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En lenguaje insecto de Neri Tello

Luis Rico Chávez


A Antonio Neri lo conozco desde sus andanzas juveniles, cuando, siendo mi alumno en la clase de literatura, ganó el premio FIL Joven en el área de poesía. Aunque no son muchos, algunos de mis estudiantes que andaban por esos malos pasos luego enderezaron la ruta, y aunque tenían talento se convirtieron en gente de bien que se hace cargo de su cónyuge, sus hijos y su mascota. Adiós a la literatura.

Neri Tello siguió ganando premios, y aun se dio el lujo de rechazar algunos, fiel a sus convicciones. Esta trayectoria habla de coherencia, de fidelidad, todo lo cual se transparenta en su obra. Desde aquellos poemas juveniles hasta este último, En lenguaje insecto, ganador del concurso Publica tu libro, convocado por el Sindicato de Académicos de la Universidad de Guadalajara.

Y qué gusto me da que, al paso de los años, Neri Tello haya seguido por la misma ruta (padre de familia y esposo ejemplar; mis palabras iniciales son una pequeña broma: lo poeta no quita lo responsable) y nos regale poemas que (maravillas del arte) a partir del discurso propio, del estilo personal, las emociones, vivencias y experiencias del individuo trasciendan y emocionen al lector, como si de su discurso, su estilo, vivencias y experiencias se tratara.

Ignoro en qué medida esta cercanía con el autor contamina mis juicios, pero es un detalle que me parece irrelevante; de cualquier manera, mi propósito es invitar al desocupado lector a acercarse a este texto, y que a su vez establezca sus propios juicios y ojalá que las coincidencias sean mayores que las posibles lecturas divergentes.

Neri

En lenguaje insecto se divide en cinco partes, de las cuales sólo la segunda tiene título (“Reconciliaciones”, entre paréntesis). De la misma forma, los títulos no abundan en los poemas: apenas los encontramos en “Conclusión para una plática posmoderna”, “El transeúnte”, “Ciudad marina” (sección compuesta por nueve poemas, numerados) y “La ciudad”, ni siquiera el diez por ciento de los textos. Una manera de invitarnos a ir directo a los versos, de otorgarnos la libertad para dar rienda suelta, a nuestro gusto, a la interpretación.

Este poema de “Conclusión…” me recuerda otros textos suyos, en particular algunos de Revolución groovy (da clic para leer una selección de los mismos) en los que en un tono íntimo evoca los momentos con los amigos, los diálogos, los tópicos que conforman su esencia y establecen los vínculos que fundamentan el aquí y el ahora, el ser y estar en el mundo. Intimidad conformada por una mirada aguda, por un discurso incisivo, por una irreverencia que exhibe la mezquindad, la miseria y, en general, la mediocridad de nuestro entorno, de nuestra esencia tapatía y mexicanísima.

Este tono recorre los versos, y a mí como lector me permite mirarme y mirar en torno para descubrir o recrear, según el caso, el detalle de que detrás de estas circunstancias se esconde la vida, como un acto inevitable que se vive y ya: hay momentos que se disfrutan, que se gozan, otros que se sufren y otros que simplemente forman parte de la vida, de la cotidianidad; momentos anodinos que sin embargo completan la existencia, y todos esos momentos nos conforman y nos definen como individuos y como colectividad.

En algunos versos (sobre todo los de largo aliento), percibo un hálito de vanguardia; o es mi imaginación o por ahí rastreo tonos, figuras, imágenes de los estridentistas, de Apollinaire, de Girondo (sin sus juegos de palabras ni sus neologismos), de Vallejo y, sobre todo, de Huidobro (aunque no lo registré, como que recuerdo que por ahí ciertas frases me hicieron pensar, de manera inequívoca, en alguna parte de Altazor); pero no me hagan caso, a final de cuentas sólo son figuraciones mías.

Los temas que podemos rastrear hacen pensar en un ajuste de cuentas: con la infancia, con la familia, con los difuntos que van dejándose en el camino. Da la impresión de un diálogo del pasado con el presente. A la par de esa alusión a esa existencia que se va dejando atrás, el ahora resulta fundamental para conformar nuestra esencia. El amor, sobre todo.

Entre mis notas (y en este momento ya olvidé la razón) escribí algunas palabras, y les di una definición (precaria, dubitativa, producto más bien de mi proyección subjetiva sobre los poemas que de la exposición del autor). Escribí, por ejemplo: “pan: una infancia que se deja atrás y de la que no se quieren guardar recuerdos”; “astillas: ¿una existencia fragmentada, insignificante, una representación del dolor?” Y enumeré los que me parecieron los temas más significativos: ciudad / luna / mar (agua) / árbol / La amada (“abre tus ojos niña / que el universo se finca en tu mirada / anda que eres mar y fuego del agua”) / el lenguaje, las palabras.

Y con esta mi idea de que la poesía es la más subjetiva y abstracta de las expresiones literarias, y que por lo mismo su valoración obedece más al gusto que a la capacidad crítica, concluyo con un collage de versos que me parecieron significativos y que, por sí mismos, bastan para colocar a este En lenguaje insecto en un lugar relevante de la creación poética local y, me atrevo a decirlo, nacional:

  • escribir con alas pensamientos
  • es la patria onírica a la que le corresponde / la comunicación sensorial
  • el deseo es el comienzo de transformación
  • la vida es un río de ideas secundarias / a las que nadie presta atención
  • para recorrer a ciegas y a tientas la soledad sobre la incertidumbre
  • yo soy el que perseguía sombras
  • basta un aleteo para saber / que nada basta, que nada es posible
  • cuando tus ojos ya no fueron ojos sino dos espadas
  • el tiempo se perdió entre / tantos olvidos que no fue posible rescatarlo
  • porque a nadie le interesaría la libertad sólo la individualización / porque a nadie le interesaría la tolerancia sólo la individualización / porque a nadie le interesaría el colectivo sólo la individualización / porque a nadie le interesarían los pájaros, los afectos, el otro / porque no es necesario pensar, creer, actuar en el otro / porque nada de esto quitaría ser feliz / si hay telefonía móvil, correos, redes sociales / y una amarga sonrisa estúpida…
  • los poemas son telarañas que protegen el vientre cuando la carne es un agujero donde el mundo se asoma violentando el tiempo y al niño que se ha hecho espejo que se mira como una divergencia que poco a poco nos llega hasta el cuello y nos ahoga
  • si digo Antonio / no es para que me vean habitando las migajas como un pequeño que recoge cápsulas de luz para darles un nuevo uso. No es para prometer racimos de lunas o de palabras que puedan consumir como hostias / si digo Antonio / es porque hay luz que se agrieta y nos derrumba. Es porque no hay otra palabra para invocar la piedra que nace del viento
  • abre tus ojos niña / que el universo se finca en tu mirada / anda que eres mar y fuego del agua
  • no todo es un adiós / también es un viaje de retorno

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