Yo no miro el oro de los tigres
sino las palabras / tigres que nos devoran
así como el jardín sin los senderos
nos identifican nos ignoran
no el mundo de Morel al alimón
con Bioy Casares tu otro yo en sus alucinaciones
Tampoco es como piensan tus biógrafos
críticos ramplones sin imaginación creativa
que la mirada interior (- que - la - mira - da - al - interior)
el laberinto de los ojos con su Teseo
el pódium de los pinochetes con el laurel y la lira
la biblioteca infinita del ratón que se muerde la cola
y roe todos los folios de lo alarmantemente maravilloso
¡Claro que no!
Simplemente este abismo abismándose más
para doblar la esquina y saber lo que hay que saber
que esto no es Buenos Aires ni Ginebra (ni siquiera ron)
sino tigres / palabras que se evaporan y reescribimos infinitamente
como el ciego en una playa antes de la batalla
o el cantor perseguido esquivando la luz
cuando escupe estos pergaminos amarillentos
sin importar el fuego ni las migajas azules del tiempo
Te recuerdo a mis 15 años calentado
por tu insolente desnudez y el vigor del cabrón Marlon
que te sodomizaba con mantequilla
Recuerdo tus lágrimas que fueron reales
fuera del script y del director
Recuerdo muy bien la furia
el encabronamiento con Brando
Es decir los celos
Te recuerdo María Schneider
ahora que te fuiste de manera discreta
luego de un largo descenso
Por eso continuás teniendo los veinte años descocados
que exhibías y que fueron el puerto de salvación
y al mismo tiempo la condena de Paul
el boxeador exguerrillero exmarido exrebelde y extrabajador
Una pérdida enorme
dicen las escasas noticias
para quienes todavía creen en el nudo erótico
Porque allí pueden estar las señales
de una evasiva o extraviada redención