Artista esencialmente autodidacta, nace en la ciudad de Guadalajara en 1963. De corte surrealista, su obra ha sido expuesta en México y en el extranjero, contando con más de 350 exposiciones.
El onírico-lúdico mundo surrealista de Ignacio Guerrero, evoca parajes ocultos en los caminos de lo imposible, el vuelo de un ave, una jaula, caballos, sirenas, hombres y mujeres en plena metamorfosis cuasikafkianas nos muestran elementos comunes en ese extraño mundo creado desde lo recóndito de sus pinceles, embebidos en óleos y acrílicos que embadurnan de poesía sus lienzos.
La obra pictórica de Ignacio Guerrero es sorprendente por el rigor de su belleza. El colorido y la capacidad de figurar espacios, cuerpos y palpitares impregnados de energía deslumbran a cualquiera que los contemple; ante este simple hecho ninguno puede sustraerse del encanto provocado frente al permiso de indagar en el universo de la ensoñación, paraíso idílico imposible de habitar.
Nuestro folclore es el mejor pretexto encontrado por el autor para extraer la tonalidad de nuestra tierra mexicana, el matiz de las pasiones románticas y la figuración de lo utópico, brindándonos el resultado de su magia que impacta también por la hibridez de los componentes culturales, característica vigorosa e imprescindible de nuestros artistas.
Los espacios arquitectónicos son fracturados deliberadamente por ingredientes ilógicos a fin de maravillarnos. Las frutas tropicales son habitadas como recintos; y las aves, caballos y personajes gozan de metamorfosis quimérica.
Gracias a su capacidad creativa, el autor nos otorga el placer de la contemplación estética de lo ilusorio, de la pradera que conduce al país de lo ideal, donde podemos rescatarnos, por breves momentos, de la rudeza de lo real.
Es así como Ignacio Guerrero, reconocido pintor de México y con presencia en el extranjero, contribuye con técnica precisa en el complejo y delicado arte de plasmar, en la blancura de los lienzos, fragmentos del vasto color figurativo del universo imaginario.