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Te celebro y te canto *

Carlos Prospero


I

Mi querida muchacha adolescente,
en el año perfecto donde se abre
ese punto crucial de nuestras vidas
te celebro, así como celebro
la conjunción del mundo con los astros,
el principio y el fin de la existencia.

El mundo se cerraba cuando tú apareciste
en el cono visual de mis 70 y hemos crecido juntos desde entonces
en este mundo hostil donde se erige
aquí la intolerancia de los sexos, los secuestros,
la desconfianza, el odio, toda la incertidumbre;
allá las bombas dirigidas, los francotiradores camuflados, las tanquetas.

El ácrimo sudor de este trabajo hartante y la lucha feroz entre los sexos,
se imponen en la continua lucha cotidiana.


II

Igual que los vampiros en la luna
raudos como los ríos entre filosas piedras
se van sobre las ubres rebosantes de las vacas cargadas
y sin medida chupan, vaciándolas de pábulo tan rico,
siguiendo sin parar hasta que llegan a las firmes arterias,
las revientan.

Las vacas se desangran: un mugido profundo hiende a la noche.

Luego llegan los lobos de patas silenciosas
llamados por el fresco resplandor del aroma tan dulce de la sangre.
Todo está solo ahora.
La luna exuberante da lugar a las duras y amargas dentelladas en la carne.

El campo es el crisol donde todo persiste: la muerte les da vida.
Las vacas indefensas cayeron verticales con los ojos abiertos descentrados.

Los hombres van por esta vida igual que los vampiros,
al igual que los lobos.

Nada resulta ajeno en la faz de la Tierra.


III

En lo profundo de la noche oscura, abro los ojos y los ojos sufren.
No hallan un punto en el que luz rebote y se van en un viaje sin retorno.


IV

Cuando la tarde cae trayéndose a la lluvia acidulada
que me obliga a dar trancos por la calle,
el aroma de ozono me trae tu figura.

Dejo que se derrame desde la coronilla
y el pecho se dilata surcando hacia las nubes
que se encienden de gozo.

La belleza se cuela por mis fosas nasales; tu sonrisa en mis ojos.
¡Ah, Natalia, no dudo que lo sepas,
tu intuición es el punto, la fuente
de la armonía celeste que da forma a tu cuerpo que tu espíritu encarna.


V

El amor se presenta como correspondencia a la pura belleza.
Mi corazón lo sabe, redobla sus tambores.
Vamos, muchacha, vamos, la vida por delante es un camino abierto.


VI

Nos quedamos mirando como si nunca hubiera visto a nadie semejante.
El corazón se agita de tal forma.


VII

Cuando el sol ya jalaba veloz a la distancia
apareció tu guiño, que anhelaba
no el amor que sencillo se hallaba a flor de piel de muchas,
sino un café tan sólo negro, intenso, con su aroma tan rojo,
y al ver esa inocencia mi corazón de roca
se volvió adolescente que a la orilla del río
miraba a las muchachas con las ropas pegadas
azotaban vestidos, pantalones, camisas, para quitar del todo el sudor de la mugre,
en las que dibujaban sus pechos erizados,
sus caderas al ritmo del jabón deslizante.

Me despertó aquel guiño el amor que dormía como una zarigüeya al fonde del invierno.

¡Ay de mí que de pronto fui arrojado a las aguas de corrientes profundas!
Y desde entonces vivo con esa incertidumbre
constante de las aguas rodantes en las piedras.


VIII

Yo sé que te preguntas, porque la duda surge,
de dónde tantas cosas que sólo amor provoca,
de dónde esas acciones que vienen de la nada.

No hay respuesta posible. Fermat lo hizo imposible
y no llega a tus ojos la respuesta que lanza tu corazón de núbil.


IX

El dolor es el causante de las quejas del odio
que pronto toma forma en el camino de la venganza ansiada.


X

Si la luz de tus ojos se cruza con la mía
toda la Tierra prende, los mares se enfurecen,
hay tormentas, tsunamis, terremotos:
El amor es la furia ventral que todo mueve.


* De La belleza de un guiño (inédito)


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