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Ensueño

Mariana Gascón Olmos


Veo el rostro de Luna reflejado en mi mirada. Me reflejo en Luna, ella se refleja en mí: un espejo de imagen diferente. Somos luz de universos rotos.

Ella y yo danzamos, suavemente, acariciando un susurro muerto con las fibras de nuestros pies. Durante un breve compás nos deshacemos de los recuerdos y la gravedad, y se rasga nuestra ropa con el filo de los secretos que ya no queremos contar. Nuestras lenguas se guardan, hablamos en silencio. Luna y yo bailamos hasta entrar al sueño.

Sueño me abraza bruscamente: ha roto mis brazos, ha roto mis deseos de niña. Dobla, revienta, explota, quiere adueñarse de mis secretos.

Y bajo mi falda, ligero sobre mi piel, mi voz, las letras surcando mis muslos de algodón, acaricia la memoria de un buen momento, implorando resistencia, recuerdo llama al recuerdo, aguantar mil años de sueño, vender el dolor a mi amada.

Indefinidamente, burbujas chocan en las paredes internas de mi cabeza, crean imágenes con sonido, confunden realidad y fantasía, se mezclan sus ruidos en lenguajes incomprensibles. El tímpano de mi alma atrapa palabras sueltas, que la muerte se compra con vida, la vida se obtiene con perlas, y su brillo sólo existe en la sonrisa de Luna, y en el camino que se forma en mi boca al estar con ella.

Estallan burbujas, advierten un sueño dentro de otro sueño, una forma de asegurar partes nuevas para quebrar, escombros nuevos que me dolerán.

Caen los ladrillos porosos de ilusiones con el peso de un espíritu despojado de todo lo que creía ser, temeroso de cada paso, que duda incluso del golpeteo en su piel, o lo que es peor, de la risa entre sus manos.

Hace tiempo estoy dormida, Luna no ha vuelto, y entonces me pregunto si Luna fue nada más un invento.


Jumb27

Crónicas sueltas

José Ángel Lizardo