Un punto que merece especial atención es el relacionado con la gestión, planeación y coordinación del sistema de educación superior, toda vez que en esta materia se han dado pocos avances en los últimos años. En México no existe en sentido estricto un sistema de educación superior, ya que su composición es compleja y el funcionamiento de las IES está automatizado, dificultando una gestión de conjunto y la aplicación de políticas nacionales. El marco normativo resulta insuficiente para regular su desarrollo.

El reto de la calidad y la pertinencia
Es en la década de los años noventa del siglo pasado cuando da inicio un desarrollo de políticas públicas centradas en los criterios de eficiencia y eficacia del desempeño institucional, de cobertura y pertinencia social, de la formación universitaria que ofrecen y del mejoramiento de la calidad de los programas educativos;4 se reorientan los instrumentos de planeación que hasta ese momento habían tenido poco impacto en la transformación de las instituciones y se establecen diversos mecanismos de evaluación.

El propósito de estas políticas fue el de reformar el sistema de las instituciones de educación superior por medio de bolsas adicionales a concursar, a efecto de asegurar más recursos económicos a los subsidios ordinarios en función de la evaluación de sus programas educativos. El reto al que se enfrenta una institución de educación superior es el de acelerar su pertinencia social, crecimiento que consiga equilibrar la oferta y la demanda de estudios superiores con un sentido de equidad, lograr que los programas educativos sean de excelente calidad académica, en fin, de lo que se trata es de estructurar un sistema de educación superior que combine un alto grado de coordinación con un alto nivel de autonomía, con objetivos ambiciosos pero adecuados, necesarios para lograr que la educación sea la puerta de entrada a la sociedad de la información, como elemento que impulse el crecimiento económico, el desarrollo social y el bienestar de las personas.

La modernización implica una política de estado que impulse con visión de largo plazo a la educación superior del país,5 que articule a los subsistemas hoy dispersos, que otorgue mayor flexibilidad a las instituciones centralizadas para atender las necesidades locales, que precise los alcances de la autonomía universitaria, que regule con criterios de calidad los programas que ofrecen las instituciones en correspondencia con los criterios internacionales que permitan el intercambio y la colaboración académica entre instituciones, entre subsistemas, promoviendo la movilidad de los estudiantes y que garantice un financiamiento público suficiente.

La forma del financiamiento es una condición elemental para avanzar en la dirección deseada. Los tiempos no son favorables y se va a requerir de nuevas dosis de creatividad y flexibilidad, de mejorar nuestras capacidades de iniciativa y convencimiento para sensibilizar a los poderes del estado de la importancia que tiene reforzar el gasto público que se invierte en el proyecto de educación superior para la nación.


Filosofía de las políticas educativas

El artículo tercero constitucional establece que la educación mexicana desarrollará armónicamente todas las facultades del ser humano: el amor a la patria, la conciencia de solidaridad internacional en la independencia y la justicia. Con base en estos principios generales, se busca asegurar la formación de ciudadanos críticos, reflexivos y nacionalistas, capaces de transformar su realidad y de impulsar el desarrollo económico y social.

Por su parte la Ley General de Educación regula la educación que se imparte en los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal). El Congreso de la Unión expide leyes y otorga partidas presupuestales para garantizar los medios y condiciones de operación de la educación; por su parte, corresponde a la SEP la definición de proyectos y la evaluación del sistema educativo nacional.

En la Ley General de Educación se establece que la educación es un proceso constructivo y permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, haciendo hincapié en la formación del hombre con sentido de solidaridad social. Además, ratifica los principios de justicia social y de equidad, señala a su vez la responsabilidad del estado de ofrecer servicios educativos a todos.

Con las reformas de los últimos años,6 la educación es obligatoria desde el preescolar hasta el bachillerato, esto es, de los 3 hasta los 18 años de edad. El antecedente de educación primaria es el preescolar, que se centra en el desarrollo de hábitos de juego, entrenamiento al reconocimiento del otro y de participación comprometida con la observación de las reglas del juego. Por su parte, la educación primaria busca adoptar y adaptar los requerimientos del estado nación; la secundaria es un periodo de formación media básica con una orientación general y propedéutica que busca acercar a los estudiantes a las expresiones culturales y laborales que le son requeridas en una sociedad moderna. Por último, la educación media superior se orienta en forma preponderante a servir de enlace a los estudios de licenciatura.

La educación superior no es obligatoria, se accede a ella siempre y cuando se cuente con los medios económicos que le permitan a un estudiante solventar el costo que esto implica. Los programas asistenciales buscan la permanencia del estudiante que ya ingresó, mismo que demostró mediante pruebas de aptitud académica que es merecedor de un lugar en una licenciatura; en forma radical los requisitos para el acceso a un posgrado o la obtención de una beca presenta elevados niveles de exigencia.

Modelo educativo
Un factor clave en el perfeccionamiento de la capacidad competitiva de los países, de su crecimiento económico y de su desarrollo social en general, ha sido el mejoramiento de los sistemas formales de educación. La reforma académica es, en consecuencia, un elemento o insumo para elevar la competitividad, misma que tiene la función social de transformar el esquema de libre mercado en conjunción al horizonte de futuro y afín a modelos pedagógicos que potencien la innovación educativa.

El esquema con el que se trabajaba partía de que la imagen del conocimiento reflejaba el compromiso y la visión de la educación como una réplica de las tareas sociales atribuidas a la educación como baluarte de desempeños requeridos por la producción y el aseguramiento de la condición de acceso social. La tarea de las instituciones es trastocada a partir de una redefinición del compromiso que en la agenda moderna es conceptualizada como responsabilidad ética.

En el pasado, el conocimiento tenía valor en sí mismo, puesto que se esperaba que permaneciera, así como la educación tenía valor en la medida en que ofreciera conocimiento de valor duradero, ya fuera que se le juzgara como un episodio aislado, o bien que se le considerara una empresa de toda la vida, la educación debía encararse como la adquisición de un producto que, como todas las demás posiciones, podía y debía atesorarse y conservarse para siempre. En la sociedad moderna, el conocimiento es transitorio, su característica es la constante movilidad, la incertidumbre y la estrechez de su aplicabilidad es cuestionada, la enseñanza no consiste en que el otro aprenda un dato, sino que aprenda y desaprenda para aprender.

Todo esto va en correspondencia al principio de que el aprendizaje es a lo largo de la vida. La esencia de la modernidad choca con la representación histórica de que el conocimiento es lo aprendido para su uso a lo largo de la historia. Las universidades son creadas a partir de la modernidad en contraposición de una visión escolástica donde el conocimiento, la educación y el aprendizaje se creaban a la medida de un mundo que era duradero, la visión medieval esperaba continuar siendo duradero y apuntaba a hacerse aún más permanente de lo que había sido hasta entonces. En semejante visión del mundo, la memoria era un valor positivo tanto más rico cuanto más lejos en el pasado lograra llegar y cuanto más tiempo se conservara; en el espíritu moderno todo fluye, el dato se transforma en memoria cuya fragilidad se encuentra condicionada a su uso, pues no hay una regla de posibilidad que asegure su permanencia en un entorno cambiante.

Asegurar el triángulo entre educación, investigación y empresa es la apuesta de una reforma curricular con sentido de trascendencia, el límite de lo regional, de la apuesta a lo globalocal, de maximizar la pertinencia y el desarrollo de competencias profesionales, del impulso a la creciente internacionalización de la educación superior.7 Se subraya la necesidad de perfeccionar el enfoque del aprendizaje y los métodos aplicados, flexibles e innovadores, centrados en el estudiante, mejor dicho, en lo que el estudiante realiza.

Los gobiernos del cambio y de los pactos del compromiso (del año 2000 a la fecha) marcan poco más de una década de socavamiento del sistema de educación superior, entre las inconsistencias del desmantelamiento del estado protector y la idea de una mejor forma de gobierno en la que se ha establecido sin corrupción, se marca el establecimiento de un país con buenas finanzas internacionales y con un firme propósito de asegurar una justa distribución de la riqueza, proliferando en forma contradictoria las mafias y sus luchas por el control, no sólo de los mercados del menudeo y medio mayoreo del tráfico de drogas, sino del control de la hacienda y el pago de cuotas a cambio de libertad y aseguramiento del control de la venta de bienes y servicios, por lo que la pregunta es si con un fuerte esquema de seguridad, empleo bien remunerado, salud y educación, entre otros factores, le estamos ganado la guerra la narco.