A Rogelio Juan: Foko
Tu cámara: memoria
la magnitud de tu mirada: red
pescador de lo instantáneo: esos fulgores en movimiento continuo
En imágenes —tu lenguaje— nos vuelves recuerdos
Abres la puerta del presente para que salga el pasado en el mañana
una y otra vez: siempre
aquel entonces en un ahora perdurable
Podremos asomarnos de nuevo —cada vez— a esos trocitos de eternidad
Instantes capturados
momentos que transitan por entre tus visiones
pedazos de realidades etéreas, oníricas
unas concretas pero sutiles, otras abstractas pero enclavadas en lo real
Piezas recopiladas desde lo intangible de la percepción
en lo sublime de la naturaleza / en el espíritu de una protesta / en la estética de lo humano
aparecen de la nada, desde su adentro, repentinas y diligentes sus fragmentadas dimensiones
caleidoscopios que giran —en tus colecciones— donde habita la fuerza del todo
Estallido de reminiscencias atrapadas antes de su caída en la evanescencia
Imágenes que son arte, que provienen de ciertos latidos cordiales:
trayectoria del corazón, precisión en movimiento
carambola lógica: mente-pensamiento-perspectiva: estampa
Nacen de una yema sensible
tus clics que retienen ocasiones: espacios congelados: amaneceres suspendidos
páramos inmóviles en el núcleo de su libertad
Fijas con tu lente ciertos añicos de nuestro tiempo: tatúas la actualidad: perfilas la identidad de tu época
esa realidad cambiante que con tu fotografía evitas que caiga en la noche de la desmemoria
Consolidas lo memorable-colectivo cuando das a luz imágenes de la historia
destrabas el compromiso con el mundo cuando vences al olvido
retratas
Desde la ventana veo cómo reptan las hojas doradas (hoy) hacia el este
muertas las hojas doradas se van (se ven) arrastradas
el viento indiferente las barre (ocres, amarillas) por la calle de mi barrio
Alegres las hojas muertas (doradas) juegan a ser remolinos en la banqueta de enfrente
Cientos (miles) de hojas secas saltan y ruedan en los jardines de pasto dorado
hay grupos que se amontonan en sus ribetes, una sobre otra (muchas) detrás de rosales pelones
se detienen de pronto pero pronto vuelven a rodar (y a saltar)
yéndose (todavía hacia el este) se han despedido de sus ramas, de sus árboles entumidos
Alguna se asoma a mi ventana (por un solo momento) adherida al cristal
Hay remolinos que las elevan (las trastornan) hasta una dimensión en la que no viven más
a la altura (recordada) de las lejanas copas revolotean confusas en el aire
desamparadas dan vueltas en el espacio, sin ramas para asirse
(rayos de sol sin luz)
sin la felicidad del reminiscente verde caen de nuevo en espirales de frío (de oro) y de nada
Alfombran el pavimento (en su movimiento constante) lo cubren y lo descubren
La muerte prosigue con su soplo invisible (deterioro inexorable)
el viento de nuevo las dispersa (y de nuevo y de nuevo)
una y otra (al fin) tocan un nuevo suelo: manto vegetal: fértil cementerio
Con el soplo del viento helado los árboles silban (aúllan) los adioses
sus verdes (marchitos) son dorados
se arremolinan en lo negro de la noche
(resplandecen)
antes de apagarse