Conclusiones
A partir de la década de los 90 del siglo XX, el debate sobre el desarrollo de la educación superior es la constante por la modernización, sea desde un enfoque eficientista de la planeación y elevación del rendimiento de los recursos invertidos a partir de estándares de internacionalización, o bien, a partir del auge de reformas de corte académico-social, desde el cual se instrumentan lineamientos para una racionalidad tecnocrática de su administración, para mantener o lograr su acreditación.

La visión y acción de las políticas de planeación que se proyecta para el año 2020 presume la existencia de un sistema de educación superior vigoroso, en donde las universidades públicas realizarán sus funciones sustantivas de formación de profesionales e investigadores, de generación y aplicación de conocimientos y de extensión y preservación de la cultura, en el marco de condiciones de calidad, pertinencia, cobertura y equidad, establecidos a partir de indicadores internacionales.

La modernización de la educación es la búsqueda por una mayor eficiencia con la menor inversión posible. El punto es, como en nuestro pasado reciente, hacer más con menos, dado que las aliadas fundamentales del crecimiento económico y la sustentabilidad son las instituciones de educación superior. El desafío es asegurar capital humano, capaz de poner en marcha las estrategias que demanda el capital, la inversión y la vida productiva en cuanto indicador de ganancia.

El reto de la sociedad del conocimiento es la apertura a nuevas formas de saber. Se demanda entonces un proceso de educación continua, en lugar de los saberes sólidos y esquematizados, la forma de relación entre los sujetos es ser colaborativo, en tanto que se elimina la dicotomía entre académicos y administrativos, la toma de decisiones no a partir de las certezas, sino de los riesgos calculados, un desarrollo de formación en competencias en lugar de saberes en sí mismos monopolizados por una disciplina, la atención personalizada, en lugar del establecimiento de un producto estándar de los saberes, esto es, se vuelca la necesidad de modos y metodologías de aprendizaje, más que de enseñanza.

Educar implica facilitar el acceso a una formación basada en la adquisición de conocimientos que permita el desarrollo de habilidades requeridas en la sociedad de la información. Habilidades como la selección y el procesamiento de la información, la autonomía como forma de aprendizaje experto, la capacidad para tomar decisiones, el trabajo en grupo, la polivalencia, la flexibilidad, son imprescindibles en los diferentes contextos sociales, mercado de trabajo, actividades culturales y vida social en general.

Los educadores y educandos debemos reconocer la sociedad en la que vivimos y los cambios que se generan para potenciar no sólo las competencias de grupos privilegiados, sino las competencias requeridas socialmente, así como las que le son particulares a los campos profesionales en los que coadyuvan dichos saberes.

La educación superior mejora las posibilidades individuales al dotar a los egresados de los conocimientos y las competencias transferibles básicas que necesitan para desempeñarse con éxito profesional altamente cualificadas. Es a través de planes y programas de estudio que reconozcan las dimensiones relacionadas a la pertinencia laboral, responsabilidad ética, los derechos humanos y la sustentabilidad como se podrá garantizar una calidad de vida, hoy considerada discursivamente como educación para la vida o para el buen vivir.


Bibliografía

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Notas
1 El paradigma nos sitúa y nos hace pertenecer a un grupo en el cual se comparte una forma de pensar e interpretar la realidad como totalidad pensada. Es una noción de orden epistemológico desde donde se explicitan los referentes de la teorización o ángulo de lectura desde el que se piensa dicho objeto, proceso o relación.

2 La racionalidad comprende el ángulo de lectura desde el cual se piensa y actúa. La razón instrumenta el saber y a partir de su explicación se hace uso del conocimiento, es por esto que se habla de que los sujetos somos gramaticales para ser.

3 La sociedad del conocimiento es aquella en donde los factores tradicionales que producen riqueza, tales como trabajo, capital y tierra, son inevitablemente acompañados por el de conocimiento, esto es, donde la generación de riqueza no es posible de ser pensada, sin la transformación del conocimiento como desarrollo tecnológico, que a su vez permite el manejo eficiente de la información y, valga la redundancia, del conocimiento, formando así un ciclo vertiginoso de desarrollo y producción de nuevos conocimientos.

4 La cobertura de los servicios educativos es una constante de las políticas educativas del país de los últimos 90 años. Con el triunfo de la Revolución Mexicana hemos festejado por casi un siglo las bondades de una política que amplía los servicios educativos. El reto de las instituciones de educación superior de los últimos años es el de ofrecer programas educativos pertinentes, pero sobre todo, donde la calidad sea el elemento esencial de la formación del nuevo profesional del programa educativo de que se trate.

5 A lo largo del siglo XX, las políticas acerca de la educación han cambiado repentinamente. Los sistemas educativos han tenido que adaptase a demandas sociales que ni siquiera eran previsibles en el siglo XIX, y sin embargo la educación presume un fuerte componente ideológico modernizador, mismo que se encuentra vinculado a un modelo de desarrollo económico y social de tipo capitalista, el que ha presentado de acuerdo a la correlación de fuerzas, ajustes a lo largo de los últimos 70 años que marcan una redefinición y readecuación del proyecto de modernización. Los gobiernos emanados de la revolución son modernos como lo son los del cambio, sin embargo no se conceptualiza de la misma manera dicha modernización.

6 Con fecha 20 de septiembre de 2011, el senado aprobó las modificaciones a los artículo 3 y 31 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que establecen la obligatoriedad de la educación media superior de manera gradual a partir del ciclo escolar 2012-2013, hasta lograr su cobertura total en todo el país a más tardar en el ciclo escolar 2021-2022.

7 La premisa básica del avance académico en el marco de la educación superior es el fortalecimiento de las capacidades de sus unidades académicas, a fin de desarrollar las funciones sustantivas. En consecuencia, todo proceso de innovación educativa implica la definición de líneas de investigación y procesos de internacionalización. Resultando prioritaria la transformación de los ambientes de aprendizaje desde los que se construyen las relaciones educativas, superando la obsoleta concepción del salón de clase como único espacio para aprender.