Los rieles del cuerpo
Supongamos que es cierto.
Uno sale de casa,
mira rostros en el puente
o la avenida. Alguien duerme en el vagón
Uno escucha. Y todos vamos en secreto
signos queloides acertijos
que atraviesan con prisa la mirada
Muy pronto ardemos
entre atardeceres de alquitrán y polilla
Los monólogos sobre los rieles del cuerpo
dejan a su paso un sonido que recae
en las ausencias que se acumulan
en alguna parte
El lugar al que llegaré
con el bolsillo hinchado
la mano vacía.
Arquitectura invisible
Leer la línea del horizonte
Permanecer en su rostro
anaranjado de azules
Quebrantar el código de
amarillo fugaz
Nombrarnos en la plenitud
de un incendio
Construir el oratorio
sobre las ruinas
romper la voz
devolver el temor a las hojas
Gritar que nos crece la noche
estamos solos.
Templo efímero
Las grietas violentan el silencio
la calle exhala el olor
de tus manos
tiene la palidez de tu ausencia ¿Es la brevedad la muerte?
Nuestras sombras se fermentan
la ciudad nos desconoce
Está vacía
Es un puño de arena incontenible.
Del muelle de la noche
Llevo dentro la náusea
de la soledad envuelta
divina
los pies se anclan
a esta orilla de
muerte pausada
No partí del muelle de la noche
se hizo costumbre gestar
pájaros bajo la tierra.