importancia implícita como un elemento cultural que presenta valiosos aportes didácticos y diversas posibilidades de estudio científico por parte de los especialistas del Museo de Paleontología. Por lo que se recomienda que el acervo paleontológico localizado en el auditorio sea dejado en su ubicación original”.
Lo anterior sucede, continúa, porque hay empresas que se dedican a vender baldosas con fósiles como material decorativo, por lo tanto, es difícil determinar su procedencia como patrimonio mexicano, ya que es más común que otros países permitan explotar canteras con esos fines.
Así que los fósiles no nacieron en la preparatoria, informa para ampliar el dictamen emitido en su momento; fue cuestión del arquitecto, quien decidió utilizar esas lajas para el edificio. Para protegerlos se tendría que rastrear en archivos y facturas con el objeto de determinar el yacimiento de origen del material.
Las observaciones preliminares no pueden especificar la especie de las plantas vasculares y serpúlidos, porque esto hubiera requerido de un estudio por separado de las lajas donde se metamorfosearon los fósiles.
Con el paso del tiempo, las nuevas administraciones pudieron olvidar el valor de los muros del auditorio, pero sin duda es un elemento cultural y podría tener funciones didácticas. ¿Cuántas generaciones de estudiantes nunca supieron que tenían fósiles en su escuela?
Ricardo H. Aguilar, biólogo que participó en la realización del reporte y a quien agradecemos sus atenciones durante nuestra visita al Museo de Paleontología de Guadalajara “Federico Solórzano Barreto”, comenta que nunca supo el desenlace de la historia, pero anima a las instituciones a ser conscientes de la importancia de conocer la procedencia de material como el señalado.
Podemos decir que es nuestra mirada la que construye los muros de nuestras realidades. La historia, las evidencias están ahí, pero son las personas las que, al verlas, les dan constancia y, asimismo, podemos utilizar herramientas como la fotografía que nos ayuden a captar objetos para la posteridad. No perdamos la curiosidad de leer la historia que nos ofrece nuestro entorno.